La que nos faltaba: un guerrillero de la peor calaña acaba de desafiar al Estado colombiano afirmando, con la mayor desfachatez, que “la COP16 en Cali fracasará, aunque militarice con gringos la ciudad”.
Semejante amenaza, aunque no puede pasar inadvertida, recuerda a todos aquellos que en su momento le declararon la guerra a este país y terminaron abatidos, porque es un suicidio retar a una nación entera y salirse con la suya.
No obstante, su movimiento subversivo reviste una alta peligrosidad y podría ser capaz de atentados terroristas para desestabilizar, generar pánico colectivo y darle mala prensa —en este caso a nivel mundial— a un evento que congregará más de 12.000 personas provenientes de muchos países del orbe.
Así las cosas, es preciso neutralizar tales pretensiones desde antes de la realización del certamen y para ello son necesarias labores de contrainteligencia en una tarea en la que deben participar todos los estamentos encargados de la seguridad nacional para que, actuando de consuno, den con el paradero de estos terroristas y les desbaraten sus macabros planes y estrategias criminales.
Desde luego, no será una tarea fácil, pues el factor sorpresa es imposible de detectar a no ser que se cuente con mecanismos de investigación, detección y una acción permanente de observación que permita identificar y neutralizar a los llamados explosivistas que están siendo entrenados en los alrededores de la ciudad.
Lo que se busca es atemorizar a quienes deseen participar en la COP16 y que por ese motivo desistan de venir a Cali y también durante su desarrollo, sembrar el caos entre quienes estén participando.
Por ello, bienvenida la labor que ya deben estar desarrollando los encargados de la conferencia y quienes, como sociedad civil, deben también tener ojos avizores en calidad de informantes de la presencia de gentes extrañas en los corregimientos y veredas cercanas a la Capital Ecológica de Colombia.
La que nos faltaba: un guerrillero de la peor calaña acaba de desafiar al Estado colombiano afirmando, con la mayor desfachatez, que “la COP16 en Cali fracasará, aunque militarice con gringos la ciudad”.
Semejante amenaza, aunque no puede pasar inadvertida, recuerda a todos aquellos que en su momento le declararon la guerra a este país y terminaron abatidos, porque es un suicidio retar a una nación entera y salirse con la suya.
No obstante, su movimiento subversivo reviste una alta peligrosidad y podría ser capaz de atentados terroristas para desestabilizar, generar pánico colectivo y darle mala prensa —en este caso a nivel mundial— a un evento que congregará más de 12.000 personas provenientes de muchos países del orbe.
Así las cosas, es preciso neutralizar tales pretensiones desde antes de la realización del certamen y para ello son necesarias labores de contrainteligencia en una tarea en la que deben participar todos los estamentos encargados de la seguridad nacional para que, actuando de consuno, den con el paradero de estos terroristas y les desbaraten sus macabros planes y estrategias criminales.
Desde luego, no será una tarea fácil, pues el factor sorpresa es imposible de detectar a no ser que se cuente con mecanismos de investigación, detección y una acción permanente de observación que permita identificar y neutralizar a los llamados explosivistas que están siendo entrenados en los alrededores de la ciudad.
Lo que se busca es atemorizar a quienes deseen participar en la COP16 y que por ese motivo desistan de venir a Cali y también durante su desarrollo, sembrar el caos entre quienes estén participando.
Por ello, bienvenida la labor que ya deben estar desarrollando los encargados de la conferencia y quienes, como sociedad civil, deben también tener ojos avizores en calidad de informantes de la presencia de gentes extrañas en los corregimientos y veredas cercanas a la Capital Ecológica de Colombia.