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Invitamos a nuestros columnistas a contarnos de las ideas que defendieron y que, ahora, perciben de manera diferente. Esta columna es parte del especial #CambiéDeOpinión.
Solía creer que a toda costa debíamos dar la pelea para evitar los extranjerismos: ¿por qué decir «link», si existe «enlace»?, ¿por qué «screenshot», si podemos decir «pantallazo»? Sigo convencida, en ambos casos, de que la mejor opción es la segunda. Sin embargo, también creo que podemos ser flexibles si tenemos en cuenta que el principal propósito de la lengua es comunicarnos, y no solo eso: comunicarnos de la mejor manera posible. Además, las lenguas cambian, se nutren de otras y se adaptan a las necesidades de los nuevos tiempos.
Puede sonar a lugar común, pero el uso se impone, y eso ocurre por varias razones. Palabras como «chat» o «blog» se incorporaron al español (razón por la cual no debemos marcarlas en letra cursiva o entre comillas) y nos facilitaron la vida —no tenemos que decir «mensajería instantánea», por ejemplo—.
Otras, como «destripe» (el equivalente en español de «spoiler»), están ahí, en el diccionario, pero nadie las usa. Algo parecido sucede con adaptaciones como «bluyín», que, aunque intentaron acomodarse al español, tienen una grafía poco acogedora (y de poca acogida).
Creo, como he dicho, que hay otras más que pueden tener un mejor futuro. Está, por ejemplo, «pódcast», en estudio desde hace varios años para entrar al principal diccionario de nuestra lengua (el Diccionario de la lengua española). Está bien formada y, en todo caso, es más práctico y fluye mejor poner una tilde que marcar una palabra en cursiva o entre comillas (como debería hacerse si permanece como extranjerismo crudo). Un poco más difícil podría ser el asentamiento de «espóiler»; sin embargo, creo que sigue siendo una buena opción.
En resumen: sostengo que los extranjerismos innecesarios —aquellos que terminan siendo excluyentes, por ejemplo— deben evitarse. Sin embargo, hay otros que nos ayudan a comunicarnos mejor (o, por lo menos, a hacernos entender mejor) y otros más que se podrían adaptar sin grandes traumatismos.
mmedina@elespectador.com, @alejandra_mdn