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El ingreso de Colombia en 2021 y lo corrido de 2022 ha crecido de manera vigorosa. Esa es una buena noticia. Sí, es cierto que podemos argumentar que esa prosperidad no ha llegado a todos los hogares: tenemos el reto de volver a intentar aprobar las difíciles reformas tributarias y pensionales que ayudarían a construir un país donde esa prosperidad se reparta mejor. Pero ese hecho no niega que el ingreso subió, que eso es una buena noticia y que es mejor tener el reto de repartir la riqueza que la pobreza.
En lo que aún no nos ponemos de acuerdo es en las causas de esa prosperidad. Hay dos factores que han contribuido de manera relevante a ese salto, de los que poco se habla y nada tienen que ver con las políticas públicas locales. Responden más bien a buenos vientos de cola.
El primero es el sorprendente salto en las remesas que llegan desde el exterior. Las cifras son notables. Cada mes de 2021 entraron en promedio más de US$700 millones. Esa cifra es 21 % más alta que la de 2019 (para no caer en la falacia de comparar cifras con las de 2020, tan distorsionadas por la pandemia y los encierros). Si además convertimos esos datos a pesos, el salto es mucho más serio, pues el aumento en los montos ha venido de la mano con un debilitamiento de la moneda local. Ojo al dato: en pesos el incremento en 2021 relativo a 2019 es de ¡38 %! Así las cosas, ese rubro ya pesa 2,7 % del PIB. Sin duda, el hecho de que llegue a tantos millares de familias a lo largo y ancho del país constituye un motor escondido de la prosperidad.
La tendencia creciente no se detuvo en 2021. En los dos primeros meses de 2022, relativo a esos mismos meses de 2021, las remesas medidas en dólares han crecido 13 %, y 28 % convertidas a pesos. Harán falta estudios detallados para entender por qué han crecido tanto los montos enviados desde el exterior. Algunas explicaciones plausibles sugerirían que no podemos contar con que ese motor siga empujando al mismo ritmo: es posible que los montos hayan aumentado justo porque la economía local y el empleo andaban deprimidos; también es plausible que la elevada tasa de cambio invitara a aumentar los envíos aprovechando el peso tan barato. Si esas fueran causas importantes del incremento de las remesas, su crecimiento no mantendrá el ritmo previo: las condiciones de la economía han mejorado y el peso se ha fortalecido.
La otra dosis de buena suerte con la que hemos contado es el precio de nuestras exportaciones agropecuarias. Por ejemplo, el café. Atrás quedaron los tiempos en que los vaivenes de la economía colombiana se movían al son de este, pero sigue siendo cierto que medio millón de familias devengan ingresos de su explotación. El año pasado, la bonanza en precios del café implicó que sus exportaciones en dólares crecieron 36 % relativas a las de 2019, cifra que convertida a pesos supera el 50 %. Ese aumento es la cara amable del incremento en los precios globales de los alimentos. La otra cara la vemos en la inflación, que también permea a buena parte del planeta.
@mahofste