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Historia de una regla

Marc Hofstetter
22 de septiembre de 2024 - 02:12 p. m.

Reglas fiscales hay en muchos países del mundo. Pretenden asegurar que los afanes decorto plazo de los gobiernos sean coherentes con los recursos que esa sociedad acordópagar para financiar las tareas que le asignó. Su implementación les ha permitido a esospaíses menores costos de financiamiento y espacios más holgados de reacción del gastopúblico cuando las cosas van mal. En el caso colombiano, las reglas fiscales están denuevo en el centro del debate político ante la propuesta del gobierno de modificar laque tenemos para poder gastar más.

La primera regla fiscal colombiana data de 2011. Esa limitó el tamaño del déficit delgobierno permitiendo en todo caso inflarlo si corrieran tiempos que lo ameritaran. Laregla siempre se cumplió, pero paradójicamente la deuda del gobierno relativa al PIBsubió sin pausa. Parte de la razón tiene que ver con los supuestos optimistas con los quese calculó el déficit permitido y parte con la contabilidad creativa—algunos egresos delgobierno inflaron la deuda sin que dejaran huella en el déficit.

Con la llegada de la pandemia, la regla—como en muchas partes del mundo—sesuspendió para poder atender la emergencia sanitaria. Superada la pandemia elgobierno y Congreso aprobaron una nueva. Habiendo aprendido que mientrasoperamos bajo la anterior regla la deuda pública subió sin pausa, apostaron por unaregla que impidiera eso. La nueva regla entonces puso los límites del gasto público paraque la deuda no creciera, que fluctuara alrededor de un nivel.

Si bien esa aproximación tiene la virtud de impedir que la deuda se aleje de ese número,en el caso colombiano cometimos un error: el nivel de deuda escogido es muy alto, 55%del PIB. Una manera de cuantificar qué significa eso: en la década que precedió a lapandemia, la deuda promedio fue de 39% del PIB. Si hoy quisiéramos que la deuda seaproximara a esa cifra, habría que reducir la deuda en 270 billones de pesos, elequivalente a 10 líneas de metro como la primera de Bogotá.

Esa laxa regla es la que quiere modificar el gobierno. Sus pretensiones no pasan porreducir ese umbral de 55%: quiere mantenerlo, pero abriendo la puerta a prácticas decontabilidad creativa, como las que minaron la regla vieja. En este caso, la pretensión esque se puedan excluir de ese 55% los gastos del gobierno destinados a fines “verdes”.

Esta es una muy mala idea. Abrirle un boquete a través del cual nos podamos endeudarsin límite si el propósito del gasto es verde, desvirtúa el propósito mismo de la regla y sus beneficios. El país sin duda debe apostarles a inversiones verdes, sin duda debeutilizar esa taxonomía para conseguir financiamientos más baratos, pero también sinduda tendrá que pagar las deudas sin importar su color. Si un gobierno quiere másrecursos con destinos verdes deberá recortar otros gastos o convencernos de que vale lapena pagar más impuestos.X: @mahofste

 

Melibea(45338)Hace 57 segundos
Con estos analistas,que apoyan los robos yel desangre del pais desde hace 20 años.Par que carajos se ventilan los problemas del déficit fiscal.
Tomas 11(06010)Hace 1 hora
Muy buena y oportuna columna. En el 2014 Ricardo Lagos expresidente de Chile elogio el manejo responsable de las finanzas publicas en Colombia y recomendó aprovechar los mayores ingresos por exportaciones (petróleo y Carbón) para aumentar las reservas del pais y reducir el déficit fiscal como lo hicieron en Chile. Desafortunadamente con Duque y su liviandad se deterioraron los indicadores de deuda y el riesgo pais a crecido de manera ostensible (736) alcanzando 10 veces el de Chile (77).
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