Misión de empleo y de modelo económico
Mario Valencia
Más de un año después de la creación de la Misión de Empleo, se entregaron los resultados que reflejan un trabajo riguroso y necesario para abordar un problema estructural de nuestro país. La Misión concluyó que la mayoría de trabajadores “tienen condiciones laborales precarias”. Sus recomendaciones y la construcción de propuestas de reformas necesitarán también que se tengan en cuenta otros trabajos que desde la academia se han venido realizando.
El trabajo de la Misión reconoce que no se abordan todas las dimensiones del problema, y quizás la más importante que dejan por fuera es la del modelo económico. Aunque habría que entrar en detalles, es positivo que uno de sus enfoques haya sido el de evaluar el mercado laboral desde el bienestar social. Coincido con la idea de avanzar hacia “programas de protección social de corte universal”. Que la población acceda a una canasta de servicios de seguridad social y derechos, incluyendo pensión, sin importar la naturaleza de su vinculación laboral. Estaría a cargo del Presupuesto General de la Nación y, por ende, conlleva a una discusión técnica sobre el enfoque progresivo que debe tener la reforma tributaria con que se inaugurará el próximo gobierno.
Esta propuesta mejoraría el bienestar de la población y también serviría para superar los obstáculos que existen en la necesidad de crear estructuras de vinculación y retiro más flexibles, acordes a una realidad global actual. Hoy, en buena medida, esa rigidez está amarrada a la obligación de aportar a un sistema de aseguramiento de salud y pensión sin importar la condición laboral.
Como aspecto negativo, veo una tendencia de la Misión a considerar los problemas del mercado laboral como consecuencia de las leyes que protegen al trabajador. Porque refuerza el discurso de que a menos derechos habría más y mejores empleos, sin hacer un solo análisis sobre el modelo económico que causó el debilitamiento empresarial, que a su vez impide una vinculación laboral de calidad.
El gran pecado de la Misión es afirmar que “el funcionamiento del mercado laboral colombiano obstaculiza el camino hacia una sociedad más próspera e incluyente”, cuando ha sido la decisión estatal de propiciar la quiebra de empresas lo que ha traído como resultado un mercado laboral precario. La hipótesis central de la Misión es que una reforma laboral lograría “construir una prosperidad compartida”, cuando es al revés: una reforma al modelo económico que oriente la inversión eficientemente promueva la diversificación productiva y ajuste la política comercial para estimular la producción nacional, crearía las ganancias necesarias para tener un sistema de protección social que reforme positivamente el mercado laboral.
Más de un año después de la creación de la Misión de Empleo, se entregaron los resultados que reflejan un trabajo riguroso y necesario para abordar un problema estructural de nuestro país. La Misión concluyó que la mayoría de trabajadores “tienen condiciones laborales precarias”. Sus recomendaciones y la construcción de propuestas de reformas necesitarán también que se tengan en cuenta otros trabajos que desde la academia se han venido realizando.
El trabajo de la Misión reconoce que no se abordan todas las dimensiones del problema, y quizás la más importante que dejan por fuera es la del modelo económico. Aunque habría que entrar en detalles, es positivo que uno de sus enfoques haya sido el de evaluar el mercado laboral desde el bienestar social. Coincido con la idea de avanzar hacia “programas de protección social de corte universal”. Que la población acceda a una canasta de servicios de seguridad social y derechos, incluyendo pensión, sin importar la naturaleza de su vinculación laboral. Estaría a cargo del Presupuesto General de la Nación y, por ende, conlleva a una discusión técnica sobre el enfoque progresivo que debe tener la reforma tributaria con que se inaugurará el próximo gobierno.
Esta propuesta mejoraría el bienestar de la población y también serviría para superar los obstáculos que existen en la necesidad de crear estructuras de vinculación y retiro más flexibles, acordes a una realidad global actual. Hoy, en buena medida, esa rigidez está amarrada a la obligación de aportar a un sistema de aseguramiento de salud y pensión sin importar la condición laboral.
Como aspecto negativo, veo una tendencia de la Misión a considerar los problemas del mercado laboral como consecuencia de las leyes que protegen al trabajador. Porque refuerza el discurso de que a menos derechos habría más y mejores empleos, sin hacer un solo análisis sobre el modelo económico que causó el debilitamiento empresarial, que a su vez impide una vinculación laboral de calidad.
El gran pecado de la Misión es afirmar que “el funcionamiento del mercado laboral colombiano obstaculiza el camino hacia una sociedad más próspera e incluyente”, cuando ha sido la decisión estatal de propiciar la quiebra de empresas lo que ha traído como resultado un mercado laboral precario. La hipótesis central de la Misión es que una reforma laboral lograría “construir una prosperidad compartida”, cuando es al revés: una reforma al modelo económico que oriente la inversión eficientemente promueva la diversificación productiva y ajuste la política comercial para estimular la producción nacional, crearía las ganancias necesarias para tener un sistema de protección social que reforme positivamente el mercado laboral.