Tres veces mencionó usted, presidente, en su discurso del 20 de julio la palabra inflación.
La primera, para afirmar que la pobreza del año anterior había mejorado en parte porque habíamos controlado la inflación de alimentos. Remata usted esa intervención diciendo que “Colombia está entre los países del mundo que menos ven crecer los precios de su alimentación”. La afirmación es falsa: si comparamos los incrementos en esos precios en Colombia en 2023 con la corta lista de países de la OCDE, hay 17 de esos que tuvieron mejores números. Y si miramos el dato del mes más reciente en lugar del de 2023 tenemos 30 países con mejores cifras. Le habría podido, Presidente, preguntar al embajador Benedetti: la entidad a la que lo envió produce información sobre precios de alimentos.
La segunda mención de la inflación en su discurso fue para afirmar que esta ha bajado más que la tasa de interés del Banco de la República y que la alta tasa de interés está matando la demanda de en “primerísimo lugar la vivienda”. Sin embargo, Presidente, el determinante más importante de las tasas hipotecarias es la propia tasa de interés de largo plazo de la deuda del gobierno. Esta última en efecto está muy alta pero no por culpa del Banco de la República sino porque tenemos deuda y déficit públicos en niveles que los mercados perciben como riesgosos. Y, como sabrá, entre más riesgoso el deudor, mayor tasa de interés deberá pagar. Para darle un ejemplo de cómo nos vemos de menos atractivos hoy que hace un par de años, desde que Usted es Presidente la proporción de la deuda del gobierno en manos de fondos de capital externo ha caído de 27% a 20%. Si se hubiera mantenido la cifra que heredó, esos fondos tendrían hoy cerca de 40 billones más de deuda colombiana en sus portafolios, y eso implicaría menores tasas de interés a cargo de los contribuyentes y menores tasas hipotecarias.
Las altas tasas se arreglan con disciplina fiscal presente y señales sobre disciplina futura. No se arreglan yendo a la ONU, como lo hizo hace poco, a pedir que nos quiten el riesgo país. “Nos quiten” ¿quiénes? No hay, Presidente, un encargado global del riesgo país que pueda apretar un botón y quitarlo. Hay miles de instituciones analizando las cuentas de los países y estas sugieren que somos un deudor riesgoso.
Su tercera mención de la inflación fue para decir que hoy esta tiene en Colombia “dos motores especulativos: el de los arriendos y el de las generadoras eléctricas.” Tras dos años en el gobierno en los que usted, Presidente, no ha nombrado en propiedad a quienes están a cargo de pensar en la regulación del sector eléctrico en la CREG, luce cínico que se queje sobre el funcionamiento del sector. Y hablar de especulación inmobiliaria también luce destemplado. La inflación de los arriendos del último año es cercana a 8%. La costumbre colombiana, amparada por la ley, es ajustar los arriendos de manera anual y al son de la inflación del año anterior. Esta fue de más de 9%. Solo hasta que la inflación total baje del todo, lo harán con un rezago los arriendos.
Tres veces mencionó usted, presidente, en su discurso del 20 de julio la palabra inflación.
La primera, para afirmar que la pobreza del año anterior había mejorado en parte porque habíamos controlado la inflación de alimentos. Remata usted esa intervención diciendo que “Colombia está entre los países del mundo que menos ven crecer los precios de su alimentación”. La afirmación es falsa: si comparamos los incrementos en esos precios en Colombia en 2023 con la corta lista de países de la OCDE, hay 17 de esos que tuvieron mejores números. Y si miramos el dato del mes más reciente en lugar del de 2023 tenemos 30 países con mejores cifras. Le habría podido, Presidente, preguntar al embajador Benedetti: la entidad a la que lo envió produce información sobre precios de alimentos.
La segunda mención de la inflación en su discurso fue para afirmar que esta ha bajado más que la tasa de interés del Banco de la República y que la alta tasa de interés está matando la demanda de en “primerísimo lugar la vivienda”. Sin embargo, Presidente, el determinante más importante de las tasas hipotecarias es la propia tasa de interés de largo plazo de la deuda del gobierno. Esta última en efecto está muy alta pero no por culpa del Banco de la República sino porque tenemos deuda y déficit públicos en niveles que los mercados perciben como riesgosos. Y, como sabrá, entre más riesgoso el deudor, mayor tasa de interés deberá pagar. Para darle un ejemplo de cómo nos vemos de menos atractivos hoy que hace un par de años, desde que Usted es Presidente la proporción de la deuda del gobierno en manos de fondos de capital externo ha caído de 27% a 20%. Si se hubiera mantenido la cifra que heredó, esos fondos tendrían hoy cerca de 40 billones más de deuda colombiana en sus portafolios, y eso implicaría menores tasas de interés a cargo de los contribuyentes y menores tasas hipotecarias.
Las altas tasas se arreglan con disciplina fiscal presente y señales sobre disciplina futura. No se arreglan yendo a la ONU, como lo hizo hace poco, a pedir que nos quiten el riesgo país. “Nos quiten” ¿quiénes? No hay, Presidente, un encargado global del riesgo país que pueda apretar un botón y quitarlo. Hay miles de instituciones analizando las cuentas de los países y estas sugieren que somos un deudor riesgoso.
Su tercera mención de la inflación fue para decir que hoy esta tiene en Colombia “dos motores especulativos: el de los arriendos y el de las generadoras eléctricas.” Tras dos años en el gobierno en los que usted, Presidente, no ha nombrado en propiedad a quienes están a cargo de pensar en la regulación del sector eléctrico en la CREG, luce cínico que se queje sobre el funcionamiento del sector. Y hablar de especulación inmobiliaria también luce destemplado. La inflación de los arriendos del último año es cercana a 8%. La costumbre colombiana, amparada por la ley, es ajustar los arriendos de manera anual y al son de la inflación del año anterior. Esta fue de más de 9%. Solo hasta que la inflación total baje del todo, lo harán con un rezago los arriendos.