¡Estamos cerca de cerrar un año que, de verdad, se merece más de un brindis! Este 2023 fue difícil, desafiante, lleno de aprendizajes y de muchísimas experiencias. Para muchos, estas son motivo de alegría, mientras que, para otros, dan paso a un silencio prolongado. Sin embargo, siempre hay una razón para festejar y celebrar con mucha dicha. Cada uno tiene su cuaderno de sumas y restas, y luego de algunas cuentas, encontrarán un motivo real. A los colombianos nos sobran las disculpas para enfiestarnos: un brindis por aquí y otro por allá, y que sean estas fiestas el momento de hacerlo de una forma responsable, entregando las llaves y comprando legal. Ahí perdonarán, pero obvio que tenía que salir la cantaleta a flote.
Pero para que vean que no estoy tan mal respecto al consumo, quiero compartirles una experiencia que viví recientemente con “The Macallan”, el whisky que viene tomándose a Colombia como su casa desde hace unos meses. Y eso no es gratis, pues según Ramón Cardona (@themacallanramon), embajador de la marca, “los colombianos somos muy buenos consumidores, y cada día somos más exigentes frente a lo que tomamos. Por esta razón escogimos a Bogotá para un sorprendente viaje sensorial, que dio vida a la historia de excelencia, artesanía y creatividad de nuestra marca.”
No existe un whisky que pueda competir con The Macallan en estilo, rigor, exigencia y calidad atemporal. Cada expresión es distinta, y nace de una búsqueda continua de lo extraordinario, con una combinación cuál fórmula magistral de arte y ciencia. Por casi 200 años la marca ha impulsado la creatividad, el arte, el amor por la naturaleza y la herencia, siempre en busca de la excelencia en su producción. Y eso fue lo que transmitieron en el evento de hace unos meses, pues esa cultura se ve reflejada en un sabor único, que proviene de los vastos campos en lo alto de una colina cerca del río Spey al noreste de Escocia.
Son varios los motivos por los que The Macallan me llamó a atención. El primero, por supuesto, es el whisky, que me encantó, eso no lo puedo negar. Pero, además, y por primera vez en años, me cautivaron con sus cocteles muy particulares, de sabor profundo, que se convirtieron en una experiencia de maridaje, gracias a un menú de tapas que nos permitió disfrutar un gran almuerzo, para conocer más de lo que implica ser una gran destilería a nivel mundial.
“Nuestras barricas de roble son el factor que más contribuye a la extraordinaria calidad, sabor, aroma y colores naturales de The Macallan. Si bien la manera más simple de disfrutar su whisky single malt es puro, limpiando su paladar con agua fría entre sorbos, mucha gente también prefiere degustarlo en cócteles de calidad”, me explicó Ramón durante la experiencia.
Yo me ubico en medio del malentendido que ha hecho camino: el haber relegado el whisky de malta a tomarse solo o con hielo. Y qué bueno que la coctelería moderna haya sido la llamada a corregirlo. Para muchos puristas, su uso en cócteles era un tabú, o incluso una falta de respeto, ya que les preocupaba que manchara la pureza de un espirituoso tan venerado. Claramente esto ha ido cambiando, gracias al impulso de mixólogos y bartenders que, con sus nuevas propuestas, más que restarle calidad, le suman frescura y resaltan las características tan celebradas del whisky escocés.
Esta marca, insignia de los escoceses, tiene un trabajo entorno a la naturaleza y a los patrones orgánicos que se forman a lo largo de su producción. Esto no le ha impedido modernizarse e irse acoplando al paso de los años, combinando elementos modernos y muy llamativos, para crear un enfoque armonioso y contemporáneo. The Macallan, que como destilería lleva algo más de 300 años mientras que otros hablan que sigilosamente se producía desde el siglo XVI, ofrece productos que despiertan los sentidos, generando rituales y detalles que terminan siendo un gran regalo para cualquiera en estas fiestas.
Cerremos siendo sinceros: de vez en cuando, una buena comida amerita un gran trago que abra el apetito, sirva de acompañante y, sobre todo, sea un compañero insuperable para la sobremesa. Y como espero haberles compartido en estas líneas, @the_macallan cumple con todo esto. No hay necesidad de estar cambiando, exponiéndose a un mal trago. ¡Más bien qué sigan las fiestas! En ocho días estaremos en modo “ven, ven ven”. Celebremos con moderación y compartamos más a menudo experiencias como estos planes, para conocer, aprender y disfrutar.
Finalmente, salud por el 2023… que ya casi nos deja.
¡Estamos cerca de cerrar un año que, de verdad, se merece más de un brindis! Este 2023 fue difícil, desafiante, lleno de aprendizajes y de muchísimas experiencias. Para muchos, estas son motivo de alegría, mientras que, para otros, dan paso a un silencio prolongado. Sin embargo, siempre hay una razón para festejar y celebrar con mucha dicha. Cada uno tiene su cuaderno de sumas y restas, y luego de algunas cuentas, encontrarán un motivo real. A los colombianos nos sobran las disculpas para enfiestarnos: un brindis por aquí y otro por allá, y que sean estas fiestas el momento de hacerlo de una forma responsable, entregando las llaves y comprando legal. Ahí perdonarán, pero obvio que tenía que salir la cantaleta a flote.
Pero para que vean que no estoy tan mal respecto al consumo, quiero compartirles una experiencia que viví recientemente con “The Macallan”, el whisky que viene tomándose a Colombia como su casa desde hace unos meses. Y eso no es gratis, pues según Ramón Cardona (@themacallanramon), embajador de la marca, “los colombianos somos muy buenos consumidores, y cada día somos más exigentes frente a lo que tomamos. Por esta razón escogimos a Bogotá para un sorprendente viaje sensorial, que dio vida a la historia de excelencia, artesanía y creatividad de nuestra marca.”
No existe un whisky que pueda competir con The Macallan en estilo, rigor, exigencia y calidad atemporal. Cada expresión es distinta, y nace de una búsqueda continua de lo extraordinario, con una combinación cuál fórmula magistral de arte y ciencia. Por casi 200 años la marca ha impulsado la creatividad, el arte, el amor por la naturaleza y la herencia, siempre en busca de la excelencia en su producción. Y eso fue lo que transmitieron en el evento de hace unos meses, pues esa cultura se ve reflejada en un sabor único, que proviene de los vastos campos en lo alto de una colina cerca del río Spey al noreste de Escocia.
Son varios los motivos por los que The Macallan me llamó a atención. El primero, por supuesto, es el whisky, que me encantó, eso no lo puedo negar. Pero, además, y por primera vez en años, me cautivaron con sus cocteles muy particulares, de sabor profundo, que se convirtieron en una experiencia de maridaje, gracias a un menú de tapas que nos permitió disfrutar un gran almuerzo, para conocer más de lo que implica ser una gran destilería a nivel mundial.
“Nuestras barricas de roble son el factor que más contribuye a la extraordinaria calidad, sabor, aroma y colores naturales de The Macallan. Si bien la manera más simple de disfrutar su whisky single malt es puro, limpiando su paladar con agua fría entre sorbos, mucha gente también prefiere degustarlo en cócteles de calidad”, me explicó Ramón durante la experiencia.
Yo me ubico en medio del malentendido que ha hecho camino: el haber relegado el whisky de malta a tomarse solo o con hielo. Y qué bueno que la coctelería moderna haya sido la llamada a corregirlo. Para muchos puristas, su uso en cócteles era un tabú, o incluso una falta de respeto, ya que les preocupaba que manchara la pureza de un espirituoso tan venerado. Claramente esto ha ido cambiando, gracias al impulso de mixólogos y bartenders que, con sus nuevas propuestas, más que restarle calidad, le suman frescura y resaltan las características tan celebradas del whisky escocés.
Esta marca, insignia de los escoceses, tiene un trabajo entorno a la naturaleza y a los patrones orgánicos que se forman a lo largo de su producción. Esto no le ha impedido modernizarse e irse acoplando al paso de los años, combinando elementos modernos y muy llamativos, para crear un enfoque armonioso y contemporáneo. The Macallan, que como destilería lleva algo más de 300 años mientras que otros hablan que sigilosamente se producía desde el siglo XVI, ofrece productos que despiertan los sentidos, generando rituales y detalles que terminan siendo un gran regalo para cualquiera en estas fiestas.
Cerremos siendo sinceros: de vez en cuando, una buena comida amerita un gran trago que abra el apetito, sirva de acompañante y, sobre todo, sea un compañero insuperable para la sobremesa. Y como espero haberles compartido en estas líneas, @the_macallan cumple con todo esto. No hay necesidad de estar cambiando, exponiéndose a un mal trago. ¡Más bien qué sigan las fiestas! En ocho días estaremos en modo “ven, ven ven”. Celebremos con moderación y compartamos más a menudo experiencias como estos planes, para conocer, aprender y disfrutar.
Finalmente, salud por el 2023… que ya casi nos deja.