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El premio Nobel de Economía anunciado esta semana fue otorgado a tres economistas—Acemoglu, Johnson y Robinson. La distinción fue recibida en Colombia con más alborozo del usual porque dos de los ganadores tienen vínculos con el país. Acemoglu ha venido a la Universidad de los Andes y tiene varias investigaciones publicadas y en progreso con egresados y profesores de esta. Eso también es cierto para Robinson quién además ha dictado desde 1995 más de 20 cursos en la escuela de verano de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes. Esos cursos, abiertos a estudiantes de otras universidades, los han tomado más de 800 estudiantes algunos de los cuales desplegaron luego exitosas carreras académicas en parte apalancadas por el empujón inicial de Robinson. En 2017, Robinson recibió el título de doctor Honoris Causa de la Universidad de los Andes.
La investigación más citada de los tres premiados se titula “Los orígenes coloniales del desarrollo comparativo: una investigación empírica”. Allí exploran el respaldo empírico a una teoría que ayudaría a explicar las diferencias en prosperidad a través de las naciones. La hipótesis es que las instituciones coloniales pueden ser un determinante relevante del desempeño económico actual de los países.
Los autores argumentan que las políticas de colonización llevaron al establecimiento de diferentes tipos de instituciones, que han persistido y moldeado los resultados económicos contemporáneos. Arguyen que en lugares donde las tasas de mortalidad de los colonizadores eran altas, estos establecieron instituciones extractivas que no protegían adecuadamente los derechos de propiedad o el imperio de la ley y donde su propósito estaba enfocado en transferir la mayor cantidad de recursos al colonizador. Estas instituciones, muestran los autores, han tenido un impacto negativo en el desarrollo económico presente. En donde la mortalidad de los colonizadores era baja (como en Australia, Nueva Zelanda, América del Norte) estos establecieron instituciones inclusivas que privilegiaron el estado de derecho y el fomento a la inversión, resultando siglos después en ingresos per cápita mucho mayores.
La buena noticia de esta investigación es que puede haber ganancias sustanciales en los ingresos de la población si hubiera mejoras en los diseños institucionales—que reduzcan los riesgos de expropiación, establezcan con claridad los derechos de propiedad, etc. La mala noticia de esa investigación es que las instituciones son persistentes, que muchos lugares en los que hace varios siglos se establecieron instituciones extractivas, hoy tienen todavía tienen diseños institucionales pobres. Hay algunas excepciones como Corea del Sur o Japón, pero decenas de otros no han escapado a esa trampa centenaria.
Traducido a Colombia, por ejemplo, las discusiones sobre actualizaciones catastrales, las reformas agrarias, el control territorial o las expropiaciones siguen estando en el léxico político actual, señal de que los anclajes institucionales que vinieron con la colonización pueden ser parte de la razón por la que no hemos llegado a un puerto más próspero.
X: @mahofste