No hago cartas desde hace unos 30 años. Pero sí me acuerdo de que las hacía con devoción, intención y bastante amor. Pero entre que crecí, que pasó el tiempo y la Navidad se volvió una actividad de la agenda simplemente, perdí varias tradiciones familiares y los sueños de esa época de infancia. He decidido que vamos a revivir tradiciones desde la carta al Niño Dios hasta lo que me hacía feliz en la cocina. ¡Así que manos a la obra!
Luego de un excelente año lleno de sabores, colores, mezclas, nuevos restaurantes, viejos comedores con gratos recuerdos, hoy quisiera pedir unas pequeñeces gastronómicas para mí y todos los que disfrutan la comida igual o más que yo.
—Revivir las compras locales, visitar los mercados o plazas logrando establecer un comercio más justo entre nuestros campesinos y nosotros los compradores. Esto no solo debería ser un pedido para este año, deberíamos lograr convertirlo en un habito y una actividad que no genere ni pereza ni pena. Nuestro campo tiene sabor, y necesita reactivarse desde las pequeñas compras que hacen grandes vendedores.
—Novenas sin buñuelos y natilla no tienen sentido, y que por favor no me inviten si no hay estas indulgencias en el menú. Nada de matarnos en una dieta fit o de inventarse variaciones insípidas y poco sabrosas. Esta época es para disfrutar y compartir, con algo de mesura, pero con sabores que son nuestra esencia.
—Servir nuestras mesas con las recetas clásicas de cada región. Abandonar los embutidos, procesados y cenas prefabricadas que solucionan la vida pero que de alguna forma adoptan tradiciones que, sin ser del todo desagradables, sí son espantosas en la cocina. Anímense a desempolvar las recetas de la mamá o la abuela y así aprovechar el fin de semana de Navidad. Les aseguro será un buen plan familiar compartir un pernil de cerdo, hacer un ajiaco o sancocho, compartir una marranada o hasta unas deliciosas ensaladas frías. La cocina colombiana da para mucho más de lo que nos imaginamos.
Pero como uno no solo puede pedir, sino también tenemos que dar, los invito a animarse a compartir. A compartir con el vecino, con el que no conocen, con la familia y hasta con el perro. No hay nada mejor que hacer natilla a cuatro manos, ver a los niños hacer galletas y a las abuelas dar órdenes en la cocina. Si lo piensan bien, hasta los más apáticos a esta fecha, como yo, optamos por armarnos unos buenos planes con amigos y familia para tener una excusa para dar y convidar.
Llegó la Navidad finalmente, el mes más esperado del año y al que todos más le tememos porque sabemos que las consecuencias las sentiremos en enero. Pero no se deje enrollar, comer y celebrar son los dos mejores planes que se pueden inventar.
Hoy quiero recomendarles productos que harán más fácil su Navidad.
Bedford Avenue Bagels (@bedfordavbagels). Un emprendimiento familiar que ha mantenido viva la tradición de la panadería de un abuelo, que sin dudarlo hizo la tarea muy bien hecha con su nieto. Son pequeños bagels llenos de sabor. Un tamaño perfecto para no quedar llenos de harina pero que, al ser hechos a mano, lo dejan a uno con piezas rústicas y con sabores que llenan el paladar. Hechos a diario, son llevados a domicilio y les garantizo que no se van a arrepentir. Para sánduches, con mermelada o miel, esto es un mordisco de cielo.
Manzanas rojas criollas: Desde ya pueden empezar a preparar sus compotas y salsas, que les servirán durante toda la temporada como acompañamientos para las carnes y embutidos que saben mejor con este detalle coqueto.
Buñuelos: ¡Frescos, por favor! El éxito es mantenerlos tibios antes de servir. Comprar un montón para recalentarlos por si acaso les garantizo que no es una buena alternativa. Poquitos porque son benditos y saben mejor a diario.
Natilla: Ya no hay excusa para no preparar en casa natilla. Las cajas con la mezcla lista, para los que no nos va tan bien con la receta de las abuelas, son la solución. Sabores y colores, salsas o cerezas, ustedes eligen. Pero es una traición que no se puede perder.
No hago cartas desde hace unos 30 años. Pero sí me acuerdo de que las hacía con devoción, intención y bastante amor. Pero entre que crecí, que pasó el tiempo y la Navidad se volvió una actividad de la agenda simplemente, perdí varias tradiciones familiares y los sueños de esa época de infancia. He decidido que vamos a revivir tradiciones desde la carta al Niño Dios hasta lo que me hacía feliz en la cocina. ¡Así que manos a la obra!
Luego de un excelente año lleno de sabores, colores, mezclas, nuevos restaurantes, viejos comedores con gratos recuerdos, hoy quisiera pedir unas pequeñeces gastronómicas para mí y todos los que disfrutan la comida igual o más que yo.
—Revivir las compras locales, visitar los mercados o plazas logrando establecer un comercio más justo entre nuestros campesinos y nosotros los compradores. Esto no solo debería ser un pedido para este año, deberíamos lograr convertirlo en un habito y una actividad que no genere ni pereza ni pena. Nuestro campo tiene sabor, y necesita reactivarse desde las pequeñas compras que hacen grandes vendedores.
—Novenas sin buñuelos y natilla no tienen sentido, y que por favor no me inviten si no hay estas indulgencias en el menú. Nada de matarnos en una dieta fit o de inventarse variaciones insípidas y poco sabrosas. Esta época es para disfrutar y compartir, con algo de mesura, pero con sabores que son nuestra esencia.
—Servir nuestras mesas con las recetas clásicas de cada región. Abandonar los embutidos, procesados y cenas prefabricadas que solucionan la vida pero que de alguna forma adoptan tradiciones que, sin ser del todo desagradables, sí son espantosas en la cocina. Anímense a desempolvar las recetas de la mamá o la abuela y así aprovechar el fin de semana de Navidad. Les aseguro será un buen plan familiar compartir un pernil de cerdo, hacer un ajiaco o sancocho, compartir una marranada o hasta unas deliciosas ensaladas frías. La cocina colombiana da para mucho más de lo que nos imaginamos.
Pero como uno no solo puede pedir, sino también tenemos que dar, los invito a animarse a compartir. A compartir con el vecino, con el que no conocen, con la familia y hasta con el perro. No hay nada mejor que hacer natilla a cuatro manos, ver a los niños hacer galletas y a las abuelas dar órdenes en la cocina. Si lo piensan bien, hasta los más apáticos a esta fecha, como yo, optamos por armarnos unos buenos planes con amigos y familia para tener una excusa para dar y convidar.
Llegó la Navidad finalmente, el mes más esperado del año y al que todos más le tememos porque sabemos que las consecuencias las sentiremos en enero. Pero no se deje enrollar, comer y celebrar son los dos mejores planes que se pueden inventar.
Hoy quiero recomendarles productos que harán más fácil su Navidad.
Bedford Avenue Bagels (@bedfordavbagels). Un emprendimiento familiar que ha mantenido viva la tradición de la panadería de un abuelo, que sin dudarlo hizo la tarea muy bien hecha con su nieto. Son pequeños bagels llenos de sabor. Un tamaño perfecto para no quedar llenos de harina pero que, al ser hechos a mano, lo dejan a uno con piezas rústicas y con sabores que llenan el paladar. Hechos a diario, son llevados a domicilio y les garantizo que no se van a arrepentir. Para sánduches, con mermelada o miel, esto es un mordisco de cielo.
Manzanas rojas criollas: Desde ya pueden empezar a preparar sus compotas y salsas, que les servirán durante toda la temporada como acompañamientos para las carnes y embutidos que saben mejor con este detalle coqueto.
Buñuelos: ¡Frescos, por favor! El éxito es mantenerlos tibios antes de servir. Comprar un montón para recalentarlos por si acaso les garantizo que no es una buena alternativa. Poquitos porque son benditos y saben mejor a diario.
Natilla: Ya no hay excusa para no preparar en casa natilla. Las cajas con la mezcla lista, para los que no nos va tan bien con la receta de las abuelas, son la solución. Sabores y colores, salsas o cerezas, ustedes eligen. Pero es una traición que no se puede perder.