Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Joao Guilherme Ripper es un fecundo compositor de Brasil, cuya producción incluye varias óperas, una de las cuales, “Domitila” fue presentada en el Teatro Santo Domingo, en presencia del autor y con un elenco que incluía a la soprano Ana Quintans y a tres músicos acompañantes, el pianista Borja Mariño, la clarinetista Irene Martínez Navarro y el violoncelista Esteban Jiménez. Ellos interpretaron esta obra, que al autor llama ópera de cámara, y que consiste en una serie de monólogos basados en la correspondencia del emperador Pedro I de Brasil a su amante de turno, Domitila de Castro, marquesa de Santos, la que el título a esta creación.
Yo no estoy muy seguro de que en realidad se trate de una ópera, ya que en realidad no hay un argumento definido, ya que la correspondencia va desde unas iniciales declaraciones apasionadas del monarca, hasta la ruptura final para que este se pueda casar con otra mujer. Cada carta es un movimiento de la obra o sea que se trata de una serie de textos no continuos, con el tema central aludido, pero que es ópera tanto como podría serlo, para poner un ejemplo, el “Pierrot Lunaire”, esa obra maestra de Schonberg. En la música de “Domitila” se mezcla una serie de lenguajes musicales que llegan incluso a momentos atonales, pasando por alusiones a melodías populares, con momentos muy efectistas, aunque uno podría pensar que ellos son algo repetitivos. La cantante, que domina su papel estuvo a momentos acompañada en la actuación por los mismos músicos que formaban el trío acompañante, intervenciones que hay que decir, fueron de gran imaginación.
El montaje estuvo a cargo de la directora escénica Nicole Beller Carbone, quien optó por presentar la pieza, no en forma realista, como se ha hecho en otros montajes (que están subidos a las redes), sino más bien tratando de reflejar los estados de ánimo de la protagonista. Lo cierto es que fue una representación muy imaginativa y variada, que contribuyó mucho a que se entendiera el contexto de la obra, que resultó así ganando gracias a una afortunada creación escénica.
En esta presentación, hubo una colaboración entre la Fundación Juan March y el Teatro de la Zarzuela de Madrid, con el Teatro Santo Domingo y esto es notable, ya que dados los costos de montar cualquier espectáculo lírico, estas colaboraciones hacen sentido económicamente y nos permitió ver esta obra, de gran novedad, ya que su estreno mundial fue solo hace unos pocos años. De todas formas se trató de un espectáculo interesante, interpretado con fervor y cuya atención no decayó en ningún momento.
