¿Será este foro de los BRICS+ el que finalmente sepulte el resiliente orden mundial nacido tras la Segunda Guerra Mundial y consolidado con la caída de la Cortina de Hierro? Puede que no sea un cambio inmediato, pero a medida que el grupo crece y se expande, si esto continúa, podría generar fisuras que, sumadas a las turbulencias geopolíticas actuales, den origen a una nueva realidad global.
La próxima cumbre los BRICS en Kazán, Rusia, cuyo presidente Vladimir Putin tiene una orden de captura de la CPI, es una clara bofetada a la postura de Occidente frente a Moscú por la guerra en Ucrania, normalizando a un país que osó invadir a otro sin provocación alguna con el fin de despojarlo de parte de su territorio soberano, si no borrarlo totalmente del mapa. Asistirá también Irán, país sancionado por su programa nuclear que fue admitido a los BRICS en la última cumbre en Suráfrica en la cual el grupo agregó el signo + a su nombre para significar los nuevos miembros que fueron admitidos. Argentina por su lado, también invitada, rechazó unirse tras la llegada de Milei al poder mientras que Arabia Saudita prefirió mantenerse como “observador”.
El bloque de los BRICS+, que aún no es una organización formal, incluye al 45 % de la población del planeta y representa el 35 % del PIB mundial, en contraste con el 30 % del G7, según cifras del Banco Mundial. Entre los países miembros de los BRICS se encuentran democracias como India y Brasil, junto a férreas dictaduras como China, Irán, Rusia, Emiratos Árabes y Egipto.
Uno de los objetivos principales de los BRICS+ es crear una alternativa a Bretton Woods, el orden financiero establecido tras la Segunda Guerra Mundial, que tiene como pilares el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, así como el dólar estadounidense como moneda de cambio. Uno de los pocos logros de los BRICS ha sido el Nuevo Banco de Desarrollo, establecido en 2015 para financiar proyectos de infraestructura, con China como su principal aportante. Sin embargo, la idea de crear una alternativa al dólar no parece avanzar debido a la diversidad de conceptos en torno a la estabilidad financiera, la competencia, la desconfianza entre sus miembros y las políticas macroeconómicas divergentes.
Un segundo objetivo de los BRICS+ es hacer contrapeso geopolítico al G7 y crear un bloque atractivo para el llamado “Sur Global”. Una treintena de países están en espera para ser admitidos en los BRICS, y parece que la Colombia de Petro es uno de ellos.
India y China, dos pilares del grupo, representan realidades contrastantes: el primero es una democracia aliada de Occidente, mientras que el segundo es una dictadura en conflicto con sus otrora socios comerciales occidentales. Ambos son fuertes competidores geopolíticos, económicos y tecnológicos, y mantienen un conflicto fronterizo sin resolver. Por su parte, Brasil busca en foros como los BRICS escenarios diplomáticos favorables para proyectar un poder que nunca ha logrado consolidar en su entorno geográfico natural de América Latina.
Por lo demás, los BRICS sufren de serias divergencias internas, políticas y económicas y no todos los miembros actuales y futuros abanderan la bandera anti-Occidente del eje Putin-Xi, especialmente Brasil e India, que podrán comenzar a sentirse como convidados de palo a pesar de haber sido fundadores del bloque.
En la cumbre de Kazán se evaluará qué nivel de consenso subsiste en el bloque, así como la expectativa por sus nuevos miembros. También se dilucidará si los BRICS+ siguen siendo tan atractivos como antes, cuando el foro era más pequeño y el mundo no estaba tan convulsionado.
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La próxima cumbre los BRICS en Kazán, Rusia, cuyo presidente Vladimir Putin tiene una orden de captura de la CPI, es una clara bofetada a la postura de Occidente frente a Moscú por la guerra en Ucrania, normalizando a un país que osó invadir a otro sin provocación alguna con el fin de despojarlo de parte de su territorio soberano, si no borrarlo totalmente del mapa. Asistirá también Irán, país sancionado por su programa nuclear que fue admitido a los BRICS en la última cumbre en Suráfrica en la cual el grupo agregó el signo + a su nombre para significar los nuevos miembros que fueron admitidos. Argentina por su lado, también invitada, rechazó unirse tras la llegada de Milei al poder mientras que Arabia Saudita prefirió mantenerse como “observador”.
El bloque de los BRICS+, que aún no es una organización formal, incluye al 45 % de la población del planeta y representa el 35 % del PIB mundial, en contraste con el 30 % del G7, según cifras del Banco Mundial. Entre los países miembros de los BRICS se encuentran democracias como India y Brasil, junto a férreas dictaduras como China, Irán, Rusia, Emiratos Árabes y Egipto.
Uno de los objetivos principales de los BRICS+ es crear una alternativa a Bretton Woods, el orden financiero establecido tras la Segunda Guerra Mundial, que tiene como pilares el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, así como el dólar estadounidense como moneda de cambio. Uno de los pocos logros de los BRICS ha sido el Nuevo Banco de Desarrollo, establecido en 2015 para financiar proyectos de infraestructura, con China como su principal aportante. Sin embargo, la idea de crear una alternativa al dólar no parece avanzar debido a la diversidad de conceptos en torno a la estabilidad financiera, la competencia, la desconfianza entre sus miembros y las políticas macroeconómicas divergentes.
Un segundo objetivo de los BRICS+ es hacer contrapeso geopolítico al G7 y crear un bloque atractivo para el llamado “Sur Global”. Una treintena de países están en espera para ser admitidos en los BRICS, y parece que la Colombia de Petro es uno de ellos.
India y China, dos pilares del grupo, representan realidades contrastantes: el primero es una democracia aliada de Occidente, mientras que el segundo es una dictadura en conflicto con sus otrora socios comerciales occidentales. Ambos son fuertes competidores geopolíticos, económicos y tecnológicos, y mantienen un conflicto fronterizo sin resolver. Por su parte, Brasil busca en foros como los BRICS escenarios diplomáticos favorables para proyectar un poder que nunca ha logrado consolidar en su entorno geográfico natural de América Latina.
Por lo demás, los BRICS sufren de serias divergencias internas, políticas y económicas y no todos los miembros actuales y futuros abanderan la bandera anti-Occidente del eje Putin-Xi, especialmente Brasil e India, que podrán comenzar a sentirse como convidados de palo a pesar de haber sido fundadores del bloque.
En la cumbre de Kazán se evaluará qué nivel de consenso subsiste en el bloque, así como la expectativa por sus nuevos miembros. También se dilucidará si los BRICS+ siguen siendo tan atractivos como antes, cuando el foro era más pequeño y el mundo no estaba tan convulsionado.
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