J. E. AGUILAR, DE 72 AÑOS, CORRESponsal de Súper en el Patía, fue asesinado en su casa este 24 de abril por denuncias sobre corrupción local.
El paradigmático proceso de Alfredo Molano, cuya última audiencia pública fue nuevamente pospuesta, sigue como espada de Damocles sobre el derecho a opinar.
Hollman Morris, Claudia Julieta Duque y sus familias han padecido amenazas de muerte, y espionaje por parte del DAS.
Cierto: en el pasado consejo comunitario de Cartagena, el Presidente, indignado, mostró su solidaridad con los periodistas de Barranquilla (uno de los cuales, Luis Camacho, fue asaltado y amenazado el 1° de julio). Y agregó “Cuando bastante hemos ganado, recuperando la seguridad de los periodistas de las regiones de Colombia, que eran maltratados por los diferentes grupos de terroristas, no vamos a permitir que se revivan estas amenazas”.
¿Pero no es ésta una faceta peculiar de su apego al “doble vínculo” mediante mensajes contradictorios? Expresa lo que debe hacerse, pero a la vez, no puede solucionar el problema porque, en varias oportunidades, estigmatiza y ha acusado a periodistas independientes de ser aliados del terrorismo.
Por fortuna, hay luces de esperanza. Se han fortalecido y unido los gremios periodísticos (Flip, Fecolper, Medios para la paz, Regionales). Y la reciente sentencia C-417 de la Corte Constitucional le da un espaldarazo al derecho a la información. Descarta que la única verdad sea la jurídica de la “cosa juzgada”. Entonces, soltar a los causantes de la parapolítica no impide que el periodista siga indagando.
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Sea esta la oportunidad para recomendar el impresionante libro de Raul Benoit, Prohibido decir toda la verdad, cuya tercera edición acaba de ser presentada en la Universidad de la Florida y que se puede adquirir por internet. Benoit, como Morris, es un excelente periodista investigativo. Además de macabra persecución, sufrió por celos y mezquindades de algunos de sus colegas, lo que no ha sido óbice para que ambos sobresalgan internacionalmente.
J. E. AGUILAR, DE 72 AÑOS, CORRESponsal de Súper en el Patía, fue asesinado en su casa este 24 de abril por denuncias sobre corrupción local.
El paradigmático proceso de Alfredo Molano, cuya última audiencia pública fue nuevamente pospuesta, sigue como espada de Damocles sobre el derecho a opinar.
Hollman Morris, Claudia Julieta Duque y sus familias han padecido amenazas de muerte, y espionaje por parte del DAS.
Cierto: en el pasado consejo comunitario de Cartagena, el Presidente, indignado, mostró su solidaridad con los periodistas de Barranquilla (uno de los cuales, Luis Camacho, fue asaltado y amenazado el 1° de julio). Y agregó “Cuando bastante hemos ganado, recuperando la seguridad de los periodistas de las regiones de Colombia, que eran maltratados por los diferentes grupos de terroristas, no vamos a permitir que se revivan estas amenazas”.
¿Pero no es ésta una faceta peculiar de su apego al “doble vínculo” mediante mensajes contradictorios? Expresa lo que debe hacerse, pero a la vez, no puede solucionar el problema porque, en varias oportunidades, estigmatiza y ha acusado a periodistas independientes de ser aliados del terrorismo.
Por fortuna, hay luces de esperanza. Se han fortalecido y unido los gremios periodísticos (Flip, Fecolper, Medios para la paz, Regionales). Y la reciente sentencia C-417 de la Corte Constitucional le da un espaldarazo al derecho a la información. Descarta que la única verdad sea la jurídica de la “cosa juzgada”. Entonces, soltar a los causantes de la parapolítica no impide que el periodista siga indagando.
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Sea esta la oportunidad para recomendar el impresionante libro de Raul Benoit, Prohibido decir toda la verdad, cuya tercera edición acaba de ser presentada en la Universidad de la Florida y que se puede adquirir por internet. Benoit, como Morris, es un excelente periodista investigativo. Además de macabra persecución, sufrió por celos y mezquindades de algunos de sus colegas, lo que no ha sido óbice para que ambos sobresalgan internacionalmente.