Se levanta la cuarentena. Se declara el aislamiento preventivo. Para algunos grupos etarios las restricciones se extienden hasta agosto. El aislamiento va hasta el 1° de julio, pero la cuarentena va hasta el 15 de junio en Bogotá.
Se levanta la cuarentena. Se declara el aislamiento preventivo. Para algunos grupos etarios las restricciones se extienden hasta agosto. El aislamiento va hasta el 1° de julio, pero la cuarentena va hasta el 15 de junio en Bogotá. En otras partes hay toques de queda. Que estos pueden salir media hora, pero no todos los días, los otros un par de horas, aquellos pueden producir, pero otros no. Que estamos en emergencia amarilla o naranja o quizá roja, pero no en todas partes. Cuarentena, aislamiento preventivo, aislamiento obligatorio, restricciones, confinamientos, toques de queda, emergencia cromática: cada uno parece significar algo distinto que los ciudadanos ya no entendemos. Las facultades especiales del Gobierno han dado origen a una explosión de decretos sin norte que ahora, cuando empezamos lentamente a acercarnos al pico de contagios, llegan desgastados.
Completamos dos meses y medio de matices en estas regulaciones. Los mayores de 70, con toda la razón, se rebelaron. Vendrán brotes de desobediencia civil y acciones judiciales luchando por reglas de juego sin discriminación etaria. Les auguro éxitos a las demandas contra el intento de archivarlos durante casi medio año. Vendrán también demandas contra las restricciones al trabajo: el orden en que se permite la reactivación de la producción es totalmente arbitrario y si, como algunos modelos anticipan, nos faltan más de tres meses para llegar al pico de contagios, ese derecho al trabajo se abrirá espacio por las buenas o por las malas. A niños y jóvenes les cerraron sus espacios a pesar de la creciente evidencia de que ese grupo es el que menos riesgo tiene frente al virus. Los colegios, universidades y centros de formación están clausurados y no están en el radar de la reactivación: como si allí no se produjera nada.
Los encierros nunca fueron (o debieron ser) concebidos como una estrategia para acabar con el virus en Colombia; eso no va a suceder a menos que aparezca una vacuna. Los encierros tenían un solo propósito: ganar tiempo para adecuar el sistema de salud y poder atender (que no atener) a un grupo de pacientes más grande del usual. Ese tiempo no fue aprovechado. Por ejemplo, para la región de Bogotá, el Gobierno había anunciado en marzo que las UCI pasarían de 1.000 a 4.000 para finales de mayo. Llegada esa fecha, el incremento a duras penas está en la décima parte de lo prometido. Nos explican que ¡oh sorpresa! se encontraron con que había una gran demanda mundial por los implementos.
Se asoma una tensión muy peligrosa. Por un lado, en términos de contagios, se vienen los tres meses más duros. Por el otro, relativo a la población económicamente activa que había hace un par de meses, más de un tercio de los colombianos están desempleados, lo que le agregará una fuerza incontenible a la rebelión contra los encierros.
El presidente da diarias alocuciones sin que nadie le pueda hacer preguntas difíciles. Gobernar parece interpretarlo como el arte de afinar y desafinar encierros y anunciar combos de subsidios. Necesitamos un norte, necesitamos hacer las preguntas difíciles para unos tiempos en que, digámoslo sin matices, el país se está desmoronando.
@mahofste
Se levanta la cuarentena. Se declara el aislamiento preventivo. Para algunos grupos etarios las restricciones se extienden hasta agosto. El aislamiento va hasta el 1° de julio, pero la cuarentena va hasta el 15 de junio en Bogotá.
Se levanta la cuarentena. Se declara el aislamiento preventivo. Para algunos grupos etarios las restricciones se extienden hasta agosto. El aislamiento va hasta el 1° de julio, pero la cuarentena va hasta el 15 de junio en Bogotá. En otras partes hay toques de queda. Que estos pueden salir media hora, pero no todos los días, los otros un par de horas, aquellos pueden producir, pero otros no. Que estamos en emergencia amarilla o naranja o quizá roja, pero no en todas partes. Cuarentena, aislamiento preventivo, aislamiento obligatorio, restricciones, confinamientos, toques de queda, emergencia cromática: cada uno parece significar algo distinto que los ciudadanos ya no entendemos. Las facultades especiales del Gobierno han dado origen a una explosión de decretos sin norte que ahora, cuando empezamos lentamente a acercarnos al pico de contagios, llegan desgastados.
Completamos dos meses y medio de matices en estas regulaciones. Los mayores de 70, con toda la razón, se rebelaron. Vendrán brotes de desobediencia civil y acciones judiciales luchando por reglas de juego sin discriminación etaria. Les auguro éxitos a las demandas contra el intento de archivarlos durante casi medio año. Vendrán también demandas contra las restricciones al trabajo: el orden en que se permite la reactivación de la producción es totalmente arbitrario y si, como algunos modelos anticipan, nos faltan más de tres meses para llegar al pico de contagios, ese derecho al trabajo se abrirá espacio por las buenas o por las malas. A niños y jóvenes les cerraron sus espacios a pesar de la creciente evidencia de que ese grupo es el que menos riesgo tiene frente al virus. Los colegios, universidades y centros de formación están clausurados y no están en el radar de la reactivación: como si allí no se produjera nada.
Los encierros nunca fueron (o debieron ser) concebidos como una estrategia para acabar con el virus en Colombia; eso no va a suceder a menos que aparezca una vacuna. Los encierros tenían un solo propósito: ganar tiempo para adecuar el sistema de salud y poder atender (que no atener) a un grupo de pacientes más grande del usual. Ese tiempo no fue aprovechado. Por ejemplo, para la región de Bogotá, el Gobierno había anunciado en marzo que las UCI pasarían de 1.000 a 4.000 para finales de mayo. Llegada esa fecha, el incremento a duras penas está en la décima parte de lo prometido. Nos explican que ¡oh sorpresa! se encontraron con que había una gran demanda mundial por los implementos.
Se asoma una tensión muy peligrosa. Por un lado, en términos de contagios, se vienen los tres meses más duros. Por el otro, relativo a la población económicamente activa que había hace un par de meses, más de un tercio de los colombianos están desempleados, lo que le agregará una fuerza incontenible a la rebelión contra los encierros.
El presidente da diarias alocuciones sin que nadie le pueda hacer preguntas difíciles. Gobernar parece interpretarlo como el arte de afinar y desafinar encierros y anunciar combos de subsidios. Necesitamos un norte, necesitamos hacer las preguntas difíciles para unos tiempos en que, digámoslo sin matices, el país se está desmoronando.
@mahofste