El estallido social-indígena en Guatemala ha frenado, por el momento, los ímpetus regresivos de la agresiva Fiscalía de turno (sin alusiones nacionales) que intenta a toda costa revertir el triunfo electoral de Bernardo Arévalo. La tradición de resistencia del pueblo maya se reinició hace varias semanas en el histórico municipio indígena de Totonicapán, bloqueando el punto nodal de carreteras que comunican al país con México, bloqueos que luego se generalizaron. Frente a esta fuerte presión social interna —concentrada en masivas manifestaciones con un plantón permanente frente al Ministerio Público golpista— y al rechazo internacional que incluye tibios reclamos del presidente Biden, el Tribunal Supremo Electoral dio por culminado el proceso electoral el 31 de octubre declarando que todos los cargos electos quedan oficializados y adjudicados, siendo inalterables los resultados, con lo que se garantiza la alternancia del gobierno. Sin embargo, el mismo Tribunal anunció dos días después la suspensión del partido Semilla (de Arévalo) a solicitud de la fiscal, por orden de un juez y amparado por la Corte de Constitucionalidad, que desmontaría a sus demás candidatos electos. Una consecuencia más de las presiones de políticos y militares corruptos, que da continuidad al intento de un golpe nada blando.
Florecerá Guatemala
02 de enero de 2024 - 02:05 a. m.