Homonimia y antonomasia: algunos ejemplos
A raíz de la columna anterior, en la que explicaba por qué «papa», en referencia al sumo pontífice de la Iglesia católica, se escribe con minúscula inicial, llegaron varias preguntas. Una de ellas es cómo, al atender la norma, se podría diferenciar de «papa», el tubérculo, por ejemplo. Lo primero que hay que decir es que estamos ante un caso de homonimia, es decir, palabras con orígenes y significados distintos, pero que se pronuncian o incluso se escriben igual. Lo segundo es que no es el único caso de homonimia en nuestra lengua. Tenemos la «vela» de cera y la «vela» del barco; «polo», el deporte, y «polo», el punto de la Tierra, entre un sinnúmero de casos. Al respecto, la Ortografía de la lengua española nos indica: «El contexto permite prácticamente siempre aclarar qué término se está empleando en cada caso…».
Asimismo, consultaron sobre por qué «católica», en «Iglesia católica», se escribe con minúscula inicial. La razón es que se considera adjetivo (al igual que «ortodoxa», «anglicana», etc.).
Por otro lado, un lector comentó sobre la ortografía de «Nuestro Señor Jesucristo». Aquí puede haber varias consideraciones. La primera es que esa forma (las tres palabras con mayúscula inicial) está documentada como advocación, por lo que no creo que deba considerarse incorrecta.
Se puede, además, usar lo que se conoce como «apelativo antonomástico», es decir, una o varias palabras que reemplazan al nombre propio: «Nuestro Señor» (con mayúsculas) sería adecuado al emplearlo en lugar de «Jesucristo», por ejemplo. Sin embargo, si la expresión va junto al nombre propio («Jesucristo»), hay quienes consideran que pierde el valor antonomástico, por lo que debería ir con minúsculas: «nuestro señor Jesucristo». Creo, en todo caso, que hay al menos una cuarta opción: usarlo como inciso. «Nuestro Señor, Jesucristo, nos salva». Así, considero que todas estas son opciones válidas, pero por razones distintas en cada caso.
A raíz de la columna anterior, en la que explicaba por qué «papa», en referencia al sumo pontífice de la Iglesia católica, se escribe con minúscula inicial, llegaron varias preguntas. Una de ellas es cómo, al atender la norma, se podría diferenciar de «papa», el tubérculo, por ejemplo. Lo primero que hay que decir es que estamos ante un caso de homonimia, es decir, palabras con orígenes y significados distintos, pero que se pronuncian o incluso se escriben igual. Lo segundo es que no es el único caso de homonimia en nuestra lengua. Tenemos la «vela» de cera y la «vela» del barco; «polo», el deporte, y «polo», el punto de la Tierra, entre un sinnúmero de casos. Al respecto, la Ortografía de la lengua española nos indica: «El contexto permite prácticamente siempre aclarar qué término se está empleando en cada caso…».
Asimismo, consultaron sobre por qué «católica», en «Iglesia católica», se escribe con minúscula inicial. La razón es que se considera adjetivo (al igual que «ortodoxa», «anglicana», etc.).
Por otro lado, un lector comentó sobre la ortografía de «Nuestro Señor Jesucristo». Aquí puede haber varias consideraciones. La primera es que esa forma (las tres palabras con mayúscula inicial) está documentada como advocación, por lo que no creo que deba considerarse incorrecta.
Se puede, además, usar lo que se conoce como «apelativo antonomástico», es decir, una o varias palabras que reemplazan al nombre propio: «Nuestro Señor» (con mayúsculas) sería adecuado al emplearlo en lugar de «Jesucristo», por ejemplo. Sin embargo, si la expresión va junto al nombre propio («Jesucristo»), hay quienes consideran que pierde el valor antonomástico, por lo que debería ir con minúsculas: «nuestro señor Jesucristo». Creo, en todo caso, que hay al menos una cuarta opción: usarlo como inciso. «Nuestro Señor, Jesucristo, nos salva». Así, considero que todas estas son opciones válidas, pero por razones distintas en cada caso.