El estallido social-indígena en Guatemala ha frenado, por el momento, los ímpetus regresivos de la agresiva Fiscalía de turno (sin alusiones nacionales) que intenta a toda costa revertir el triunfo electoral de Bernardo Arévalo. La tradición de resistencia del pueblo maya se reinició hace varias semanas en el histórico municipio indígena de Totonicapán, bloqueando el punto nodal de carreteras que comunican al país con México, bloqueos que luego se generalizaron. Frente a esta fuerte presión social interna —concentrada en masivas manifestaciones con un plantón permanente frente al Ministerio Público golpista— y al rechazo internacional que incluye tibios reclamos del presidente Biden, el Tribunal Supremo Electoral dio por culminado el proceso electoral el 31 de octubre declarando que todos los cargos electos quedan oficializados y adjudicados, siendo inalterables los resultados, con lo que se garantiza la alternancia del gobierno. Sin embargo, el mismo Tribunal anunció dos días después la suspensión del partido Semilla (de Arévalo) a solicitud de la fiscal, por orden de un juez y amparado por la Corte de Constitucionalidad, que desmontaría a sus demás candidatos electos. Una consecuencia más de las presiones de políticos y militares corruptos, que da continuidad al intento de un golpe nada blando.
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El estallido social-indígena en Guatemala ha frenado, por el momento, los ímpetus regresivos de la agresiva Fiscalía de turno (sin alusiones nacionales) que intenta a toda costa revertir el triunfo electoral de Bernardo Arévalo. La tradición de resistencia del pueblo maya se reinició hace varias semanas en el histórico municipio indígena de Totonicapán, bloqueando el punto nodal de carreteras que comunican al país con México, bloqueos que luego se generalizaron. Frente a esta fuerte presión social interna —concentrada en masivas manifestaciones con un plantón permanente frente al Ministerio Público golpista— y al rechazo internacional que incluye tibios reclamos del presidente Biden, el Tribunal Supremo Electoral dio por culminado el proceso electoral el 31 de octubre declarando que todos los cargos electos quedan oficializados y adjudicados, siendo inalterables los resultados, con lo que se garantiza la alternancia del gobierno. Sin embargo, el mismo Tribunal anunció dos días después la suspensión del partido Semilla (de Arévalo) a solicitud de la fiscal, por orden de un juez y amparado por la Corte de Constitucionalidad, que desmontaría a sus demás candidatos electos. Una consecuencia más de las presiones de políticos y militares corruptos, que da continuidad al intento de un golpe nada blando.
Bernardo Arévalo, quien se declara socialdemócrata, significa para el pueblo guatemalteco una posibilidad de continuidad de la histórica Revolución de 1944 que, encabezada por militares nacionalistas progresistas, derrotó a una dictadura de 14 años. Acontecimiento que abrió el camino a la presidencia de su padre, Juan José Arévalo, primer presidente elegido popularmente (1945-1951,) quien tuvo que enfrentar innumerables intentos de golpes. Fue continuado en la presidencia por su ministro de Defensa, el militar y político Jacobo Árbenz (1951-1954), quien avanzó en un gobierno progresista que, entre otras reformas, confrontó los intereses bananeros de la United Fruit. Como respuesta, la CIA organizó un golpe de Estado e instaló a un militar fascistoide en el gobierno, que abrió camino a nuevos levantamientos de jóvenes militares que crearon las primeras guerrillas en ese país. Seguramente mucho influyeron estos hechos sobre un joven observador, el Che Guevara, que en ese momento transitaba camino hacia México donde conocería a Fidel Castro. ¿Quién dijo que nuestras historias no se entrelazan y retoman sus mejores cursos?
En esta anunciada primavera democrática en la que “florecerá Guatemala”, se produjo un importante hecho simbólico, cuando el presidente electo asistió por primera vez a una multitudinaria movilización popular, con marchas desde las regiones que confluyeron en la Ciudad de Guatemala. Allí se encontraron los dos hijos de los presidentes mencionados, cara a cara, con los pueblos indígenas y comunidades populares esperanzadas y resistentes, en impulso que deberá darle la confianza a Arévalo para que el 14 de enero de 2024, cuando tome posesión, se decida por el camino de recuperar las banderas de la Revolución de 1944.
Como cierre de este resumen histórico, vale recordar que fue el pueblo maya quien más resistió a la colonización española y al intento posterior de sumarlo al modelo de Estado semifeudal que instaló Cortez en México. Hoy, sus continuadores defienden sus derechos étnicos, culturales y territoriales en el marco de construir un Estado democrático, participativo y social de derecho.
Hechos recientes muestran que la conspiración continúa, con la señora fiscal declarando nulas las elecciones, lo cual fue refutado por la Corte de Constitucionalidad que, por mayoría, otorgó en definitiva el amparo que ordena garantizar la toma de posesión de Arévalo y de los funcionarios afines electos. Sin embargo, sigue siendo fundamental que los pueblos y gobiernos del continente y del mundo exijan el respeto a la voluntad popular en Guatemala.