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La Fundéu eligió «dana» como la palabra del año 2024 por su significativa presencia en los medios de comunicación, pero también por el interés lingüístico que despertó. Si bien esto fue particularmente evidente en la península ibérica, para nuestro continente creo que tuvo un peso mucho mayor la palabra «woke», otra de las candidatas a palabra del año, entre las que también estaban «alucinación», «fango», «gordofobia», «inquiokupa», «mena», «micropiso», «narcolancha», «pellet», «reduflación» y «turistificación».
«Woke», que se pronuncia [wóuk], tomó una visibilidad particular en medio del convulso contexto político en América. Aunque la palabra tiene su origen en la lucha antirracista en Estados Unidos, sectores de la derecha le han dado un nuevo significado, en un sentido negativo, hoy muy utilizado por figuras como Donald Trump, Elon Musk y Javier Milei, entre otros, para referirse crítica e incluso despectivamente a sectores progresistas.
Mientras que el diccionario de Merriam-Webster lo define en primer lugar como ‘consciente y activamente atento a hechos y cuestiones sociales importantes (especialmente cuestiones de justicia racial y social)’, más adelante advierte también que puede ser ‘políticamente liberal o progresista (como en cuestiones de justicia racial y social), especialmente de una manera que se considera irrazonable o extrema’.
La Real Academia Española considera «woke» como equivalente de «concienciado» o «concienciada», pero también de «progre(sista)», usado con frecuencia en un sentido peyorativo. No obstante, creo que estas palabras pueden no reflejar a la perfección toda la carga que se ha puesto sobre el término «woke», por lo que, si se opta por mantenerlo en inglés, la recomendación es escribirlo en cursiva o entre comillas.
Cierro esta columna agradeciendo por su lectura este año y deseándoles un próspero 2025.
@alejandra_mdn