El primero ocurrió, quizás, en la ciudad de Odessa en 1821, cuando la región formaba parte del Imperio Ruso. A este le siguieron otros hasta que se volvió una práctica aceptada. El término pogrom, de origen ruso, significa “ataques masivos” contra judíos, sus propiedades y sus bienes. Entre 1881, tras el asesinato del zar Alejandro II, y la Revolución Bolchevique, más de 200 pogromos tuvieron lugar en la zona de residencia, un territorio asignado a los judíos por la zarina Catalina la Grande, quien prohibió que los hijos de Israel residieran en las grandes urbes del Imperio de los Romanov.
La “zona de residencia” abarcaba áreas que hoy forman parte de Ucrania, Lituania, Polonia, Bielorrusia y Besarabia, y llegó a albergar, a finales del siglo XIX, a más de 5 millones de almas, lo que representaba alrededor del 40 % de la población judía mundial.
Tras la fallida Revolución de 1905, el zar Nicolás II permitió los pogromos contra la población judía, a quienes sus partidarios acusaban de haber liderado la revuelta. Más de 600 ataques ocurrieron con saldo de unos 5.000 judíos asesinados y poblaciones enteras habitadas por judíos arrasadas.
Los pogromos resurgieron con extrema violencia durante la Guerra Civil Rusa, especialmente en Ucrania, donde entre 1918 y 1921 se registraron más de 1.500 ataques, que resultaron en la muerte de unos 100.000 judíos y más de millón de refugiados.
Pogromos también ocurrieron en otras partes del mundo. En Bagdad,1941, se produjo el Farhud, un ataque que dejó alrededor de 200 muertos y el saqueo de propiedades, incitado por asesores nazis de la monarquía iraquí. En 1929 durante el Mandato Británico en Palestina, un pogrom árabe en la ciudad de Hebrón causó la muerte de 70 judíos piadosos, parte de una comunidad residente en la ciudad desde tiempos bíblicos.
Los pogromos fueron el resultado de siglos de antisemitismo en la Europa cristiana, donde los judíos fueron acusados de todo, desde deicidio hasta usura. Fueron convertidos en chivos expiatorios de crisis económicas, la peste negra, la competencia desleal y otros males sociales, en medio de una constante propagación de libelos y estereotipos. El ambiente era propicio para ataques violentos contra los judíos, expulsión, despojo y deshumanización.
Los pogromos generaron emigración masiva de judíos hacia Estados Unidos y el resto de América y constituyeron un impulso importante a la emigración a la tierra de Israel en el marco del movimiento sionista para construir el Estado Judío.
Pogrom fue lo ocurrido el 7 de octubre del año pasado cuando 6.000 terroristas de Hamás, la Yihad Islámica y residentes de Gaza penetraron a las poblaciones fronterizas de Israel a asesinar, violar, robar, quemar y masacrar a quienes se les atravesaran. Pogroms que dejó 1.200 muertos y 255 secuestrados.
La pasada semana en la ciudad de Ámsterdam hordas de jóvenes, residentes o emigrantes, atacaron a hinchas del equipo de futbol Macabi Tel Aviv que jugaba contra el Ajax por la Copa de la UEFA. Fue una verdadera cacería de judíos e israelíes que dejó algunos heridos y obligó al Estado de Israel a enviar aviones al rescate de sus ciudadanos. Fue tan grave el episodio que el rey de los Países Bajos Guillermo Alejandro declaró: “Les fallamos a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y les hemos vuelto a fallar”.
Esta violencia contra judíos e israelíes, producto del discurso de odio que se ha enquistado desde el pogrom de octubre 7 acusando colectivamente a los judíos de “genocidas”, negando el derecho del Estado de Israel a su defensa y a su existencia, a través de consignas tales como “desde el río hasta el mar Palestina vencerá”, acoso y ataques a instituciones judías alrededor del planeta y el brote de campamentos “propalestinos”, que en realidad son pro-Hamás, en universidades de Estados Unidos y otros lugares.
El pogrom de Ámsterdam, la ciudad de Ana Frank, es un llamado de atención a Europa, una de cuyas lecciones es que lo que empieza con los judíos no termina con ellos.
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El primero ocurrió, quizás, en la ciudad de Odessa en 1821, cuando la región formaba parte del Imperio Ruso. A este le siguieron otros hasta que se volvió una práctica aceptada. El término pogrom, de origen ruso, significa “ataques masivos” contra judíos, sus propiedades y sus bienes. Entre 1881, tras el asesinato del zar Alejandro II, y la Revolución Bolchevique, más de 200 pogromos tuvieron lugar en la zona de residencia, un territorio asignado a los judíos por la zarina Catalina la Grande, quien prohibió que los hijos de Israel residieran en las grandes urbes del Imperio de los Romanov.
La “zona de residencia” abarcaba áreas que hoy forman parte de Ucrania, Lituania, Polonia, Bielorrusia y Besarabia, y llegó a albergar, a finales del siglo XIX, a más de 5 millones de almas, lo que representaba alrededor del 40 % de la población judía mundial.
Tras la fallida Revolución de 1905, el zar Nicolás II permitió los pogromos contra la población judía, a quienes sus partidarios acusaban de haber liderado la revuelta. Más de 600 ataques ocurrieron con saldo de unos 5.000 judíos asesinados y poblaciones enteras habitadas por judíos arrasadas.
Los pogromos resurgieron con extrema violencia durante la Guerra Civil Rusa, especialmente en Ucrania, donde entre 1918 y 1921 se registraron más de 1.500 ataques, que resultaron en la muerte de unos 100.000 judíos y más de millón de refugiados.
Pogromos también ocurrieron en otras partes del mundo. En Bagdad,1941, se produjo el Farhud, un ataque que dejó alrededor de 200 muertos y el saqueo de propiedades, incitado por asesores nazis de la monarquía iraquí. En 1929 durante el Mandato Británico en Palestina, un pogrom árabe en la ciudad de Hebrón causó la muerte de 70 judíos piadosos, parte de una comunidad residente en la ciudad desde tiempos bíblicos.
Los pogromos fueron el resultado de siglos de antisemitismo en la Europa cristiana, donde los judíos fueron acusados de todo, desde deicidio hasta usura. Fueron convertidos en chivos expiatorios de crisis económicas, la peste negra, la competencia desleal y otros males sociales, en medio de una constante propagación de libelos y estereotipos. El ambiente era propicio para ataques violentos contra los judíos, expulsión, despojo y deshumanización.
Los pogromos generaron emigración masiva de judíos hacia Estados Unidos y el resto de América y constituyeron un impulso importante a la emigración a la tierra de Israel en el marco del movimiento sionista para construir el Estado Judío.
Pogrom fue lo ocurrido el 7 de octubre del año pasado cuando 6.000 terroristas de Hamás, la Yihad Islámica y residentes de Gaza penetraron a las poblaciones fronterizas de Israel a asesinar, violar, robar, quemar y masacrar a quienes se les atravesaran. Pogroms que dejó 1.200 muertos y 255 secuestrados.
La pasada semana en la ciudad de Ámsterdam hordas de jóvenes, residentes o emigrantes, atacaron a hinchas del equipo de futbol Macabi Tel Aviv que jugaba contra el Ajax por la Copa de la UEFA. Fue una verdadera cacería de judíos e israelíes que dejó algunos heridos y obligó al Estado de Israel a enviar aviones al rescate de sus ciudadanos. Fue tan grave el episodio que el rey de los Países Bajos Guillermo Alejandro declaró: “Les fallamos a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y les hemos vuelto a fallar”.
Esta violencia contra judíos e israelíes, producto del discurso de odio que se ha enquistado desde el pogrom de octubre 7 acusando colectivamente a los judíos de “genocidas”, negando el derecho del Estado de Israel a su defensa y a su existencia, a través de consignas tales como “desde el río hasta el mar Palestina vencerá”, acoso y ataques a instituciones judías alrededor del planeta y el brote de campamentos “propalestinos”, que en realidad son pro-Hamás, en universidades de Estados Unidos y otros lugares.
El pogrom de Ámsterdam, la ciudad de Ana Frank, es un llamado de atención a Europa, una de cuyas lecciones es que lo que empieza con los judíos no termina con ellos.
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