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En nuestra época no es que abunden, como en otros tiempos, figuras del arte lírico de las cuales se pueda decir que son de los más grandes cantantes de la historia. Una de ellas fue la inmensa soprano Renata Scotto, figura legendaria, que acaba de morir poco antes de llegar a los noventa años.
Una artista completa, la Scotto unía a una voz privilegiada dotes histriónicas que hacían que cualquier representación suya fuera un real acontecimiento. Cuando comenzó, apenas pasada la adolescencia, se presentó a una audición en la famosa Scala de Milán y cuando el director musical, uno de los jurados, la oyó dijo que no había necesidad de oír a nadie más; tal era su altura artística.
Así inició su brillante carrera internacional, en la cual cantó en todas las grandes casas de ópera del mundo y con los más prestigiosos directores y al lado de muchos de los principales cantantes de su tiempo. Decían que ella era de las pocas sopranos en la historia que nunca tuvo una crítica mala, aunque hay que agregar que casi arruina su reputación por su decisión de seguir cantando cuando ya sus dotes vocales no eran lo que fueron antes, así hiciera papeles que no requerían su opulenta voz de ayer .
Sin embargo, Renata Scotto supo que era el momento de retirarse y se embarcó en una carrera nueva como directora escénica de óperas, en la cual fue elogiada, así sus montajes en general se enmarcaban en una tradición que ella conocía a la perfección.
También fue generosa y compartió sus conocimientos con clases maestras en las cuales dio pautas a muchas de las tantas estrellas de hoy. Su vida privada transcurrió sin escándalos, con un solo marido con el cual compartió por decenios su vida familiar.
Su repertorio incluyó casi todas la óperas importantes, ya que era capaz de pasar de los papeles más dramáticos a los roles de coloratura, en los cuales brilló. Sin embargo su papel básico, del cual quedan numerosas grabaciones fue el de Madame Butterfly, de la cual hizo grabaciones que se consideran definitivas. Sin embargo sus versiones en óperas como Fausto, Otelo, Traviata, Don Carlos y otras, también han sido elogiadas como parangones y afortunadamente ella dejó abundantes grabaciones como herencia artística incomparable.
Con la muerte de Renata Scotto el mundo de la ópera ha perdido a una de sus grandes exponentes y por eso los tributos de admiración que se han publicado muestran el alcance lamentable de esta desaparición.