Cuando las agencias estadísticas publican los datos de actividad económica con frecuencia nos enzarzamos en discusiones comparando cifras recientes frente a la de unos meses antes. Pero analizarlas con focos de más largo plazo da perspectivas interesantes. Por ejemplo, para escudriñar qué nos dicen los datos sobre la actividad del tercer trimestre de este año, recién salidas del horno del DANE, volvamos la vista atrás un par de décadas para compararlas con las del mismo trimestre, pero de 2005. En ese entonces, en medio del primer mandato del presidente Uribe, la economía empezaba a asomar la cabeza luego de los golpes recibidos durante la crisis económica de finales de siglo. ¿Qué ha cambiado?
El primer punto que habría que enfatizar es el salto en la suma total de los ingresos de los colombianos. En esas dos décadas esos ingresos se han casi duplicado (naturalmente estas cifras son quitando el efecto de la inflación). Para ser precisos, el tamaño de la torta del ingreso que generamos entre todos se ha inflado en 94 %. Nada mal. Un buen recordatorio en medio de los catastrofismos que abundan en las narrativas de amplios sectores de la sociedad.
Si la economía ha crecido en 94 % ¿qué sectores la han frenado y cuáles la han empujado? Empiezo con los tres sectores con peor desempeño. Lo encabeza, curiosamente, el sector minero cuya producción solo ha crecido 33% en el periodo de comparación. —La transición energética en acción—dirán algunos. Los otros dos sectores con el peor desempeño han sido la construcción y la industria manufacturera. La segunda no sorprende: el declive de la industria manufacturera como porcentaje de la actividad económica es un proceso observado en muchos países cuando alcanzaron niveles de desarrollo como el colombiano. El de la construcción es más llamativo más aun teniendo en cuenta que el dato de 2005 todavía estaba permeado por la crisis hipotecaria de finales de siglo.
¿Y los motores? Hay dos que sobresalen. El primero, las actividades financieras y de seguros que se han más que triplicado. Esa es una buena noticia por ser un sector transversal a toda la economía y que tiene altos niveles de formalidad laboral y buenas remuneraciones.
El segundo, el motor que deja atrás a todos los otros con mucha distancia, es una caja negra. Este se ha más que ¡cuadruplicado! en este lapso y su participación en el total de la actividad se ha duplicado pasando de 2 % a 4 %. Ahora ese sector reporta ingresos cercanos a $40 billones de pesos anuales cifra similar, por ejemplo, a todo el sector minero colombiano.
Ese motor lo llama el DANE “Actividades artísticas, de entretenimiento y recreación”. Es una caja negra porque el DANE, a pesar de que esto ya representa una tajada tan grande de la actividad, no reporta cifras que permitan escrudiñar qué hay por detrás de esa cifra. Una posibilidad es que esto sea el reflejo de un boyante sector de espectáculos artísticos—lo que el gobierno pasado llamaba la economía naranja. Pero también es posible que el jalonador sean las apuestas en línea, un sector del que sabemos poco, que no está apropiadamente gravado y cuyo éxito tiene claroscuros—como los tenía hace medio siglo el de la industria tabacalera.
Es hora de que el DANE destape esa caja, reporte los ingresos de los diferentes componentes de esa categoría y podamos debatir sobre lo que explica al sector que más ha crecido en las últimas dos décadas.
X: @mahofste
Cuando las agencias estadísticas publican los datos de actividad económica con frecuencia nos enzarzamos en discusiones comparando cifras recientes frente a la de unos meses antes. Pero analizarlas con focos de más largo plazo da perspectivas interesantes. Por ejemplo, para escudriñar qué nos dicen los datos sobre la actividad del tercer trimestre de este año, recién salidas del horno del DANE, volvamos la vista atrás un par de décadas para compararlas con las del mismo trimestre, pero de 2005. En ese entonces, en medio del primer mandato del presidente Uribe, la economía empezaba a asomar la cabeza luego de los golpes recibidos durante la crisis económica de finales de siglo. ¿Qué ha cambiado?
El primer punto que habría que enfatizar es el salto en la suma total de los ingresos de los colombianos. En esas dos décadas esos ingresos se han casi duplicado (naturalmente estas cifras son quitando el efecto de la inflación). Para ser precisos, el tamaño de la torta del ingreso que generamos entre todos se ha inflado en 94 %. Nada mal. Un buen recordatorio en medio de los catastrofismos que abundan en las narrativas de amplios sectores de la sociedad.
Si la economía ha crecido en 94 % ¿qué sectores la han frenado y cuáles la han empujado? Empiezo con los tres sectores con peor desempeño. Lo encabeza, curiosamente, el sector minero cuya producción solo ha crecido 33% en el periodo de comparación. —La transición energética en acción—dirán algunos. Los otros dos sectores con el peor desempeño han sido la construcción y la industria manufacturera. La segunda no sorprende: el declive de la industria manufacturera como porcentaje de la actividad económica es un proceso observado en muchos países cuando alcanzaron niveles de desarrollo como el colombiano. El de la construcción es más llamativo más aun teniendo en cuenta que el dato de 2005 todavía estaba permeado por la crisis hipotecaria de finales de siglo.
¿Y los motores? Hay dos que sobresalen. El primero, las actividades financieras y de seguros que se han más que triplicado. Esa es una buena noticia por ser un sector transversal a toda la economía y que tiene altos niveles de formalidad laboral y buenas remuneraciones.
El segundo, el motor que deja atrás a todos los otros con mucha distancia, es una caja negra. Este se ha más que ¡cuadruplicado! en este lapso y su participación en el total de la actividad se ha duplicado pasando de 2 % a 4 %. Ahora ese sector reporta ingresos cercanos a $40 billones de pesos anuales cifra similar, por ejemplo, a todo el sector minero colombiano.
Ese motor lo llama el DANE “Actividades artísticas, de entretenimiento y recreación”. Es una caja negra porque el DANE, a pesar de que esto ya representa una tajada tan grande de la actividad, no reporta cifras que permitan escrudiñar qué hay por detrás de esa cifra. Una posibilidad es que esto sea el reflejo de un boyante sector de espectáculos artísticos—lo que el gobierno pasado llamaba la economía naranja. Pero también es posible que el jalonador sean las apuestas en línea, un sector del que sabemos poco, que no está apropiadamente gravado y cuyo éxito tiene claroscuros—como los tenía hace medio siglo el de la industria tabacalera.
Es hora de que el DANE destape esa caja, reporte los ingresos de los diferentes componentes de esa categoría y podamos debatir sobre lo que explica al sector que más ha crecido en las últimas dos décadas.
X: @mahofste