Los recursos del Tesoro Nacional pasaron de $29,9 billones en abril del 2023 a tan solo $7,1 billones al cierre del mismo período del 2024. Como bien lo señalan los analistas, se sumaron varios problemas como la caída del 4,4 % del recaudo frente a un aumento del 22 % en los gastos, el revés del Gobierno en la Corte Constitucional tumbando la no deducibilidad de regalías que dejará un hueco de $6,5 billones y la no llegada de $10 billones con los cuales se contaba producto de litigios ganados por la DIAN. Todo parece indicar que el recorte propuesto por el Gobierno no es suficiente, lo que ha llevado al Ministerio de Hacienda a anunciar tijeretazos por $20 billones y ordenarle a cada cartera recortar el 5,6 % de su presupuesto. Un informe del Banco de Bogotá advierte que el recorte de gasto público debería ser mucho más grande, teniendo en cuenta que la proyección de ingresos para este año es mucho menor que la que se presupuestó en las cuentas oficiales: “Cuando el Congreso aprobó el Presupuesto General de la Nación de 2024 por $503,2 billones en octubre de 2023, el Gobierno esperaba obtener ingresos por $352,4 billones en todo el año. No obstante, nuestros cálculos denotan que los ingresos rondarían $292,3 billones, significando un descalce cercano a $60 billones y haciendo necesaria una estrategia de recorte en el gasto público para asegurar el cumplimiento de la Regla Fiscal”.
Según el portal financiero Bloomberg (citado por Salomón Kalmanovitz en El Espectador), “la economía colombiana podría ser golpeada pronto por costos crecientes de energía, al tener que importar gas licuado para atender la demanda de gas natural, mientras continúa el desplome de la producción local. Las industrias intensivas en gas y energía serán afectadas con fuerza por un aumento adicional de sus costos, en la medida en que las importaciones podrían ser dos o tres veces más caras que la oferta doméstica”.
La incertidumbre ha hecho que la inversión haya caído el año pasado el 25 % y este año el 15 %. Pretender que la caja del Gobierno va a mejorar sin que haya una importante recuperación de la economía es una quimera, y asumir que la recuperación del país se va a dar sin la activa participación del sector empresarial también. El Gobierno se debe deshacer del notorio sesgo antiempresarial que lo ha caracterizado. Sobre los empresarios, Churchill, a quienes consideraba una raza aparte, dijo: “Para algunos, la empresa privada es una fiera sedienta de sangre; para otros, una vaca lechera a la que hay que ordeñar. La realidad es que es un robusto percherón que debe arrastrar un carro muy pesado”.
Apostilla: Cuenta la leyenda santafereña que un agudo cachaco fue a pedirle la mano a su futuro suegro. El padre de la muchacha, muy al tanto de la vida algo disoluta del pretendiente, le preguntó si tenía con qué casarse, a lo que el cachaco contestó sin vacilar: “Con qué sí, lo que no tengo es plata…”. Se trae a colación la anécdota porque el actual Gobierno enfrenta el mismo dilema del cachaco: tiene herramientas con qué cumplir sus compromisos, lo que no tiene es plata. Ministro Bonilla, ¡no pierda de vista las tijeras… con certeza las va a volver a necesitar!
Los recursos del Tesoro Nacional pasaron de $29,9 billones en abril del 2023 a tan solo $7,1 billones al cierre del mismo período del 2024. Como bien lo señalan los analistas, se sumaron varios problemas como la caída del 4,4 % del recaudo frente a un aumento del 22 % en los gastos, el revés del Gobierno en la Corte Constitucional tumbando la no deducibilidad de regalías que dejará un hueco de $6,5 billones y la no llegada de $10 billones con los cuales se contaba producto de litigios ganados por la DIAN. Todo parece indicar que el recorte propuesto por el Gobierno no es suficiente, lo que ha llevado al Ministerio de Hacienda a anunciar tijeretazos por $20 billones y ordenarle a cada cartera recortar el 5,6 % de su presupuesto. Un informe del Banco de Bogotá advierte que el recorte de gasto público debería ser mucho más grande, teniendo en cuenta que la proyección de ingresos para este año es mucho menor que la que se presupuestó en las cuentas oficiales: “Cuando el Congreso aprobó el Presupuesto General de la Nación de 2024 por $503,2 billones en octubre de 2023, el Gobierno esperaba obtener ingresos por $352,4 billones en todo el año. No obstante, nuestros cálculos denotan que los ingresos rondarían $292,3 billones, significando un descalce cercano a $60 billones y haciendo necesaria una estrategia de recorte en el gasto público para asegurar el cumplimiento de la Regla Fiscal”.
Según el portal financiero Bloomberg (citado por Salomón Kalmanovitz en El Espectador), “la economía colombiana podría ser golpeada pronto por costos crecientes de energía, al tener que importar gas licuado para atender la demanda de gas natural, mientras continúa el desplome de la producción local. Las industrias intensivas en gas y energía serán afectadas con fuerza por un aumento adicional de sus costos, en la medida en que las importaciones podrían ser dos o tres veces más caras que la oferta doméstica”.
La incertidumbre ha hecho que la inversión haya caído el año pasado el 25 % y este año el 15 %. Pretender que la caja del Gobierno va a mejorar sin que haya una importante recuperación de la economía es una quimera, y asumir que la recuperación del país se va a dar sin la activa participación del sector empresarial también. El Gobierno se debe deshacer del notorio sesgo antiempresarial que lo ha caracterizado. Sobre los empresarios, Churchill, a quienes consideraba una raza aparte, dijo: “Para algunos, la empresa privada es una fiera sedienta de sangre; para otros, una vaca lechera a la que hay que ordeñar. La realidad es que es un robusto percherón que debe arrastrar un carro muy pesado”.
Apostilla: Cuenta la leyenda santafereña que un agudo cachaco fue a pedirle la mano a su futuro suegro. El padre de la muchacha, muy al tanto de la vida algo disoluta del pretendiente, le preguntó si tenía con qué casarse, a lo que el cachaco contestó sin vacilar: “Con qué sí, lo que no tengo es plata…”. Se trae a colación la anécdota porque el actual Gobierno enfrenta el mismo dilema del cachaco: tiene herramientas con qué cumplir sus compromisos, lo que no tiene es plata. Ministro Bonilla, ¡no pierda de vista las tijeras… con certeza las va a volver a necesitar!