Una de las grandes virtudes que tuvo Julio E. Sánchez, uno de los pioneros de la televisión comercial en nuestro país, quien falleció hace unos días, fue que, a pesar de provenir de la radio, donde fue locutor estrella, él supo que en la TV lo visual jugaba un papel importante y no se limitó a trasladar las herramientas de la radiodifusión al nuevo medio. Por eso sus programas tenían un atractivo donde la novedad y el interés se juntaban a imágenes fuertes que les daban un sello especial.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Una de las grandes virtudes que tuvo Julio E. Sánchez, uno de los pioneros de la televisión comercial en nuestro país, quien falleció hace unos días, fue que, a pesar de provenir de la radio, donde fue locutor estrella, él supo que en la TV lo visual jugaba un papel importante y no se limitó a trasladar las herramientas de la radiodifusión al nuevo medio. Por eso sus programas tenían un atractivo donde la novedad y el interés se juntaban a imágenes fuertes que les daban un sello especial.
Por muchos años, mi oficina estuvo puerta de por medio de la de Sánchez y por eso tuvimos contacto diario casi permanente, ya que el tinto que tomábamos juntos se convirtió en ritual frecuente para discutir temas de actualidad, problemas de los programas de televisión y hasta para preparar anualmente la polla sobre quién iba a ser la nueva Miss Universo, cuya coronación era programa que él valientemente trajo por muchos años al país. Y digo valientemente porque, pese al riesgo financiero que implicaba hacerse a esa franquicia, él fue el primero que se decidió a afrontarlo en Colombia, con el éxito que todos conocemos.
Personalmente, fui una especie de asesor suyo cuando necesitaba contratar a alguien con conocimientos de inglés y me enviaba a su candidato a que le hiciera una comprobación de que sí sabía el idioma. Igualmente, cuando necesitaba un fondo de música clásica para un segmento de alguno de sus programas, era conmigo con quien lo escogía.
Sin embargo, lo que más se recuerda de Julio E. Sánchez, aparte de su cálida personalidad, es que fue un caballero que hacía negocios sin necesidad de grandes escrituras, sino que a él le bastaba con un apretón de manos. Ese precursor de muchas formas de hacer TV hará falta.