Siempre he oído hablar sobre la teoría de los seis grados de separación y, aunque poco he entendido al respecto, tengo claro que afirma que cualquier persona está conectada a otra que se encuentre en el planeta por medio de una cadena de conocidos o amigos no mayor a seis personas entre los dos. Espero haberla comprendido bien, pues gracias a los emprendedores he descubierto, con sorpresa y alegría, que la teoría parece cumplirse a la perfección.
Veamos cómo: el amigo del amigo, el sobrino de una compañera de trabajo, la esposa del hijo de una amiga de mi mamá, o incluso el lector que me escribe recomendándome un proyecto. Todos, y muchos más así, hacen que las historias crezcan y, por ende, el directorio de productores y productos para los que pasan por aquí a leer #MadamePapita. Qué dicha que sea así, pues es una motivación más para este espacio.
Esta semana me pasó tal cual: la amiga de una amiga me enganchó con una postal de una vaca que me miraba fijamente, en medio de un paisaje increíble. Así encontré a @somosdoseles, emprendimiento que llegó con algunos productos lácteos, entre ellos un yogurt griego artesanal que se convirtió en parte de mi día a día, haciéndome olvidar varias marcas, y otros nuevos que me descrestaron, como su mermelada de arándanos, entre otras muy sabrosas, los besos de yogurt y unas deliciosas mezclas listas de yogurt griego con dulce de leche.
Luego de probarlos, empecé a revisar las redes con calma y a leer la información que venía en la bolsa, mientras seguía profundamente vinculada con la postal. Y es que, en definitiva, más allá de las impecables presentaciones de sus productos, todos reciclables, ese animal, esa mirada, esa imagen viva, decía mucho del trabajo que realizan.
La “investigación” me llevó a Guasca, a poco más de una hora de Bogotá, municipio reconocido por tener varias reservas naturales, ser parte del Parque Natural Nacional Chingaza y tener paisajes verdes que invitan a propios y extraños a caminarlos y conocer un poco más. Ahí también está ubicado el centro de operación de Doseles.
Con una producción agropecuaria artesanal y limpia, complementada por procesos que promueven el reuso y reciclaje de sus residuos, fortalecen la educación de empleados locales y vecinos frente al cuidado de su ecosistema y del medioambiente que los rodea. En sus instalaciones enseñan, con mucha atención y esmero, el valor compartido de lo que significa una economía circular.
Sus productos, artesanales y frescos, tienen un diferencial que poco conocemos cuando compramos: el manejo ambiental. ¿Y eso cómo se come? pensarán muchos. Les hago un rápido resumen: significa que todos los procesos tienen perfectamente medida la huella de carbono que dejan, usan correctamente las energías y conocen el uso de su ciclo del agua.
Es así como Doseles cumple con muchos procesos soñados por todos: una producción limpia, artículos innovadores, cuidado del medioambiente y una comunidad que labora y crece de la mano de la empresa. Todo esto hace que la fórmula sea perfecta, como ellos mismos la definen: “¡nada genera mayor satisfacción que contribuir!”.
Como les comenté, el producto ganador de todas sus delicias es el tarro de yogurt griego, muy espeso y no deja grumos ni sabor a leche cuando se usa en recetas. Está hecho sin azúcar, y viene en una presentación mediana, que no tiene aditivos, manteniéndose fresco por unos 12 días después de abierto. Con él ya hice torta de naranja, puré de papa criolla y salsa de hongos: todos quedaron deliciosos. También ofrecen miel artesanal 100%, fresas y arándanos limpios y casado de dulce de leche y yogurt griego. Y, por favor, tienen que probar la mermelada porque su espectacular sabor mejora cualquier alimento sobre el que la pongan.
Doseles es de esos proyectos que nos recuerdan el tesón de los colombianos, que hemos entendido que cuando nos unimos y producimos en cadena, todos crecemos, y donde, sin lugar a dudas, el valor compartido hace que las cosas se conviertan en un ejemplo para otras comunidades.
Siempre he oído hablar sobre la teoría de los seis grados de separación y, aunque poco he entendido al respecto, tengo claro que afirma que cualquier persona está conectada a otra que se encuentre en el planeta por medio de una cadena de conocidos o amigos no mayor a seis personas entre los dos. Espero haberla comprendido bien, pues gracias a los emprendedores he descubierto, con sorpresa y alegría, que la teoría parece cumplirse a la perfección.
Veamos cómo: el amigo del amigo, el sobrino de una compañera de trabajo, la esposa del hijo de una amiga de mi mamá, o incluso el lector que me escribe recomendándome un proyecto. Todos, y muchos más así, hacen que las historias crezcan y, por ende, el directorio de productores y productos para los que pasan por aquí a leer #MadamePapita. Qué dicha que sea así, pues es una motivación más para este espacio.
Esta semana me pasó tal cual: la amiga de una amiga me enganchó con una postal de una vaca que me miraba fijamente, en medio de un paisaje increíble. Así encontré a @somosdoseles, emprendimiento que llegó con algunos productos lácteos, entre ellos un yogurt griego artesanal que se convirtió en parte de mi día a día, haciéndome olvidar varias marcas, y otros nuevos que me descrestaron, como su mermelada de arándanos, entre otras muy sabrosas, los besos de yogurt y unas deliciosas mezclas listas de yogurt griego con dulce de leche.
Luego de probarlos, empecé a revisar las redes con calma y a leer la información que venía en la bolsa, mientras seguía profundamente vinculada con la postal. Y es que, en definitiva, más allá de las impecables presentaciones de sus productos, todos reciclables, ese animal, esa mirada, esa imagen viva, decía mucho del trabajo que realizan.
La “investigación” me llevó a Guasca, a poco más de una hora de Bogotá, municipio reconocido por tener varias reservas naturales, ser parte del Parque Natural Nacional Chingaza y tener paisajes verdes que invitan a propios y extraños a caminarlos y conocer un poco más. Ahí también está ubicado el centro de operación de Doseles.
Con una producción agropecuaria artesanal y limpia, complementada por procesos que promueven el reuso y reciclaje de sus residuos, fortalecen la educación de empleados locales y vecinos frente al cuidado de su ecosistema y del medioambiente que los rodea. En sus instalaciones enseñan, con mucha atención y esmero, el valor compartido de lo que significa una economía circular.
Sus productos, artesanales y frescos, tienen un diferencial que poco conocemos cuando compramos: el manejo ambiental. ¿Y eso cómo se come? pensarán muchos. Les hago un rápido resumen: significa que todos los procesos tienen perfectamente medida la huella de carbono que dejan, usan correctamente las energías y conocen el uso de su ciclo del agua.
Es así como Doseles cumple con muchos procesos soñados por todos: una producción limpia, artículos innovadores, cuidado del medioambiente y una comunidad que labora y crece de la mano de la empresa. Todo esto hace que la fórmula sea perfecta, como ellos mismos la definen: “¡nada genera mayor satisfacción que contribuir!”.
Como les comenté, el producto ganador de todas sus delicias es el tarro de yogurt griego, muy espeso y no deja grumos ni sabor a leche cuando se usa en recetas. Está hecho sin azúcar, y viene en una presentación mediana, que no tiene aditivos, manteniéndose fresco por unos 12 días después de abierto. Con él ya hice torta de naranja, puré de papa criolla y salsa de hongos: todos quedaron deliciosos. También ofrecen miel artesanal 100%, fresas y arándanos limpios y casado de dulce de leche y yogurt griego. Y, por favor, tienen que probar la mermelada porque su espectacular sabor mejora cualquier alimento sobre el que la pongan.
Doseles es de esos proyectos que nos recuerdan el tesón de los colombianos, que hemos entendido que cuando nos unimos y producimos en cadena, todos crecemos, y donde, sin lugar a dudas, el valor compartido hace que las cosas se conviertan en un ejemplo para otras comunidades.