Las aterradoras imágenes que muestran la tragedia de la miseria o, lo que es peor, la miseria de la tragedia que padecen nuestros compatriotas chocoanos, no se compadecen con la indiferencia de buena parte del país que cree que el Chocó está en otra parte y no es la reserva acuífera más importante del mundo.
Mientras que las emergencias en La Guajira, Antioquia, Santander y otras regiones están siendo atendidas con fruición y hasta con harta generosidad, el hermano pobre, –Chocó– se muere de hambre, de frío, de abandono y de indiferencia.
Menos mal que el Valle del Cauca, de la gobernación para abajo, con empresas privadas y gentes solidarias, le están dando la mano a quienes perdieron todo y debieron desplazarse por culpa de las inundaciones producto de las lluvias inclementes que aumentan cada día. Pero no solo eso: la narcoguerrilla del ELN, con su miserable paro armando indefinido, tuvo prohibida la entrada de alimentos, mantas, cobijas ropa para auxiliar a esas pobres gentes que se quedaron sin techo y sin pan y mientras que allá, o único que no escasea son las balas para los fusiles y las pistolas.
Ignoro las razones lógicas de este grupo subversivo para asumir semejante postura criminal y las razones por las cuales el Estado no impuso la autoridad, salvaguarda la vida de sus connacionales y tiene que pedirle permiso para poder entrar “al territorio de ellos”.
La gobernadora del Chocó, en una actitud enhiesta y ejemplar, está exigiendo que no dejemos solo a su departamento, pero el alto gobierno pocas bolas le para porque está privilegiando a otras regiones en donde padecen iguales necesidades, pero dan más votos y eso es lo que cuenta.
¡El Chocó también es Colombia, carajo!
Las aterradoras imágenes que muestran la tragedia de la miseria o, lo que es peor, la miseria de la tragedia que padecen nuestros compatriotas chocoanos, no se compadecen con la indiferencia de buena parte del país que cree que el Chocó está en otra parte y no es la reserva acuífera más importante del mundo.
Mientras que las emergencias en La Guajira, Antioquia, Santander y otras regiones están siendo atendidas con fruición y hasta con harta generosidad, el hermano pobre, –Chocó– se muere de hambre, de frío, de abandono y de indiferencia.
Menos mal que el Valle del Cauca, de la gobernación para abajo, con empresas privadas y gentes solidarias, le están dando la mano a quienes perdieron todo y debieron desplazarse por culpa de las inundaciones producto de las lluvias inclementes que aumentan cada día. Pero no solo eso: la narcoguerrilla del ELN, con su miserable paro armando indefinido, tuvo prohibida la entrada de alimentos, mantas, cobijas ropa para auxiliar a esas pobres gentes que se quedaron sin techo y sin pan y mientras que allá, o único que no escasea son las balas para los fusiles y las pistolas.
Ignoro las razones lógicas de este grupo subversivo para asumir semejante postura criminal y las razones por las cuales el Estado no impuso la autoridad, salvaguarda la vida de sus connacionales y tiene que pedirle permiso para poder entrar “al territorio de ellos”.
La gobernadora del Chocó, en una actitud enhiesta y ejemplar, está exigiendo que no dejemos solo a su departamento, pero el alto gobierno pocas bolas le para porque está privilegiando a otras regiones en donde padecen iguales necesidades, pero dan más votos y eso es lo que cuenta.
¡El Chocó también es Colombia, carajo!