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Sigue la ANI burlándose del departamento del Valle. La última vez fue hace un mes cuando, con bombos y platillos, anunció pomposamente que la construcción de la carretera Mulaló-Loboguerrero se iniciaría hoy, viernes 9 de junio.
Hasta yo caí en semejante engaño y lo celebré con una columna en este mismo diario, anunciando que por fin este viejo anhelo de mi comarca se haría realidad, luego de 20 años de toda suerte de palos en la rueda y engavetamientos deliberados. Sería una obra no solo para el Valle sino también para Colombia entera, porque supone una reducción de una hora en el trayecto hasta Buenaventura, el principal puerto de este país sobre el océano Pacífico.
Pero, como “al burro no lo capan dos veces”, sí destaqué al final del escrito que ojalá fuera cierta tanta belleza, porque en alguna parte y de manera casi que subrepticia dijeron que faltaba un acuerdo entre la ANI y el concesionario Covimar.
Pues sucedió lo que había vaticinado: no se llegó a ningún acuerdo y la obra no arrancará hoy. Faltones y mentirosos los señores de la ANI. Simplemente no se logró y punto. Sobre este particular no conozco explicación alguna. Qué la van a dar, si el Valle del Cauca les importa un chorizo a ese nido de burócratas sentados en el olimpo de su mediocridad.
Total, nos quedamos con los crespos hechos, con el pandebono, el masato y las luladas listas, y algún discurso celebrando lo que pudo ser y no fue.
Ahora vuelve y juega la ANI con los “fueques”, tratando de explicar lo inexplicable, dejando ese sabor rancio que queda después de los engaños.
Me pregunto: ¿por qué y para qué generar esa falsa expectativa? ¿Será que les dijeron que nos dieran un contentillo, caramelo o bon bon bum, a sabiendas —insisto y repito— de que no se puede ensillar sin tener las bestias?