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Ucrania ha ocupado muchos titulares durante los últimos días y probablemente lo seguirá haciendo. Vale la pena, entonces, dar algunas recomendaciones al respecto.
Una de las particularidades que más pueden llamar la atención es la grafía de «Donbas», epicentro del conflicto. Lo digo porque la secuencia «-nb» es ajena al español —por eso, siglas como «CONPES» deben mantenerse en mayúscula y no lexicalizarse—, pero también por el asunto de la acentuación. Al respecto, vale la pena decir que «Donbas», con ene y sin tilde, corresponde a la forma ucraniana. Sin embargo, estoy de acuerdo con la Fundéu, que señala: «Nada impide una castellanización plena como Dombás, que en efecto se adecua más al sistema ortográfico del español y que por tanto puede resultar preferible». Es decir, con eme y con tilde, asumiendo que la pronunciación aguda es mayoritaria.
Otra palabra frecuente por estos días es «prorrusos». Esa es la forma indicada, pues «pro-», como todos los prefijos, se une a la base sin guion. Al juntarse, además, con una palabra que empieza con erre, esta se duplica. Recordemos que el guion solo sería adecuado si el prefijo se añade a una palabra con mayúscula inicial: «pro-OTAN» o, si castellanizamos la sigla, «pro-Otán».
Y aunque el gentilicio «ucranio» no es muy usado, puede surgir la duda de si es válido. En ese caso: sí, lo es. Sin embargo, la forma más asentada es «ucraniano» o «ucraniana».