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Avanza en el Congreso de la República el proyecto de reforma pensional.
Una de las manzanas de la discordia ha sido el umbral: la reforma plantea que todos los afiliados al sistema de pensiones contribuyan de manera forzosa a Colpensiones hasta un límite de sus ingresos -el famoso umbral-. Si el afiliado tiene ingresos por encima de ese umbral, hará esa porción adicional de sus contribuciones a un fondo privado con una cuenta individual.
Al pensionarse, Colpensiones le pagará una pensión estimada con las contribuciones hechas hasta ese umbral y el fondo privado una con las contribuciones que haya hecho (y sus respectivos rendimientos) por encima del umbral.
El Gobierno ha defendido que el umbral sea alto, tres salarios mínimos. Buena parte de los análisis técnicos han sugerido que sería ideal la mitad, 1,5 salarios mínimos. El Congreso, en las discusiones de esta semana, se ha ido por el punto medio: 2,3 salarios mínimos.
¿Qué está en juego? ¿Quién gana con uno u otro límite?
Las pensiones que paga Colpensiones son más altas de lo que las contribuciones del propio trabajador permitirían pagar. Por tanto, para financiar el pago de una pensión en Colpensiones es necesario completar los aportes de cada afiliado con nuestros impuestos. Así, entre más alto el umbral, más impuestos habremos de destinar para completar esas pensiones.
Completar el monto de una pensión con impuestos no es absurdo. Podemos tener un contrato social en el que acordemos pagar pensiones que superen los aportes que hicieron los afiliados durante su vida laboral.
Lo que sí es absurdo es completar las pensiones de aquellos con mayores ingresos. En ese punto las cifras son tercas: de los 19 millones de afiliados a los fondos privados de pensiones, el 84 % contribuye por menos de 1,5 salarios mínimos. Dicho de otra manera, solo el 16 % de los afiliados reportan ingresos por encima de ese umbral. Por eso, moverse a umbrales superiores a 1,5 implica pagar pensiones más generosas (con cargo a nuestros impuestos y sobre todo los de nuestros hijos) para el 16 % de los afiliados con mayores ingresos.
¿Por qué defiende entonces el Gobierno un umbral más alto? Especulo que detrás de esa defensa hay dos razones.
La primera, que el Gobierno llegó al poder con el apoyo de los sindicatos públicos, muchos de cuyos afiliados pertenecen a los privilegiados del 16 % de marras. Segundo, entre más alto sea el umbral, menor será el pedazo de los recursos que administrarán los fondos de pensiones contra los cuales el presidente ha manifestado una antipatía personal.
Ambos son argumentos muy flojos para defender un umbral más allá de los 1,5 salarios mínimos. Un Gobierno que de verdad represente los valores de la izquierda debería estar haciendo fuerza por el umbral más bajo posible, uno que permita focalizar los recursos en la cola de la distribución de ingresos, no en la cabeza.
@mahofste