Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Y si esto se puede arreglar? ¿si dejamos de hablar desde el aturdimiento y encajamos las piezas? Estoy teniendo un arrebato. Yo sé. A veces me pasa y siempre trato de apaciguarlo, consciente de que no estoy con los pies en la tierra. Pero el desespero se vuelve creatividad y las ideas aparecen en cadena. Hoy lo que se me antoja es soltar frustraciones en modo de propuestas:
La política no es despreciable. La política es la herramienta para cambiar el mundo. Los grandes momentos de la historia se han logrado haciendo política real asumiendo los problemas con pragmatismo. Desinflar el ego, abandonar la estrategia del engaño, aceptar fórmulas diversas para dar soluciones, hacer acuerdos. Incluso en los juegos de poder hay momentos para hacer una pausa. Nadie le arrebatará el poder a nadie. Los colombianos hemos madurado a garrote limpio y la mayoría aún vota por el que le da la gana cada cuatro años, punto.
El presidente es Gustavo Petro. Sí, ese señor de izquierda que no habla como los demás y que echó a andar la máquina gubernamental a paso lento porque no ha sabido confiar y cohesionar un equipo eficiente. Petro, al que le faltan dos años y quiere pasar a la historia. Aún puede hacerlo, aunque deba reducir la altura de su pedestal.
Ya anunció cambio de gabinete. ¡Aproveche! Convoque un “Dream Team”, convenza a los mejores, ya tiene lecciones aprendidas. Deles las garantías que se le dan a la gente seria y llámelo como quiera: “el gabinete del Acuerdo Nacional”, “el de la voluntad popular”, “el del poder Constituyente”, el de “la paz”. Invéntese lo que lo haga feliz, pero no pierda más tiempo poniéndole tanta tiza a la historia, que eso solo enreda la cuerda. Un país atrasado no se puede dar ese lujo.
Si quiere que su proyecto progresista tenga viabilidad en el futuro, reivindíquelo con hechos. Esa es la única carta que le dará votos. En peleas ya tenemos callos.
Este arrebato, que quisiera contagiarle, me provoca y me atrevo a mencionar unos temas macro para priorizar:
Dejar el rol del estratega diciendo verdades a medias y haciéndose el loco con los líos internos. Ponga alarma y dedíquele una hora cada día a entender lo que pasa en la Casa de Nariño. Administre mejor la tesis de la conspiración y llame al orden. El espectáculo de codazo limpio entre principiantes desborda la novela tercermundista.
Ajuste la economía. Segunda tarea de la agenda diaria. Decisiones en la política fiscal, medidas de impacto para la productividad; no vale solo que giren cheques los más ricos y ustedes los muestren como el conjuro de sus pecados. Se puede poner a andar el país con sectores estratégicos reales, que creen empleo y pongan a la gente a vivir en condiciones dignas.
No hay desarrollo posible en medio de la violencia. Ya lo sabemos. Implementar los puntos esenciales del Acuerdo de Paz. Alinear sus mesas de conversaciones. Concéntrese en conseguir lo posible en las agendas que trazó con los grupos ilegales. Por ejemplo, que liberen a los niños reclutados sería un gran paso para su paz total. Y organice como un mariscal a las FF. MM. Quíteles los amarres que dicen tener para que contengan a tanto criminal suelto.
Y, para terminar, sobre los escándalos, que actúe rápido la justicia. Asuma con responsabilidad lo que le toca. Saque ya a los corruptos descarados de su círculo, cueste lo que cueste.
¿Se imagina dos años de gobierno eficiente? Dirija usted mismo esta operación y trabaje en equipo. Déjese guiar por el arrebato.