Llegó el momento más importante del año para muchos de nosotros, donde hacemos una pausa y un balance del año para, más que tener una fiesta, reunirnos en torno a la mesa, la comida y los amigos y dar gracias. Como saben, es una tradición adaptada hace muchos años y que tiene mucho sentido este 2024, un año que ha sido una proeza para varios.
A diferencia de Año Nuevo o Navidad, la cena de Acción de Gracias es un espacio donde todos ponemos tiempo, alimentos y algo para el plan padrino que se elija. Pero, sobre todo, y por lo menos en esta casa, se comparten los abrazos más fuertes, cargados de buena energía y de esa palabra que a veces se nos olvida en el diario vivir, pero que soluciona millones de cosas, recarga el espíritu y nos permite saber que todo tiene un valor importante en la vida: gracias, y ojalá acompañado de una gran sonrisa.
Este año descubrí muchos proyectos nuevos de jóvenes talentos, como @incorrecto.cocina, cocina colombiana maravillosamente preparada y bien servida, donde Julián y Valeria, dueños y esposos, siempre tienen una sonrisa en su cara, una propuesta para disfrutar y el mejor argumento de venta para nuestra cocina criolla. Emprendedores colombianos de corazón inmenso, solo les puedo decir eso. Como ellos podría mencionar más, solo que con el pasar de los meses he aprendido millones de cosas de manualidades, mampostería y comida a su lado.
Hablemos de los campesinos, que por un semestre padecieron por el agua y hoy, por razones que no vale la pena ni discutir, están ahogados hasta el cuello por la temporada invernal, tratando de salvar sus animales, pertenencias y su propia vida. Gracias por no soltar la despensa nacional, por volverse a levantar y por mantener sus tradiciones vivas ante cualquier adversidad.
Mil gracias a cada uno de los colombianos que prefiere ir a una plaza de mercado, o comprar directo y sin intermediario. A cada comensal que se toma el tiempo de probar proyectos nuevos, donde se comienzan a cocer grandes historias de nuevos chefs. Si logramos abrir esas nuevas propuestas a más públicos, invertimos en nuestro campo y nos ponemos al día en todo lo que podemos hacer para lograr un comercio más justo y menos ventajoso, las gracias serían infinitas y el sector sería más provechoso.
Saben que mi corazón siempre será un defensor acérrimo de los transportadores del país. De ellos aprendí, durante cuatro años, lo difícil que es el sector de carga, las desigualdades y los desafíos que tenemos que mejorar todos como actores de la cadena logística. A ellos gracias por su trabajo, por mover la carga y los alimentos que necesitamos y, sobre todo, por mantener un diálogo abierto en los momentos de más difíciles.
No puedo terminar sin dar las gracias por un tema muy particular y que suena confuso o difuso en medio de una columna de gastronomía. Este año ha sido particularmente difícil también para esta papita, y por eso quiero darles infinitas gracias a los médicos, enfermeras, amigos que llegaron, también a los que se fueron, y a todos los que esté dejando por fuera, que me ayudaron a seguir comiendo, conociendo y aprendiendo. Uno se queja de todo y por todo, pero en el fondo, cuando para y se enfrenta a la cotidianidad, tiene que dar infinitas gracias por el tiempo, el corazón y el trabajo de quienes nos rodean.
Finalmente, gracias a ustedes, los lectores que me hacen reír con las historias compartidas. De ustedes también aprendo gracias a recomendaciones que trato de atender. Un agradecimiento a todos los que, con su juicio crítico y varios regaños, me hacen saber sus vivencias del sector. Para los lectores que me invitan a ponerles más información de los precios de los lugares, estoy viendo como lo integramos, ya que en el Instagram @madamepapita encuentran los datos y no quiero aburrirlos. ¡Los leo!
Último hervor: Desde la semana pasada tengo un guayabo que no se cura con nada, tanto que por eso no había podido ni escribirlo. Mi primer trabajo como estudiante, y luego pasante, fue en CM&, una casa que me enseñó que había que ir hasta el final ante la duda, me dejó amigos para la vida y muchas otras personas que hoy son compañeros de camino. La semana ha sido como pasar una tusa sin empanadas o helado. Es difícil ver cómo ese primer jefe, esa persona que nos enseñó el valor de la independencia y la importancia de un periodismo objetivo, estoicamente dice adiós. Larga vida para Yamid, para todos los periodistas que pasaron por esta escuela y por cada una de las entrevistas en las que él nos abrió la puerta para permitirnos contar la otra cara de la noticia.
Llegó el momento más importante del año para muchos de nosotros, donde hacemos una pausa y un balance del año para, más que tener una fiesta, reunirnos en torno a la mesa, la comida y los amigos y dar gracias. Como saben, es una tradición adaptada hace muchos años y que tiene mucho sentido este 2024, un año que ha sido una proeza para varios.
A diferencia de Año Nuevo o Navidad, la cena de Acción de Gracias es un espacio donde todos ponemos tiempo, alimentos y algo para el plan padrino que se elija. Pero, sobre todo, y por lo menos en esta casa, se comparten los abrazos más fuertes, cargados de buena energía y de esa palabra que a veces se nos olvida en el diario vivir, pero que soluciona millones de cosas, recarga el espíritu y nos permite saber que todo tiene un valor importante en la vida: gracias, y ojalá acompañado de una gran sonrisa.
Este año descubrí muchos proyectos nuevos de jóvenes talentos, como @incorrecto.cocina, cocina colombiana maravillosamente preparada y bien servida, donde Julián y Valeria, dueños y esposos, siempre tienen una sonrisa en su cara, una propuesta para disfrutar y el mejor argumento de venta para nuestra cocina criolla. Emprendedores colombianos de corazón inmenso, solo les puedo decir eso. Como ellos podría mencionar más, solo que con el pasar de los meses he aprendido millones de cosas de manualidades, mampostería y comida a su lado.
Hablemos de los campesinos, que por un semestre padecieron por el agua y hoy, por razones que no vale la pena ni discutir, están ahogados hasta el cuello por la temporada invernal, tratando de salvar sus animales, pertenencias y su propia vida. Gracias por no soltar la despensa nacional, por volverse a levantar y por mantener sus tradiciones vivas ante cualquier adversidad.
Mil gracias a cada uno de los colombianos que prefiere ir a una plaza de mercado, o comprar directo y sin intermediario. A cada comensal que se toma el tiempo de probar proyectos nuevos, donde se comienzan a cocer grandes historias de nuevos chefs. Si logramos abrir esas nuevas propuestas a más públicos, invertimos en nuestro campo y nos ponemos al día en todo lo que podemos hacer para lograr un comercio más justo y menos ventajoso, las gracias serían infinitas y el sector sería más provechoso.
Saben que mi corazón siempre será un defensor acérrimo de los transportadores del país. De ellos aprendí, durante cuatro años, lo difícil que es el sector de carga, las desigualdades y los desafíos que tenemos que mejorar todos como actores de la cadena logística. A ellos gracias por su trabajo, por mover la carga y los alimentos que necesitamos y, sobre todo, por mantener un diálogo abierto en los momentos de más difíciles.
No puedo terminar sin dar las gracias por un tema muy particular y que suena confuso o difuso en medio de una columna de gastronomía. Este año ha sido particularmente difícil también para esta papita, y por eso quiero darles infinitas gracias a los médicos, enfermeras, amigos que llegaron, también a los que se fueron, y a todos los que esté dejando por fuera, que me ayudaron a seguir comiendo, conociendo y aprendiendo. Uno se queja de todo y por todo, pero en el fondo, cuando para y se enfrenta a la cotidianidad, tiene que dar infinitas gracias por el tiempo, el corazón y el trabajo de quienes nos rodean.
Finalmente, gracias a ustedes, los lectores que me hacen reír con las historias compartidas. De ustedes también aprendo gracias a recomendaciones que trato de atender. Un agradecimiento a todos los que, con su juicio crítico y varios regaños, me hacen saber sus vivencias del sector. Para los lectores que me invitan a ponerles más información de los precios de los lugares, estoy viendo como lo integramos, ya que en el Instagram @madamepapita encuentran los datos y no quiero aburrirlos. ¡Los leo!
Último hervor: Desde la semana pasada tengo un guayabo que no se cura con nada, tanto que por eso no había podido ni escribirlo. Mi primer trabajo como estudiante, y luego pasante, fue en CM&, una casa que me enseñó que había que ir hasta el final ante la duda, me dejó amigos para la vida y muchas otras personas que hoy son compañeros de camino. La semana ha sido como pasar una tusa sin empanadas o helado. Es difícil ver cómo ese primer jefe, esa persona que nos enseñó el valor de la independencia y la importancia de un periodismo objetivo, estoicamente dice adiós. Larga vida para Yamid, para todos los periodistas que pasaron por esta escuela y por cada una de las entrevistas en las que él nos abrió la puerta para permitirnos contar la otra cara de la noticia.