Estas épocas se caracterizan por ser un desborde de emociones, de actividades y de necesidades que parecen sacadas de un cuento de terror. Colegios cerrando con cuanto evento social se les ocurre; materias en vilo para más de uno en universidades y colegios, y ni qué decir de los horarios de atención al cliente, que hoy necesita mucha tolerancia porque ese factor llamado tiempo ya no importa.
Este año, Navidad cae en martes. Ya comienzan a llegar mails con cambios de horarios, pero ¿qué pasa con el resto de los mortales que tenemos que seguir produciendo, entregando y hasta atendiendo pedidos? Suena raro, ¿no? Mientras todos se programan para fiestas, hay un amplio grupo de gente que vive su mejor temporada en ventas.
En estos primeros días de diciembre, el balance de muchos restaurantes ha sido: el mercado está lento. Habla uno con las personas que van a ferias artesanales y dicen lo mismo. Entonces, ¿será cuestión de bola de cristal o una economía desacelerada? Lo que sea que esté pasando es un campanazo para organizarnos en planes, compras y actividades priorizando en lo local.
Reglas básicas que hemos defendido: si reserva, llegue y disfrute, o cancele con tiempo. Si tiene reuniones agendadas, cumpla o por lo menos avise. Esta semana me pasó y es realmente desagradable ver lo poco que le importa a la gente citarlo a uno y no llegar, con la excusa de un malentendido. Si hace un pedido tarde, no se confíe en el domicilio: hágale seguimiento, y si tiene dudas, pues pase usted mismo a revisar lo que ordenó.
Vivimos en un momento donde el tiempo es un tesoro y esperamos que todo con un domicilio salga bien. ¡Error! Las tiendas y restaurantes hacen su mejor esfuerzo en sus entregas, pero los domiciliarios tercerizados muchas veces tienen cuotas de pedidos que cumplir, tiempo ajustado y, en muchos casos, la calidad de entrega no es prioridad. Volvamos a los pedidos directos, a tener claro cómo se pide, dónde se pide y las condiciones del mismo. Por demás, siendo nochebuena un día de semana laboral, evítese la fatiga: no haga pedidos sobre el tiempo, se lo dice una experta en sufrir por gusto.
Opciones tenemos por montón: hay menús de cenas preparadas rodando en redes; los restaurantes tienen experiencias especiales para la fecha, y hay muchísimos emprendedores ofrecen servicios de chef en casa para esta oportunidad. Entonces, ¿y si lo hacemos bien? Nos tomamos el tiempo y, además, reconocemos el valor de la cadena de valor de cada establecimiento. Aquí aplica plenamente lo de ser pilo paga: hágase el favor de ir a la plaza temprano, de encargarle a productores locales lo que más les gustaría en su plato y, por favor, pare de sufrir si las cosas no llegan a tiempo o como usted se las imagina: es el riesgo básico de usar plataformas de domicilio.
¡Para la muestra, un botón de lo que pasa cuando uno decide hacer las cosas bien! @kinjobog me ayudó esta semana con una cena para celebrar el año con los amigos. Estaba sobrepasada de trabajo, las entregas que tenía eran varias y llenas de detalles, y opté por soltar. Esta sería la primera navidad con las amigas que no sería hecha por mí. Y salió todo mejor que en casa, pues el tiempo era para compartir. Pedido directo, con horas claras y una presentación impecable de cada producto. Sushi, baos, uno que otro marisco como camarones crocantes en su punto y muy frescos. Todo listo para poner en bandejas, o hasta en su mismo empaque.
El secreto de esto: el corazón que le pone el restaurante para lograr que la experiencia sea la misma en casa que cuando vamos al local. Anímense a crear experiencias en casa, dense uno que otro regalo en familia, de tener tiempo y compartir sin tanta dificultad. Finalmente, les aseguro que soltar y confiar es un regalo inmenso para todos los invitados a la mesa.
Ultimo hervor: Alarmante la cifra de quemados que llevamos. Es sobrecogedor ver las familias que, luego de la tragedia, piden el no uso de la pólvora. ¡Es el mundo al revés! No llegamos a la primera quincena del mes y esto es un desastre. Hagámoslo bien, con fiestas donde el quemón sea por el mordisco de natilla caliente y la angustia sea que no podamos comer más.
Estas épocas se caracterizan por ser un desborde de emociones, de actividades y de necesidades que parecen sacadas de un cuento de terror. Colegios cerrando con cuanto evento social se les ocurre; materias en vilo para más de uno en universidades y colegios, y ni qué decir de los horarios de atención al cliente, que hoy necesita mucha tolerancia porque ese factor llamado tiempo ya no importa.
Este año, Navidad cae en martes. Ya comienzan a llegar mails con cambios de horarios, pero ¿qué pasa con el resto de los mortales que tenemos que seguir produciendo, entregando y hasta atendiendo pedidos? Suena raro, ¿no? Mientras todos se programan para fiestas, hay un amplio grupo de gente que vive su mejor temporada en ventas.
En estos primeros días de diciembre, el balance de muchos restaurantes ha sido: el mercado está lento. Habla uno con las personas que van a ferias artesanales y dicen lo mismo. Entonces, ¿será cuestión de bola de cristal o una economía desacelerada? Lo que sea que esté pasando es un campanazo para organizarnos en planes, compras y actividades priorizando en lo local.
Reglas básicas que hemos defendido: si reserva, llegue y disfrute, o cancele con tiempo. Si tiene reuniones agendadas, cumpla o por lo menos avise. Esta semana me pasó y es realmente desagradable ver lo poco que le importa a la gente citarlo a uno y no llegar, con la excusa de un malentendido. Si hace un pedido tarde, no se confíe en el domicilio: hágale seguimiento, y si tiene dudas, pues pase usted mismo a revisar lo que ordenó.
Vivimos en un momento donde el tiempo es un tesoro y esperamos que todo con un domicilio salga bien. ¡Error! Las tiendas y restaurantes hacen su mejor esfuerzo en sus entregas, pero los domiciliarios tercerizados muchas veces tienen cuotas de pedidos que cumplir, tiempo ajustado y, en muchos casos, la calidad de entrega no es prioridad. Volvamos a los pedidos directos, a tener claro cómo se pide, dónde se pide y las condiciones del mismo. Por demás, siendo nochebuena un día de semana laboral, evítese la fatiga: no haga pedidos sobre el tiempo, se lo dice una experta en sufrir por gusto.
Opciones tenemos por montón: hay menús de cenas preparadas rodando en redes; los restaurantes tienen experiencias especiales para la fecha, y hay muchísimos emprendedores ofrecen servicios de chef en casa para esta oportunidad. Entonces, ¿y si lo hacemos bien? Nos tomamos el tiempo y, además, reconocemos el valor de la cadena de valor de cada establecimiento. Aquí aplica plenamente lo de ser pilo paga: hágase el favor de ir a la plaza temprano, de encargarle a productores locales lo que más les gustaría en su plato y, por favor, pare de sufrir si las cosas no llegan a tiempo o como usted se las imagina: es el riesgo básico de usar plataformas de domicilio.
¡Para la muestra, un botón de lo que pasa cuando uno decide hacer las cosas bien! @kinjobog me ayudó esta semana con una cena para celebrar el año con los amigos. Estaba sobrepasada de trabajo, las entregas que tenía eran varias y llenas de detalles, y opté por soltar. Esta sería la primera navidad con las amigas que no sería hecha por mí. Y salió todo mejor que en casa, pues el tiempo era para compartir. Pedido directo, con horas claras y una presentación impecable de cada producto. Sushi, baos, uno que otro marisco como camarones crocantes en su punto y muy frescos. Todo listo para poner en bandejas, o hasta en su mismo empaque.
El secreto de esto: el corazón que le pone el restaurante para lograr que la experiencia sea la misma en casa que cuando vamos al local. Anímense a crear experiencias en casa, dense uno que otro regalo en familia, de tener tiempo y compartir sin tanta dificultad. Finalmente, les aseguro que soltar y confiar es un regalo inmenso para todos los invitados a la mesa.
Ultimo hervor: Alarmante la cifra de quemados que llevamos. Es sobrecogedor ver las familias que, luego de la tragedia, piden el no uso de la pólvora. ¡Es el mundo al revés! No llegamos a la primera quincena del mes y esto es un desastre. Hagámoslo bien, con fiestas donde el quemón sea por el mordisco de natilla caliente y la angustia sea que no podamos comer más.