Con la muerte de Carlos José Reyes, hace unos días, desaparece uno más de los pocos, al lado de personajes como Santiago García, Fausto Cabrera, Enrique Buenaventura y algunos más que quedaban de la generación que creó los movimientos teatrales colombianos que aún perduran. Pero Reyes, además de ser hombre de teatro, fue lo que se podría llamar un intelectual completo, que igual sabía de las artes dramáticas que de cine, de pintura y de música. Era un conversador ameno sobre casi cualquier tema y un incansable coleccionista.
Además, es recordado por los diez fructíferos años que fue director de la Biblioteca Nacional, una de las entidades culturales más importantes del país y de América. Él me dijo alguna vez que ese tiempo en la Biblioteca había sido una experiencia inigualable, ya que pudo desarrollar muchas ideas, entre ellas la de construir un auditorio que aún hoy día tiene vigencia. También en ese cargo puso las bases para preservar muchos ejemplos de la cultura colombiana y fue uno de los que convirtió la Biblioteca, que pasó de ser un simple depósito de libros, en un importante aguijón para la divulgación de las tradiciones colombianas. Uno de los fundadores del Teatro Popular de Bogotá, una iniciativa que infortunadamente se hundió por la codicia de alguna socia que quiso apoderarse de lo que habían creado otros. Pero el TPB, mientras duró, mostró cuantas cosas se podían hacer y ninguna meta fue demasiado ambiciosa para Reyes y sus compañeros. Ahí quedó una semilla y de no haber sido por la labor de esos pioneros posiblemente no existirían las más de cien salas teatrales con que cuenta la ciudad.
Participó con Santiago García en la fundación de otras salas teatrales y de hecho la primera obra que se presentó en lo que hoy es el Teatro de la Candelaria, fue una adaptación de una novela que hizo Carlos José Reyes. Fue igualmente un gran especialista en la vida y obra de Cervantes y de hecho su discurso de ingreso a la Academia Colombiana de la Lengua fue sobre este genio. Igualmente, hizo un estudio que recogió en varios volúmenes, sobre Teatro y violencia en dos siglos de historia de Colombia, un original y profundo trabajo que le hizo merecedor de premios culturales.
La desaparición de Carlos José Reyes es un duro golpe a la cultura colombiana, pero la fértil herencia que dejó perdurará por mucho tiempo.
Con la muerte de Carlos José Reyes, hace unos días, desaparece uno más de los pocos, al lado de personajes como Santiago García, Fausto Cabrera, Enrique Buenaventura y algunos más que quedaban de la generación que creó los movimientos teatrales colombianos que aún perduran. Pero Reyes, además de ser hombre de teatro, fue lo que se podría llamar un intelectual completo, que igual sabía de las artes dramáticas que de cine, de pintura y de música. Era un conversador ameno sobre casi cualquier tema y un incansable coleccionista.
Además, es recordado por los diez fructíferos años que fue director de la Biblioteca Nacional, una de las entidades culturales más importantes del país y de América. Él me dijo alguna vez que ese tiempo en la Biblioteca había sido una experiencia inigualable, ya que pudo desarrollar muchas ideas, entre ellas la de construir un auditorio que aún hoy día tiene vigencia. También en ese cargo puso las bases para preservar muchos ejemplos de la cultura colombiana y fue uno de los que convirtió la Biblioteca, que pasó de ser un simple depósito de libros, en un importante aguijón para la divulgación de las tradiciones colombianas. Uno de los fundadores del Teatro Popular de Bogotá, una iniciativa que infortunadamente se hundió por la codicia de alguna socia que quiso apoderarse de lo que habían creado otros. Pero el TPB, mientras duró, mostró cuantas cosas se podían hacer y ninguna meta fue demasiado ambiciosa para Reyes y sus compañeros. Ahí quedó una semilla y de no haber sido por la labor de esos pioneros posiblemente no existirían las más de cien salas teatrales con que cuenta la ciudad.
Participó con Santiago García en la fundación de otras salas teatrales y de hecho la primera obra que se presentó en lo que hoy es el Teatro de la Candelaria, fue una adaptación de una novela que hizo Carlos José Reyes. Fue igualmente un gran especialista en la vida y obra de Cervantes y de hecho su discurso de ingreso a la Academia Colombiana de la Lengua fue sobre este genio. Igualmente, hizo un estudio que recogió en varios volúmenes, sobre Teatro y violencia en dos siglos de historia de Colombia, un original y profundo trabajo que le hizo merecedor de premios culturales.
La desaparición de Carlos José Reyes es un duro golpe a la cultura colombiana, pero la fértil herencia que dejó perdurará por mucho tiempo.