El 18 de Julio de 1994 a la 9:53 de la mañana Buenos Aires era sacudida por una explosión que se oyó kilómetros a la distancia. Un camión bomba estallaba frente a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina, AMIA, corazón de la comunidad judía, la mayor del continente, dejando un saldo de 85 víctimas mortales, tres centenares de heridos y un país en shock. Desde el Holocausto no se presentaba un ataque de esa magnitud contra una comunidad judía en el planeta.
La investigación judicial por el atentado a la AMIA ha seguido el curso de esas “investigaciones exhaustivas” que conducen a nada, la impunidad campea y los familiares de las víctimas esperan una justicia que ha sido mezquina y esquiva, a pesar de que se sabe a ciencia cierta quienes fueron los autores intelectuales del ataque. Estos se pasean orondos por las calles de Teherán y otras localidades del medio oriente. Argentina, una víctima más, no la primera ni la última del terrorismo internacional promovido por el régimen de Irán.
El fiscal Alberto Nisman a cargo de la investigación acusó formalmente a funcionarios de la embajada de Irán en Buenos Aires, a las cabezas del régimen de los ayatolas y a operativos de Hezbollah contra quienes la Interpol emitió cinco circulares rojas, incluidos Ahmad Vahidi a la sazón comandante de la Guardia Revolucionaria Iraní y Mohsen Rabbani, agregado cultural de Irán en la Argentina, quien en algún momento pasó por tierras colombianas.
La circular roja contra Imad Mougniye líder militar de Hezbollah perdió vigencia cuando este encontró la “justicia divina” en Damasco a manos supuestamente de la inteligencia israelí. Argentina por su lado emitió órdenes de arresto contra el presidente de Irán de entonces, Rafsanjani . y su ministro de relaciones exteriores, Velayati.
El momento más álgido en estos 25 años ocurrió, quizás en 2013, cuando la presidente argentina Cristina Fernández firmó un “memorando de entendimiento” con Irán por medio del cual le otorgaba a Teherán la facultad de “auto investigarse”. La firma del memorando causó conmoción en el sistema político argentino y en 2015 cuando Nisman se disponía a denunciar a Fernández ante el congreso argentino por encubrimiento fue asesinado en su residencia. La exmandataria enfrenta cargos de “traición a la patria” por el susodicho documento, ya defenestrado por el presidente Macri.
La Noble de paz iraní, Shirin Ebadi, en un libro recientemente publicado por el Congreso Judío Latinoamericano en el que numerosos líderes mundiales y jefes de Estado, incluido el presidente Iván Duque, plasman su reflexión sobre al atentado a la AMIA, acusa a su gobierno de estar involucrado en múltiples casos de terrorismo global. La documentada presencia de Hezbollah en Venezuela debe ser motivo de alarma en el continente todo.
Aunque la esperanza nunca se pierde, Argentina esta cada vez mas lejos de llevar a la justicia a los responsables del peor atentado terrorista cometido en su territorio.
El 18 de Julio de 1994 a la 9:53 de la mañana Buenos Aires era sacudida por una explosión que se oyó kilómetros a la distancia. Un camión bomba estallaba frente a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina, AMIA, corazón de la comunidad judía, la mayor del continente, dejando un saldo de 85 víctimas mortales, tres centenares de heridos y un país en shock. Desde el Holocausto no se presentaba un ataque de esa magnitud contra una comunidad judía en el planeta.
La investigación judicial por el atentado a la AMIA ha seguido el curso de esas “investigaciones exhaustivas” que conducen a nada, la impunidad campea y los familiares de las víctimas esperan una justicia que ha sido mezquina y esquiva, a pesar de que se sabe a ciencia cierta quienes fueron los autores intelectuales del ataque. Estos se pasean orondos por las calles de Teherán y otras localidades del medio oriente. Argentina, una víctima más, no la primera ni la última del terrorismo internacional promovido por el régimen de Irán.
El fiscal Alberto Nisman a cargo de la investigación acusó formalmente a funcionarios de la embajada de Irán en Buenos Aires, a las cabezas del régimen de los ayatolas y a operativos de Hezbollah contra quienes la Interpol emitió cinco circulares rojas, incluidos Ahmad Vahidi a la sazón comandante de la Guardia Revolucionaria Iraní y Mohsen Rabbani, agregado cultural de Irán en la Argentina, quien en algún momento pasó por tierras colombianas.
La circular roja contra Imad Mougniye líder militar de Hezbollah perdió vigencia cuando este encontró la “justicia divina” en Damasco a manos supuestamente de la inteligencia israelí. Argentina por su lado emitió órdenes de arresto contra el presidente de Irán de entonces, Rafsanjani . y su ministro de relaciones exteriores, Velayati.
El momento más álgido en estos 25 años ocurrió, quizás en 2013, cuando la presidente argentina Cristina Fernández firmó un “memorando de entendimiento” con Irán por medio del cual le otorgaba a Teherán la facultad de “auto investigarse”. La firma del memorando causó conmoción en el sistema político argentino y en 2015 cuando Nisman se disponía a denunciar a Fernández ante el congreso argentino por encubrimiento fue asesinado en su residencia. La exmandataria enfrenta cargos de “traición a la patria” por el susodicho documento, ya defenestrado por el presidente Macri.
La Noble de paz iraní, Shirin Ebadi, en un libro recientemente publicado por el Congreso Judío Latinoamericano en el que numerosos líderes mundiales y jefes de Estado, incluido el presidente Iván Duque, plasman su reflexión sobre al atentado a la AMIA, acusa a su gobierno de estar involucrado en múltiples casos de terrorismo global. La documentada presencia de Hezbollah en Venezuela debe ser motivo de alarma en el continente todo.
Aunque la esperanza nunca se pierde, Argentina esta cada vez mas lejos de llevar a la justicia a los responsables del peor atentado terrorista cometido en su territorio.