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El periodismo es un oficio de cocción lenta. La calidad, el reconocimiento, la credibilidad y la trascendencia no se ganan de la noche a la mañana, como tampoco se logra la estabilidad financiera de una empresa de comunicaciones. CM& tuvo 32 años al aire, muchísimos más que su par del mismo horario QAP, al que le quitaron su licencia, y de otros tantos que no lograron mantenerse en pie en la industria informativa. CM& la luchó hasta al final y hoy se van con la frente en alto.
La historia de las maromas para sostenerse pasa por la llegada de un fondo norteamericano Hemisphere, que invirtió unos millones de dólares considerables pensando en el auge del negocio que permitiría que las empresas concesionarias del Canal Uno siguieran adelante. Esas empresas, CM&, NTC y RTI, crearon la sociedad Plural Comunicaciones. En un punto del camino, el fondo se retiró y las empresas salieron de esa sociedad. El rol de CM& cambió y se convirtió en un proveedor de contenido informativo para el Canal. Para entonces, unos empresarios se quedaron al frente como dueños del canal, quienes, en un acuerdo de negocio con el Grupo Prisa, entregaron todo el canal para suministrar contenidos. Sin mediar palabra, le enviaron, conforme al contrato, una carta a CM& hace 90 días dando por terminado el contrato el 14 de noviembre. CM& no cabía en los planes de Prisa, que tendrá un nuevo espacio en ese horario, dirigido por Roberto Pombo.
Mientras todo eso sucedía en la administración de la compañía, Yamid Amat mantuvo su a redacción haciendo lo que debían y sabían hacer: noticias. Se ocuparon, sobre todo, del ejercicio del gobierno, de la gestión de lo público, de la economía, de los hechos del mundo en una emisión internacional, y de hacer entrevistas en cabeza del propio Yamid, que crearon el tradicional espacio para el contexto de la realidad nacional.
CM&, como los demás noticieros de televisión de los años 80 y 90, nació en el modelo económico y político creado invocando el pluralismo informativo, más bien bipartidista, que fue otorgarles licencias a las casas políticas de la época. Hubo entonces espacios para pastranistas, TV Hoy; para los Gómez Hurtado, 24 Horas, y para los López Michelsen, Noticiero de las 7. Tras la constituyente, durante el gobierno de César Gaviria, apareció CM&. Con el apoyo económico del empresario Pepe Douer, el noticiero estaría ligado al expresidente Gaviria hasta hoy. El cierre de CM&, por qué no decirlo, es una pérdida para el expresidente, quien siempre tuvo en ese espacio su ventana de influencia.
En un interesante cruce de caminos que se dio en la época tras los acuerdos de paz con el M-19, también se concedió espacio en TV a esa nueva expresión política y fue cuando apareció AM PM. Allí, quienes hoy gobiernan, tuvieron una voz para narrar el país de entonces. En mis 30 años de oficio, pasé por varios de esos medios que, como CM&, ya no existen.
Así las cosas, es claro que la historia de los medios de comunicación va de la mano con la de la democracia colombiana. El desafío es mantenerlos. Cada vez que un medio se cierra, no solo se comprueba el impacto de los modelos económicos en la industria informativa, la lucha por la pauta y la llegada del huracán del internet y las redes sociales, sino que se hace pensar que el agua va llegando al cuello del periodismo formal y austero que debe perdurar y que representó CM&, la noticia.
