¿De verdad es sano? ¿De verdad es nutritivo? ¿Seguro me adelgaza? De verdad, poco o nada leemos etiquetas o le prestamos atención a la información nutricional de lo que compramos. Lo que sí nos encanta en esta época son las fórmulas mágicas que saltan a la vista: adelgace por minuto y durmiendo, fortifique mientras trabaja, 90-60-90 en un mes; en fin, todo tipo de promesas de belleza en un solo paso.
Promesas y más promesas que por sí solas son como las 12 uvas de Año Nuevo, entre abrazos y brindis se quedan pendientes hasta el año siguiente. La vida es más sabrosa y menos cuadriculada cuando soltamos un poco los ideales de belleza y comenzamos a convivir con lo orgánico que nos rodea.
A mí la verdad me cansa hacer mercado con la tabla periódica en una mano y el vademécum en la otra; quizá lo mejor para saber qué comprar es seguir nuestro instinto de abuela y recurrir a lo que menos elaboración tenga y más fresco se presente ante los ojos. Todos sabemos qué es bueno para nuestra salud y más aún hoy en día que la información de cada producto es un derecho.
La lucha diaria con la dieta la he librado a punta de zanahoria y garrote, un poco de ejercicio diario, no repetir comidas, balancear lo que se presenta en mi plato, pero también de vez en cuando darle premios a la vida y al corazón con un chocolate, un buen vino o algún regalo de esos que llegan a mi oficina y que, como decía mi abuela, no se deben despreciar.
No hay que ser modelos de portada o maniquíes de boutique para vernos y sentirnos bien, los seres de carne y hueso tenemos la particularidad de que tenemos curvas, sonreímos con los ojos cerrados cuando nos metemos algo a la boca (y cuando nos besamos) y sin pasarnos al otro extremo gozamos de pecar y empatar.
Después de pasar por muchas dietas, darme látigo con gimnasios superestrictos y mirar de reojo la comida real, me doy cuenta de que todos los extremos son malos y que no hay cómo cuidarse sin apachurrar el alma y mi esencia humana de gozar la vida.
Y para gozar hoy los invito a que se pasen por Instagram y visiten estos dos perfiles: @hassintocolombia y @pataysas.
Hassinto Colombia: Aguacates hass tipo exportación del campo a su mesa, cultivados en montañas del Eje Cafetero, en la región de La Bella. Garantizan la calidad de estos maravillosos aguacates. A sus casas llegarán en una caja perfecta que les asegura el proceso de maduración, llegan verdes y a media maduración y siguiendo las instrucciones van a tener 12 perfectos aguacates para varios días.
Patay: Fresas frescas en la puerta de la casa. La caja y su empaque garantizan que en la nevera o en un lugar fresco esta fruta es de infarto. A diferencia de la queja de todos, que las fresas no saben a fresa, estas son un bocado del cielo. De excelente tamaño, sabor perfecto y en el punto de maduración ideal, estas fresas son ideales para cualquier dieta.
¿De verdad es sano? ¿De verdad es nutritivo? ¿Seguro me adelgaza? De verdad, poco o nada leemos etiquetas o le prestamos atención a la información nutricional de lo que compramos. Lo que sí nos encanta en esta época son las fórmulas mágicas que saltan a la vista: adelgace por minuto y durmiendo, fortifique mientras trabaja, 90-60-90 en un mes; en fin, todo tipo de promesas de belleza en un solo paso.
Promesas y más promesas que por sí solas son como las 12 uvas de Año Nuevo, entre abrazos y brindis se quedan pendientes hasta el año siguiente. La vida es más sabrosa y menos cuadriculada cuando soltamos un poco los ideales de belleza y comenzamos a convivir con lo orgánico que nos rodea.
A mí la verdad me cansa hacer mercado con la tabla periódica en una mano y el vademécum en la otra; quizá lo mejor para saber qué comprar es seguir nuestro instinto de abuela y recurrir a lo que menos elaboración tenga y más fresco se presente ante los ojos. Todos sabemos qué es bueno para nuestra salud y más aún hoy en día que la información de cada producto es un derecho.
La lucha diaria con la dieta la he librado a punta de zanahoria y garrote, un poco de ejercicio diario, no repetir comidas, balancear lo que se presenta en mi plato, pero también de vez en cuando darle premios a la vida y al corazón con un chocolate, un buen vino o algún regalo de esos que llegan a mi oficina y que, como decía mi abuela, no se deben despreciar.
No hay que ser modelos de portada o maniquíes de boutique para vernos y sentirnos bien, los seres de carne y hueso tenemos la particularidad de que tenemos curvas, sonreímos con los ojos cerrados cuando nos metemos algo a la boca (y cuando nos besamos) y sin pasarnos al otro extremo gozamos de pecar y empatar.
Después de pasar por muchas dietas, darme látigo con gimnasios superestrictos y mirar de reojo la comida real, me doy cuenta de que todos los extremos son malos y que no hay cómo cuidarse sin apachurrar el alma y mi esencia humana de gozar la vida.
Y para gozar hoy los invito a que se pasen por Instagram y visiten estos dos perfiles: @hassintocolombia y @pataysas.
Hassinto Colombia: Aguacates hass tipo exportación del campo a su mesa, cultivados en montañas del Eje Cafetero, en la región de La Bella. Garantizan la calidad de estos maravillosos aguacates. A sus casas llegarán en una caja perfecta que les asegura el proceso de maduración, llegan verdes y a media maduración y siguiendo las instrucciones van a tener 12 perfectos aguacates para varios días.
Patay: Fresas frescas en la puerta de la casa. La caja y su empaque garantizan que en la nevera o en un lugar fresco esta fruta es de infarto. A diferencia de la queja de todos, que las fresas no saben a fresa, estas son un bocado del cielo. De excelente tamaño, sabor perfecto y en el punto de maduración ideal, estas fresas son ideales para cualquier dieta.