En estos días se cumple el 170avo aniversario del nacimiento de Oscar Wilde, uno de los más pintorescos y excelentes ejemplos de la literatura inglesa. Sus obras de teatro se siguen representando y no hay antología de grandes frases donde no figuren al menos algunas del gran escritor irlandés. Un de ellas podría describirlo a él cuando dijo que “Cínico es quien ve las cosas como realmente son y no como se quiere que sean”. Por eso en su dramaturgia siempre hay una crítica a la sociedad inglesa de sus tiempos, mostrando aspectos de ella, que a sus contemporáneos les chocó que revelara. Podía ser dramático como en Un marido ideal o caustico como en esa deliciosa comedia de maneras que es La importancia de ser Ernesto. No en vano en la Londres de sus tiempos estaban en cartelera simultáneamente tres de sus obras, con asistencia de un público que actuaba como si estuviera protestando ante ese espejo cruel que Wilde ponía ante ellos.
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En estos días se cumple el 170avo aniversario del nacimiento de Oscar Wilde, uno de los más pintorescos y excelentes ejemplos de la literatura inglesa. Sus obras de teatro se siguen representando y no hay antología de grandes frases donde no figuren al menos algunas del gran escritor irlandés. Un de ellas podría describirlo a él cuando dijo que “Cínico es quien ve las cosas como realmente son y no como se quiere que sean”. Por eso en su dramaturgia siempre hay una crítica a la sociedad inglesa de sus tiempos, mostrando aspectos de ella, que a sus contemporáneos les chocó que revelara. Podía ser dramático como en Un marido ideal o caustico como en esa deliciosa comedia de maneras que es La importancia de ser Ernesto. No en vano en la Londres de sus tiempos estaban en cartelera simultáneamente tres de sus obras, con asistencia de un público que actuaba como si estuviera protestando ante ese espejo cruel que Wilde ponía ante ellos.
Eso, más que su vida privada, fue la que quizá causó su caída. Se enamoró de un jovencito irresponsable llamado Alfred Douglas y esa pasión le trajo consecuencias lamentables que hizo que desapareciera en una espiral violenta que lo llevó a la cárcel y después hizo que se exiliara a París donde vivió el resto de su vida y donde escribió, en francés, otra obra maestra, Salomé, que fue llevada al mundo de la ópera en forma magnífica por Ricardo Strauss.
Aún así llegó a manifestar en otra de sus grandes sentencias que “No me gusta que la gente esté de acuerdo conmigo porque siempre creo que entonces estoy equivocado”. Pero que no lo estaba lo demuestra que sus obras se siguen representando, que se han llevado con frecuencia al cine y que todas sus críticas y burlas a la sociedad, aún hoy día tienen vigencia.
Algunos de sus cortos cuentos infantiles son además de una ternura inconcebible así como sus cuentos para adultos, siempre con un fondo sarcástico y un sentido del humor que hoy se llamaría negro. Su única novela El retrato de Dorian Gray, donde un crápula permanece en persona joven y fresco, mientras que un retrato suyo envejece y refleja todos los vicios, tiene tantas capas de simbolismo que aún hoy día es estudiada en los cursos de creación literaria de las universidades.
A los 170 años de su nacimiento, la reputación de Wilde permanece y crece. Es posible que él, en el más allá esté observando eso con una sonrisa sardónica y repitiendo otra de sus frases célebres, es de que “La vida es algo demasiado importante como para tomarla en serio”.