Descalabro en Galicia desconcierta al “gobierno Frankenstein”
El contubernio de partidos de izquierda o independentistas que gobierna a España sufrió estruendosa derrota en las elecciones en Galicia y las costuras del costado izquierdo del llamado “gobierno Frankenstein” se están deshaciendo a pasos agigantados. Como es de público conocimiento, Sánchez construyó su “gobierno Frankenstein” con el apoyo de los independentistas, los comunistas y los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. El pasado domingo, los principales derrotados en Galicia fueron del PSOE —partido de Sánchez—, que no solo ha bajado su participación electoral en 12 autonomías, sino que ha perdido seis gobiernos desde que abrazó la España plurinacional. Sánchez, con tal de no dejar el poder, pactó con el prófugo catalán Puigdemont una serie de prebendas, incluyendo una amplia amnistía y una serie de fueros y canonjías que podrían conducir a la desintegración del Reino de España. La mayoría absoluta del Partido Popular (PP) en Galicia consolida la posición de su líder, Núñez Feijóo, y confirma el declive del PSOE tras los pactos de Sánchez con bandas que tienen entre sus objetivos la destrucción de España.
La derrota en Galicia, sin embargo, no implica que Sánchez vaya a llamar por ahora a nuevas elecciones: este evento dependerá de los resultados de las elecciones en el País Vasco y las europeas, en junio. Otro gran derrotado en Galicia es la alianza Sumar, una conchabanza de zurdos. Y a nivel individual la principal víctima es la líder de Sumar, la gallega Yolanda Díaz, conocida también como la “fashionaria” por su sorprendente afición a cambiarse de ropa hasta tres veces al día. Con solo 28.000 votos, menos del 2 % de la votación, las posibilidades de Yolanda de erguirse como la sucesora de Sánchez en el gobierno son remotas.
Otro que ha pasado a ser políticamente irrelevante en Galicia es Podemos, otro de los partidos de extrema izquierda. Con solo 3.700 sufragios, Podemos no ha alcanzado el 0,26 % de la votación. Esta agrupación de zurdos extremistas, cuyas luchas intestinas han hecho que buena parte de sus integrantes abandonen la agrupación, les entregaron el control del partido a un par de activistas ideologizadas con nula experiencia política: Ione Belarra e Irene Montero (mujer de Pablo Iglesias, fundador de Podemos). Belarra y Montero, autoras de una ley descabellada que sacó de las cárceles a centenares de abusadores sexuales, se enfrascaron en una pelea pírrica con Sumar, dividiendo aún más a la siniestra ibérica. Las dos activistas, cuya “corrección política” las lleva a introducir toda charla dirigiéndose a “todos, todas y todes”, lejos de ser un activo para el progresismo, son un lastre. En resumen, la izquierda española retrocede y desaparece del mapa político gallego. Para buena parte de los españoles, es claro que Sánchez se mantiene en la Moncloa (sede oficial del gobierno), pero ha perdido a España.
Apostilla: El Gobierno mantiene su objetivo de quebrar los partidos independientes asfixiándolos con “mermelada”. Los congresistas del Partido Conservador que desconozcan las órdenes de la dirección nacional, en el sentido de mantener total independencia del Gobierno, deben ser apartados de esa colectividad.
El contubernio de partidos de izquierda o independentistas que gobierna a España sufrió estruendosa derrota en las elecciones en Galicia y las costuras del costado izquierdo del llamado “gobierno Frankenstein” se están deshaciendo a pasos agigantados. Como es de público conocimiento, Sánchez construyó su “gobierno Frankenstein” con el apoyo de los independentistas, los comunistas y los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. El pasado domingo, los principales derrotados en Galicia fueron del PSOE —partido de Sánchez—, que no solo ha bajado su participación electoral en 12 autonomías, sino que ha perdido seis gobiernos desde que abrazó la España plurinacional. Sánchez, con tal de no dejar el poder, pactó con el prófugo catalán Puigdemont una serie de prebendas, incluyendo una amplia amnistía y una serie de fueros y canonjías que podrían conducir a la desintegración del Reino de España. La mayoría absoluta del Partido Popular (PP) en Galicia consolida la posición de su líder, Núñez Feijóo, y confirma el declive del PSOE tras los pactos de Sánchez con bandas que tienen entre sus objetivos la destrucción de España.
La derrota en Galicia, sin embargo, no implica que Sánchez vaya a llamar por ahora a nuevas elecciones: este evento dependerá de los resultados de las elecciones en el País Vasco y las europeas, en junio. Otro gran derrotado en Galicia es la alianza Sumar, una conchabanza de zurdos. Y a nivel individual la principal víctima es la líder de Sumar, la gallega Yolanda Díaz, conocida también como la “fashionaria” por su sorprendente afición a cambiarse de ropa hasta tres veces al día. Con solo 28.000 votos, menos del 2 % de la votación, las posibilidades de Yolanda de erguirse como la sucesora de Sánchez en el gobierno son remotas.
Otro que ha pasado a ser políticamente irrelevante en Galicia es Podemos, otro de los partidos de extrema izquierda. Con solo 3.700 sufragios, Podemos no ha alcanzado el 0,26 % de la votación. Esta agrupación de zurdos extremistas, cuyas luchas intestinas han hecho que buena parte de sus integrantes abandonen la agrupación, les entregaron el control del partido a un par de activistas ideologizadas con nula experiencia política: Ione Belarra e Irene Montero (mujer de Pablo Iglesias, fundador de Podemos). Belarra y Montero, autoras de una ley descabellada que sacó de las cárceles a centenares de abusadores sexuales, se enfrascaron en una pelea pírrica con Sumar, dividiendo aún más a la siniestra ibérica. Las dos activistas, cuya “corrección política” las lleva a introducir toda charla dirigiéndose a “todos, todas y todes”, lejos de ser un activo para el progresismo, son un lastre. En resumen, la izquierda española retrocede y desaparece del mapa político gallego. Para buena parte de los españoles, es claro que Sánchez se mantiene en la Moncloa (sede oficial del gobierno), pero ha perdido a España.
Apostilla: El Gobierno mantiene su objetivo de quebrar los partidos independientes asfixiándolos con “mermelada”. Los congresistas del Partido Conservador que desconozcan las órdenes de la dirección nacional, en el sentido de mantener total independencia del Gobierno, deben ser apartados de esa colectividad.