Publicidad

El arte y la cultura

Nueva obra de Mozart

Manuel Drezner
14 de octubre de 2024 - 01:16 a. m.

Hace unos días se anunció con bombos y platillos el redescubrimiento de una obra desconocida de Mozart, escrita cuando tenía poco más de diez años. Se trata de una pieza de unos doce minutos de duración para dos violines y bajo, con siete movimientos breves, y fue estrenada en Leipzig y luego llevada al disco, en una edición que aparecerá próximamente. Bueno, esa parece ser una gran noticia, pero no es tan importante como parece. De hecho, la nueva edición del catálogo de Köchel que enumera toda la obra de Mozart, en su última edición, incluye más de 60 obras que no se conocían antes.

No pasa semana sin que, con grandes titulares, nos informen que se ha redescubierto una obra de un gran maestro del pasado. No hace mucho nos contaron que apareció un Da Vinci y que un cuadro del Museo Metropolitano de Nueva York que estaba arrinconado por mucho tiempo resultó ser un autorretrato de Velázquez. La impresión es que los grandes maestros iban creando y olvidando lo que creaban.

La verdad es muy diferente. Todas esas obras que aparecen como por arte de magia suelen ser creaciones bastante menores que muchas veces no hacen honor a los artistas a quienes se atribuyen. Eso pasó, por ejemplo, hace algunos años, cuando nos comunicaron con alborozo que había aparecido una nueva sinfonía de Beethoven, a la que bautizaron “Sinfonía Jena” y procedieron a grabarla. Pero quienes la oyeron la consideraron una pieza bastante regular y, al poco tiempo de esa entusiasta acogida al descubrimiento, se constató que era una obra de un tal Witt y la Sinfonía Jena volvió a ser olvidada. Y eso por no decir nada de un vivo que dijo haber reconstruido la Décima Sinfonía de Beethoven; incluso esa tuvo su vigencia por un tiempo, afortunadamente corto. Lo mismo pasó con una sinfonía de Grieg, descubierta hace unos años, con óleos de Vermeer que resultaron ser hábiles falsificaciones y hasta con dramas de Shakespeare que a cada rato aparecen. Es lástima que esos anuncios no confirmen la reaparición de lo que debió haber sido una obra única, la “Ariadna” de Monteverdi, de la que existen trozos que hacen pensar que la obra completa debería haber sido sublime. Pero eso no ha sucedido y los descubrimientos que a cada rato nos anuncian, al poco tiempo siguen tan olvidados como lo estaban antes. La razón es que muy probablemente los artistas creadores y su público no son tan distraídos como los hacen creer, y las obras buenas las guardan con orgullo y se conocen, mientras que las otras, las menos buenas, las han dejado en un cajón porque no están interesados en ellas y para lo único que sirven es para que un sabio anuncie al mundo esos redescubrimientos.

Por tanto, uno debe dedicarse a gozar lo que existe, con la seguridad de que eso es lo bueno y que los deseos de obras maestras, que de pronto son desempolvadas porque nadie las conocía, no son sino eso: deseos que, lamentablemente, casi nunca se cumplen. Esos redescubrimientos, uno sospecha, no son tanto para honrar a un maestro del pasado, sino para hacer publicidad a algún experto del presente.

 

Gines de Pasamonte(86371)Hace 1 hora
“óleos de Vermeer que resultaron ser hábiles falsificaciones”. ¡Nada de eso, don Manuel! Ese hábil “falsificador” fue nada menos que: Van Meegeren, quien le vendió a Goering, varios cuadros supuestamente de Vermeer. De hecho, uno de sus cuadros falsos, "Los discípulos de Emaús", había sido certificado por el especialista de más prestigio en Holanda, como una obra maestra de Vermeer. En el Rijksmuseum de Amsterdam los falsos Vermeer son tanto a más visitados que los auténticos. ¡Plop!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar