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Jeff Bezos y Elon Musk son empresarios visionarios. El primero, fundador en 1994 de Amazon, es un referente mundial en reinversión en tecnología y logística. Musk es el creador de Tesla y Starlink, dos empresas tecnológicamente revolucionarias. Warren Buffet, que invierte en empresas con sólidas ventajas competitivas como Apple y la china BYD, puede ser el inversionista más exitoso del mundo. Al anverso de la moneda está George Soros, uno de los lobos de Wall Street, que se define a sí mismo como un especulador amoral. Es decir, Soros no tiene en cuenta las consecuencias éticas y morales que sus especulaciones puedan acarrear. Su apuesta contra la libra esterlina les costó a los contribuyentes británicos cerca de 8 mil millones de dólares de hoy, mientras que él se embolsilló 2,2 billones de dólares a precios corrientes.
Hace 25 años la fortuna de Bezos era de 4,7 mil millones de dólares; la de Musk 150 millones; la de Buffett 34 mil millones; y la de Soros 7 mil millones. En 25 años, la fortuna de Bezos se ha multiplicado por un factor de 51; la de Musk 1.917 veces; la de Buffett 4,3 veces; y la de Soros, que ha dedicado 25 mil millones de dólares al activismo político (siendo, entre otras, el principal benefactor de la ONG Dejusticia), se mantiene. Comparar las fortunas de algunos billonarios con el PIB de un país, como lo hace Rodrigo Uprimmy en su columna en El Espectador el domingo pasado, es confundir peras con manzanas. El patrimonio de Bezos, de Buffett y de Musk está representado principalmente en el oscilante valor del mercado de las acciones de Amazon, Berkshire Hathaway y Tesla. Por contra, el PIB es el valor total de bienes y servicios producidos en un año y cuyo monto representa es la actividad económica es ese periodo, y no la riqueza acumulada. Por ejemplo, Musk ha perdido en papel 100 billones de dólares de su patrimonio en los últimos dos meses. Siguiendo la metodología de Uprimmy, esa pérdida equivale a 1.666 millones de dólares al día, o 69,4 millones por hora. ¿Es esta cifra relevante y ayuda a mejor la desigualdad en el mundo? Para nada… son apuntes meramente contables.
Y contrario a lo que afirma Uprimmy, el escrito de Juan Carlos Echeverry (El País, Feb. 22, 2025) en ningún momento pretende ser una crítica severa y burlona, ni caricaturiza a los idólatras de la igualdad. Tampoco afirma el exministro que uno debe hacer caso omiso de las desigualdades, pero sí deja entender que aquellas naciones que le dan prioridad a la igualdad sobre el crecimiento generalmente terminan sin crecimiento y sin igualdad.
A la insinuación de Uprimmy que a las grandes fortunas se les debe poner un techo, ¿qué techo y quién lo pone? Mayor igualdad se logra con impuestos progresivos (que no terminen en manos de los corruptos tipo Ungrd) e incentivos fiscales para donaciones en educación y salud, no en activismo político.
Apostilla: Cómo deben ser de rentables las aduanas de Barranquilla, Cartagena y Buenaventura que al director de la DIAN (quien nombra las cabezas de estas aduanas) unos le advierten que, de no acatar sus recomendaciones, se imagine a “Messi con las piernas rotas”; y otros, con sorprendente violencia por no hablar de barbarie, le mandan es a la suegra.