Creada hace ya 42 años, la Fundación Valle del Lili, que desarrolló la clínica de su mismo nombre en la ciudad de Cali, es considerada como uno de los centros de salud más importantes del mundo. Así lo corrobora la prestigiosa Organización Joint Commission International, el estándar global de calidad y seguridad en la atención médica. El equipo de evaluadores auditó en noviembre pasado el cumplimiento de más de 1.300 estándares enfocados en la seguridad del paciente, la mejora continua y la experiencia de atención centrada en las personas.
Todo esto se debe al esfuerzo de un puñado de médicos y a la solidaridad empresarial vallecaucana, quienes le apostaron a que Colombia contara con un hospital de la más alta complejidad, con un personal actualizado idóneo y comprometido, con la tecnología más avanzada y un sentido social que ha priorizado en la atención a los pacientes que ya no son un número más, sino seres humanos que venían reclamando un trato distinto.
La investigación, la actualización y la innovación han sido los pilares fundamentales de esta institución sin ánimo de lucro que atiende por igual a todos los estratos socioeconómicos que acuden allí en busca de distintos tratamientos para su salud.
Sus instalaciones, al sur de la capital vallecaucana, están conformadas por un imponente conjunto de edificios en donde se atiende con prisa y sin pausa a miles de pacientes provenientes de todas partes del país y del exterior. Ellos reciben –repito– un trato excepcional, una atención inmediata y unos diagnósticos, procedimientos y tratamientos a la altura de las más prestigiosas clínicas del orbe.
Lo que fuera un sueño de la señora Emma Giraldo de Garcés –cristalizado por dos de sus hijos, Álvaro y Armando Garcés, y demás descendientes de Don Jorge Garcés Borrero y con el concurso de los médicos Martín Wartenberg y Vicente Borrero entre otros, es hoy una realidad y un orgullo nacional.
Creada hace ya 42 años, la Fundación Valle del Lili, que desarrolló la clínica de su mismo nombre en la ciudad de Cali, es considerada como uno de los centros de salud más importantes del mundo. Así lo corrobora la prestigiosa Organización Joint Commission International, el estándar global de calidad y seguridad en la atención médica. El equipo de evaluadores auditó en noviembre pasado el cumplimiento de más de 1.300 estándares enfocados en la seguridad del paciente, la mejora continua y la experiencia de atención centrada en las personas.
Todo esto se debe al esfuerzo de un puñado de médicos y a la solidaridad empresarial vallecaucana, quienes le apostaron a que Colombia contara con un hospital de la más alta complejidad, con un personal actualizado idóneo y comprometido, con la tecnología más avanzada y un sentido social que ha priorizado en la atención a los pacientes que ya no son un número más, sino seres humanos que venían reclamando un trato distinto.
La investigación, la actualización y la innovación han sido los pilares fundamentales de esta institución sin ánimo de lucro que atiende por igual a todos los estratos socioeconómicos que acuden allí en busca de distintos tratamientos para su salud.
Sus instalaciones, al sur de la capital vallecaucana, están conformadas por un imponente conjunto de edificios en donde se atiende con prisa y sin pausa a miles de pacientes provenientes de todas partes del país y del exterior. Ellos reciben –repito– un trato excepcional, una atención inmediata y unos diagnósticos, procedimientos y tratamientos a la altura de las más prestigiosas clínicas del orbe.
Lo que fuera un sueño de la señora Emma Giraldo de Garcés –cristalizado por dos de sus hijos, Álvaro y Armando Garcés, y demás descendientes de Don Jorge Garcés Borrero y con el concurso de los médicos Martín Wartenberg y Vicente Borrero entre otros, es hoy una realidad y un orgullo nacional.