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Bien había hecho Colombia en abstenerse de entrar al Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU, un organismo inoperante, sesgado e inútil que poco o nada ha hecho para defender los derechos humanos en el mundo, tal como lo ordenan su nombre y misión.
El CDH fue creado por la Asamblea General de la ONU en 2006 para reemplazar a la Comisión de Derechos Humanos que operaba desde 1946, la cual fracasó rotundamente en el cumplimiento de su cometido. Sin embargo, el nuevo CDH muy pronto cayó en los mismos vicios que su antecesor, protegiendo a regímenes violadores consuetudinarios de los derechos humanos, ineficiencia en su procesos y nombramientos altamente cuestionables.
La génesis de la inoperancia del CDH está en su membresía: 47 Estados representando los cinco bloques regionales de la ONU, que, aunque en teoría deben ser países con un récord de respeto a los DD. HH., en la práctica esto está lejos de cumplirse. La elección de los miembros, elegidos para tres años con derecho a una reelección, se hace por voto secreto en la Asamblea General, en lo que impera el clientelismo, politiquería, cambio de favores internacionales y demás practicas non sanctas.
Mas de 100 países de los 193 que conforman la ONU han servido en el CDH incluidos Venezuela, Cuba, China, Rusia, Arabia Saudita, Pakistán, Eritrea y una serie de Estados no precisamente dechados en la protección de los derechos humanos en sus propios países. El CDH no es más que otra frondosa burocracia de Naciones Unidas que de poco ha servido para proteger y fomentar los derechos humanos más allá de discursos y resoluciones inocuas y sesgadas.
Una de las innovaciones que introdujo del CDH fue la Revisión Permanente Universal, un proceso en que cada uno de los 193 Estados presenta su récord en DD. HH. y recibe recomendaciones de mejoría. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones, de esto tampoco ha salido mayor cosa, sino actas y reportes que reposan en los anaqueles.
Una luz en la oscuridad del CDH la constituye la participación en las sesiones de algunas ONG que desenmascaran a los Estados cuyas violaciones de DD. HH. son ignoradas sin rubor. Una de estas, UN-WATCH, ha puesto contra la pared a regímenes como el de Venezuela, Irán, China, Pakistán y otros.
Al igual que su antecesora la Comisión, el CDH se ha obsesionado con Israel. El país, que debe ser investigado como cualquier otro, ha sido condenado más veces que todos los demás países del mundo juntos, la agenda de todas las reuniones de CDH tiene un punto fijo, “ítem 7″ sobre Israel, mientras que a ningún otro país le han conferido ese “honor”. El CDH ha desarrollado más sesiones y nombrado más relatores especiales sobre Israel que sobre todos los demás países donde han ocurrido verdaderas calamidades en DD. HH. El sesgo contra Israel en el seno del CDH sirve para que los países tapen sus vergüenzas mostrando que están haciendo algo y es una de las causas de la inoperancia del organismo.
Este año finalmente Colombia entró a hacer parte del club de los 47. El presidente Petro ya anunció en un trino los objetivos del país que comienzan, cómo no, con “defensa contundente de Palestina”. Para eso como se dijo anteriormente la mesa está servida. Ahí se puede sin restricción alguna ventilar todo el odio que se quiera contra el único Estado judío del planeta. Para el CDH las victimas judías no existen.
Entre los países que entran este año a ocupar poltrona en Ginebra se incluyen República Democrática del Congo y Etiopía, que se unen a China, Cuba, Argelia, Maldivas y Bangladés, entre otros. Nada mas que decir.
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