Una vez concluya la horrible noche en Israel y Gaza habrá un día después, un año después, una década después, un siglo después. La guerra entre Israel y Hamás terminará en algún momento, quizás más temprano que tarde, y es evidente que ese día no estará Hamás gobernando la Franja, como lo hacia el 6 de octubre pasado.
¿Qué pasará con ese territorio y sus dos millones de habitantes? En un primer momento Israel tendrá que llenar el vacío de poder, establecer algún tipo de gobernanza, proveer servicios, mantener el orden y seguridad y comenzar la reconstrucción de la infraestructura, tareas bien complejas en las circunstancias presentes al momento que callen las armas.
Los 16 años de gobierno de Hamás han sido una pesadilla para la población de la Franja, usada como escudos humanos por Hamás y de cuyo sufrimiento la organización se ha enriquecido. Antes de la crisis actual Hamas había iniciado a través del lanzamiento de cohetes a población civil en Israel cuatro rondas de enfrentamientos; 2009, 2012, 2014, 2021, y escaramuzas varias que habían terminado con treguas mediadas por Egipto, y millones de dólares humanitarios de Catar que Hamás desviaba para sus designios terroristas: túneles, armamento y búnkeres en los hospitales.
Siempre los civiles palestinos pagaron por las aventuras bélicas de la organización islamista y así esta ocurriendo en la guerra actual. Aunque matar judíos y destruir a Israel son la razón de ser de esta organización tal como esta consignado en su carta fundacional, las vidas de los palestinos los tiene igualmente sin cuidado.
Pasado el periodo de transición cuya duración dependerá de múltiples factores, se debe establecer en Gaza algún tipo de administración, preferentemente bajo la Autoridad Palestina o en su defecto de organismos multilaterales o una fuerza multinacional de países árabes, para facilitar la retirada de Israel, que exigirá garantías blindadas de seguridad. Conseguir voluntarios para esta tarea no será fácil, pero se favorecería si se abre un horizonte diplomático al conflicto entre Israel y los palestinos.
Horizonte que será muy difícil emprender tras el 7 de octubre. La sevicia y salvajismo empleados por Hamás en la masacre de ese día no serán olvidados por la población de Israel. El apoyo a la masacre que retumba en calles de Europa y Norteamérica generan más inseguridad en Israel para adentrarse en un proceso político. Estados Unidos, que ha desplegado un apoyo incondicional a Israel, hasta ahora, tendrá que asumir el protagonismo central, acompañado de la Unión Europea, países del Golfo, quizás China y otros para abrir en un futuro no demasiado lejano un horizonte diplomático al conflicto, léase búsqueda de la paz.
Quizás al final de una década, dependiendo de múltiples variables, y sin Hamás en la ecuación, estén dadas las circunstancias para ir avanzando en un proceso de paz para que antes de un siglo, mucho antes ojalá, se haya implantado la solución de dos Estados para dos pueblos, la única justa y viable, la cual ha sido esquiva por la longeva negativa palestina a aceptar a Israel como el Estado nación del pueblo judío y a convivir y prosperar en paz y seguridad a su lado.
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Una vez concluya la horrible noche en Israel y Gaza habrá un día después, un año después, una década después, un siglo después. La guerra entre Israel y Hamás terminará en algún momento, quizás más temprano que tarde, y es evidente que ese día no estará Hamás gobernando la Franja, como lo hacia el 6 de octubre pasado.
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Los 16 años de gobierno de Hamás han sido una pesadilla para la población de la Franja, usada como escudos humanos por Hamás y de cuyo sufrimiento la organización se ha enriquecido. Antes de la crisis actual Hamas había iniciado a través del lanzamiento de cohetes a población civil en Israel cuatro rondas de enfrentamientos; 2009, 2012, 2014, 2021, y escaramuzas varias que habían terminado con treguas mediadas por Egipto, y millones de dólares humanitarios de Catar que Hamás desviaba para sus designios terroristas: túneles, armamento y búnkeres en los hospitales.
Siempre los civiles palestinos pagaron por las aventuras bélicas de la organización islamista y así esta ocurriendo en la guerra actual. Aunque matar judíos y destruir a Israel son la razón de ser de esta organización tal como esta consignado en su carta fundacional, las vidas de los palestinos los tiene igualmente sin cuidado.
Pasado el periodo de transición cuya duración dependerá de múltiples factores, se debe establecer en Gaza algún tipo de administración, preferentemente bajo la Autoridad Palestina o en su defecto de organismos multilaterales o una fuerza multinacional de países árabes, para facilitar la retirada de Israel, que exigirá garantías blindadas de seguridad. Conseguir voluntarios para esta tarea no será fácil, pero se favorecería si se abre un horizonte diplomático al conflicto entre Israel y los palestinos.
Horizonte que será muy difícil emprender tras el 7 de octubre. La sevicia y salvajismo empleados por Hamás en la masacre de ese día no serán olvidados por la población de Israel. El apoyo a la masacre que retumba en calles de Europa y Norteamérica generan más inseguridad en Israel para adentrarse en un proceso político. Estados Unidos, que ha desplegado un apoyo incondicional a Israel, hasta ahora, tendrá que asumir el protagonismo central, acompañado de la Unión Europea, países del Golfo, quizás China y otros para abrir en un futuro no demasiado lejano un horizonte diplomático al conflicto, léase búsqueda de la paz.
Quizás al final de una década, dependiendo de múltiples variables, y sin Hamás en la ecuación, estén dadas las circunstancias para ir avanzando en un proceso de paz para que antes de un siglo, mucho antes ojalá, se haya implantado la solución de dos Estados para dos pueblos, la única justa y viable, la cual ha sido esquiva por la longeva negativa palestina a aceptar a Israel como el Estado nación del pueblo judío y a convivir y prosperar en paz y seguridad a su lado.
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