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La más reciente actualización del Diccionario de la lengua española (DLE) incluyó varias innovaciones relacionadas con el sexo y el género. «En consonancia con los tiempos que vivimos y con los nuevos intereses individuales y sociales, ha surgido una concepción más amplia de la sexualidad, lo que ha propiciado la creación de algunos términos que se incorporan…», explicó Elena Zamora, responsable del Instituto Lexicográfico de la Real Academia Española (RAE).
Sobre esto, ha habido críticas de distinta naturaleza: las que señalan que la RAE ―o, más bien, el conjunto de academias que editan el DLE― se ha dejado llevar por «presiones» progresistas, y otras que ven estas innovaciones como insuficientes, incluso violentas.
Entre las novedades que más han llamado la atención está la introducción de la forma «no binario/a»: «Dicho de una persona: Que no percibe su identidad de género en términos binarios de hombre o mujer». La incorporación ha sido criticada por organizaciones de personas no binarias que resaltan el hecho de que se dé visibilidad a esta identidad, pero que piden dar un paso más allá, por ejemplo, documentando la voz «binarie», precisamente para que la palabra no quede en términos binarios. Ahora: de darse, estaríamos ante un cambio que implica una reforma gramatical profunda y compleja, que, como lo han reconocido distintos lingüistas, no es imposible. Sin embargo, hay que tener claro que el Diccionario se limita a la lexicografía, por lo que no deberíamos esperar este tipo de innovaciones de él.
Como lo dije en la columna anterior, las novedades relacionadas con el sexo y el género en la más reciente actualización del DLE son un asunto extenso y complejo, así que continuaré en una próxima entrega.