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Hace cuarenta años fue la muerte de Enrique Uribe White, uno de los más polifacéticos intelectuales que ha tenido Colombia. Quienes tienen memoria larga recordarán sus programas en los inicios de la televisión colombiana, donde presentaba, ilustrándolos adecuadamente, toda clase de temas científicos, desde la teoría de la relatividad hasta un análisis de las embarcaciones con las que Colón llegó a América. No era universalmente acogido y se recuerda un anuncio que apareció en un periódico donde un televidente frustrado proponía: “Se vende televisor, motivo, Uribe White”. Pero para quienes gozábamos con las originales descripciones del presentador, ese programa era de gran valor educativo, ya que develaba muchos misterios de la ciencia.
Pero además Uribe White fue una personalidad única, ya que sus conocimientos cubrían toda una gama que incluía formas de navegar, los misterios de la poesía de Safo, una completa antología iconográfica del Libertador Simón Bolívar y otros temas tan variados como interesantes. Fue director de la revista Pan, una de las grandes publicaciones que se han hecho en el país, y además editó libros multitemáticos que él mismo imprimía y distribuía. Tenía un completo taller donde podía construir los más enrevesados aparatos para demostrar en vivo cualquier teoría por la que se le preguntara.
Aunque algunos le achacaban fama de huraño, lo cierto es que su casa, que él bautizó Santa Eulalia, era un asilo donde todo el mundo era bienvenido y donde Uribe White daba muestras de exquisita hospitalidad. En el país son pocos los sabios (en todo el sentido de la palabra) que se le hayan podido equiparar y por eso vale la pena recordarlo en este aniversario, luctuoso para quienes fuimos sus amigos.