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El fin es el principio

María Wills Londoño
25 de septiembre de 2024 - 07:00 p. m.

A veces mi columna se lee en primera persona. Me gusta pensarla como un diario en el que se comparten emociones. Hoy en día estamos ante severas sensaciones que en otro momento pertenecían al fuero de lo privado. Los malestares y la salud mental hacían parte del ámbito íntimo y, por ello, eran casi un secreto. Hoy, una gran cantidad de contenidos en plataformas de televisión son sobre la salud mental de celebridades y el resto de los mortales. Se habla más abiertamente de ello, lo compartimos y hasta nos reímos como parte de una catarsis en medio de profundas crisis. Hace unos días abrió la muestra “Excavar hasta llegar a las estrellas”, y semanas antes también se lanzó el Manifiesto Joven en los Museos del Banco de la República, iniciado en el área de servicios para el público, de la mano del artista Nicolas Paris, quien lleva más de cuatro años fomentando nuevas formas de “sentiaprender” desde la Escuela Universos.

De cierta manera, los dos proyectos hacen énfasis en la necesidad de compartir desde el arte malestares psicológicos que hasta hace poco eran tabú. Destaco de estos proyectos el llamado que se hace desde la creatividad para permitir sondar los lugares recónditos de la existencia y sacar a la luz sentimientos como parte de una nueva racionalidad que surja desde una empatía real.  El arte existe como un conjunto de creaciones en donde la sensibilidad aflora cada vez más. Desde principios de siglo XX, en medio de turbulencias por la Primera y Segunda Guerra Mundial, movimientos como el expresionismo se manifestaron desde la tripa haciendo vibrar el pensamiento por la tristeza y furia. Hoy los malestares siguen, e incluso, son más apocalípticos: el miedo a la crisis ambiental y el fin del mundo son temas que están con nosotros desde que abrimos los ojos cada día. Ver esta muestra y el manifiesto que está ubicado a la entrada del Museo, permite asimilar las tensiones desde el arte y entender que el desbalance puede tener remedio desde los espacios creativos para compartir el desagrado, la rabia y el dolor. Pero también la euforia y el éxtasis, además de incorporar el cinismo con la risa, que es una forma más de liberar miedos.

Paradójicamente, ver desde el arte las crisis individuales o colectivas que nos agobian genera una cierta sensación de tranquilidad: entendemos que compartimos existencias complejas y abrazamos la posibilidad de vivir desde lo oscuro y lo incierto, pero también desde la luz que sobresale a través de las grietas. Luis Fernando Ramírez, curador de la muestra, nos invita a evidenciar el desequilibrio:  Camilo Restrepo enlaza malestares mentales y narcotráfico, Adriana Martínez introduce un mercado de frutas artificiales con marca y sin alma, Snyder Moreno plantea en sus dibujos la fragilidad extrema que soporta el peso de la existencia, y Sofía Reyes, que hace un ensayo visual sumamente poético sobre las nuevas ansiedades que ha traído este siglo: explotación, desarrollo tecnológico desenfrenado, exceso visual del mundo digital, miedo y trauma por permanentes conflictos y trabajo en exceso por un sistema capitalista demoledor. Circunstancias que nos arrojan hacia espacios imaginados e idealizados. También hay una mirada esperanzadora: posibilidades de construir utopías alimentadas de naturaleza, mundos míticos y rituales que convoquen mejores futuros. Javier Morales y José Ismael Manco se acercan a seres atávicos, a nuestro espíritu animal para existir desde el instinto.

Frente a las noticias sobre nuevos trastornos mentales, se propone visibilizar el malestar desde lo colectivo. Por ello, y sintiendo que todos somos jóvenes frente a este nuevo/viejo mundo en crisis, propongo acoger el manifiesto “Jovenatomo” que convoca el museo ya mencionado: “Nos comprometemos con la curiosidad. Somos una sociedad joven y la juventud también es sorprenderse una y otra vez de las posibilidades que nos dan los días para crecer.  Nuestra expansión es a veces intempestiva, pero tiene la energía suficiente para retoñar. (…) crearemos límites permeables, las fronteras movibles e intercambios genuinos que nos transformen y amplíen nuestra conciencia. Ser joven es la posibilidad de expandirse. Encontraremos la oportunidad detrás del miedo y lo desconocido (…). No estamos perdidos: deambulamos como los planetas, eternos errantes que entienden su libertad desde el espacio que ocupan. Como los pájaros que vuelan libres gracias a la resistencia que les da el viento”.

 

Atenas(06773)Hace 2 horas
De los temores q’ todos los demás por igual sentimos. Atenas.
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