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Hay una viñeta de Mafalda en la que esta, con una carta en la mano, le pregunta a su padre dónde vive la gente que todavía no nació. El padre le responde que en ninguna parte y Mafalda, frustrada, arruga la carta, la deja caer y se marcha. El padre toma la carta y la lee: “Antes de venir: ¡piénsenlo!”.
Pareciera que le hicieron caso y lo están pensando: en los primeros meses de 2024 nacieron en Colombia 15% menos niños que en el mismo periodo del año previo. De hecho, por primera vez en la historia republicana la población colombiana en 2022 y en 2023 podría haber caído.
Déjenme compartir tres datos más antes de aventurar un hilo conductor. Primero, el número de estudiantes matriculados en pregrados o en estudios tecnológicos también cayó en 2023; segundo, el consumo de los hogares está disparado relativo al que había antes de la pandemia: en el trimestre más reciente consumimos 22% más bienes y servicios que en el último trimestre de 2019; y tercero, la inversión comparando esos mismos dos momentos del tiempo es ahora 4% menor.
Tenemos muy pocos hijos, los jóvenes se matriculan menos en la universidad o en estudios tecnológicos, consumimos mucho e invertimos poco. Cada uno de estos datos tiene sin duda múltiples causas, pero pueden tener una en común, un hilo conductor: la desesperanza. No tener hijos, consumir a tope hoy y no invertir ni en educación ni emprendimientos, son exactamente los comportamientos lógicos si no hay un mañana, si al futuro le robamos la esperanza de vidas interesante o aun peor la de vidas posibles.
Aquí nuestros políticos tienen una enorme responsabilidad. A nuestro presidente, por ejemplo, le fascina vaticinar el fin de nuestra especie, rostizada por el consumo de combustibles fósiles. Para evitarlo nos ha enrutado en el abandono la producción de estos, liquidando una fuente clave de recursos para miles de colombianos y para las cuentas públicas. Para la transición energética que vendría de mano con dicho abandono fósil, se necesitarán muchos minerales, como por ejemplo cobre, en el que Colombia tiene un gran potencial. Pero al gobierno tampoco le gusta la explotación posible de cobre porque tendría impactos ambientales.
¿Qué ve el ciudadano? Un futuro negro: si usa combustibles fósiles en su día a día el mensaje que recibe es que está afilando el cuchillo que degollará a la especie humana; abandonar los fósiles, sin embargo, es un salto a la pobreza nacional; la alternativaminera, la proscribimos porque contamina. ¿Solución? A consumir como si hubiera un mañana, no tener hijos, no invertir en un futuro que no existe.
Necesitamos un discurso político que ofrezca esperanza, que proponga caminos plausibles a un mundo donde habrá espacio para muchos proyectos de vida diferentes. Si la promesa es el falso dilema entre el rodizio humano o la pobreza, pronto habremos de cerrar los jardines infantiles, luego los colegios, los pediatras no tendrán pacientes y las universidades serán museos. ¡Ah, y pensiones no habrá quién las pague!
X: @mahofste