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El pasado 29 de octubre en Cali el canciller de Venezuela, Yván Gil, declaró sin inmutarse: “Venezuela es un país libre de presos políticos, no hay ni uno”. Dos semanas después, el jefe de Gil, Nicolás Maduro, desmentía a su mendaz ujier y anunciaba que iban a liberar algunas docenas de los más de 2.000 presos políticos en manos del régimen. La liberación, más que un gesto humanitario, pareciera ser una demostración de cobardía buscando que Trump tenga algunas consideraciones con el fraude electoral. El episodio de Yván Gil pone en evidencia que la mentira para los chavistas no es puntual sino permanente.
Desde hace varios meses Petro y el canciller Murillo (incluyendo su intervención en la COP16) han reiterado que la postura del Gobierno colombiano sigue siendo la misma: no reconocer a Nicolás Maduro mientras que no se publiquen las actas de votación. Pero todo parece estar que en la Casa de Nariño se está cocinando un monumental reversazo. Según informes de prensa, en Brasil Petro dijo que las pasadas elecciones en Venezuela fueron un “error” y que “no hay voto libre si hay bloqueo”. Estas observaciones conllevan a los analistas a especular que el Gobierno de Colombia está es abriendo las puertas para reconocer en enero —tácita o explícitamente— a Nicolás Maduro como presidente, legitimando de paso todo el régimen de gánsteres. Atrás va a quedar la postura que exigía de pruebas de los resultados del 28 de julio pasado.
¿Por qué puede ser grave la nueva posición del Gobierno colombiano? Haga de cuenta el lector un apartamentero que ha robado a varios pisos. Si dándose cuenta del saqueo, tanto los vecinos como la policía guardan silencio, dicho mutismo llevará al pícaro a seguir perennemente cometiendo fechorías. Eso es exactamente lo que puede ocurrir con Venezuela si varios países —incluyendo Colombia— aceptan el fraude de Maduro: nunca más volverá a haber elecciones fiables y libres en Venezuela.
El abandonar al pueblo venezolano que votó masivamente por el cambio no solo sería pusilánime, sino ineficaz; y el creer que aceptar la espuria presidencia de Maduro nos va a ayudar con la Paz Total, o con un eventual desabastecimiento de gas y con la venta de Monómeros, es un miraje: Maduro seguirá dándole protección y refugio al narcoterrorismo, principalmente al ELN y a la Nueva Marquetalia. El gas que eventualmente nos podría vender es tan regular de calidad como desconfiable su suministro. Y Maduro seguirá con la enajenación de Monómeros. Según el ICP/YanHaas, el 84 % de los encuestados prefiere que el Gobierno continúe con la extracción de gas en territorio colombiano en lugar de optar por su importación desde países como Venezuela. Otra encuesta de Cifras & Conceptos muestra que nueve de cada 10 colombianos está en contra de que el Gobierno reconozca a Maduro. Ojalá Petro y Murillo entiendan que Maduro es un socio desconfiable y peligroso, y que una manta de desprecio e ignominia los cubriría sin cohonestan el fraude desconociendo la abrumadora opinión de los colombianos.
Apostilla: Indistintamente de que el cura pederasta Darío Chavarriaga haya pertenecido a la Sociedad de Jesús y salga de las entrañas del Cinep, tengo la certeza de que el sacerdote Francisco de Roux no lo encubrió.