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Hace unas semanas, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), envió una carta al rey de España, Felipe VI, en la que le insta a reconocer los atropellos que las autoridades mexicanas consideran que se cometieron durante la Conquista y a ofrecer disculpas por ellos. AMLO, quien pretende convertir 2021 como el año “de la gran reconciliación”, sostiene que no se puede celebrar ninguna conmemoración sin ir antes a una reconciliación. El gobierno español reaccionó a la divulgación del contenido de la misiva, y en un comunicado afirmó que “lamenta profundamente” su publicación y que “rechaza con firmeza” el argumento de la misma.
El mundo se le vino encima a AMLO. El nobel de Literatura Mario Vargas Llosa afirmó: “El presidente de México se equivocó de destinatario; tendría que habérsela enviado a sí mismo y responder por qué México, que se incorporó al mundo occidental hace 500 años y desde hace 200 disfruta de plena soberanía como país independiente, tiene todavía a tantos millones de indios marginados, pobres, ignorantes y explotados”. El escritor y periodista Arturo Pérez Reverte, en dos trinos, fue bastante más directo: “Que se disculpe él (AMLO), que tiene apellidos españoles y vive allí. Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza”...“Acaba uno harto de que la historia de España, con tantas luces y sombras como la de cualquier otro país, se haya convertido en el tiro al blanco de todos los demagogos, oportunistas y golfos de dentro y de fuera. Ya parece un concurso para ver quién escupe más fuerte y más lejos”.
Pero el apunte más gracioso puede ser de un humorista español: “Que dicen los italianos que nos pedirán perdón por lo de Viriato si antes los alemanes les piden perdón por lo de Odoacro. A los alemanes les vale siempre y cuando Mongolia les pida perdón por lo de Atila. Los hoy pacíficos mongoles se avienen a ello, previas disculpas de China por lo suyo. La milenaria cultura china no tiene inconveniente en reconocer que fueron unos cabrones siempre que Reino Unido reconozca que se pasaron tres pueblos yendo allí a joder la marrana. Impertérritos, los ingleses piden para dar el paso (que también les exigen aborígenes de Australia, Norteamérica, África y diversas naciones e islas del mundo entero) la previa disculpa de Italia por la falta de tacto de Julio César en su día. Los italianos, interpelados por segunda vez, insisten en que sí, que vale, pero que (en un intento algo tosco de desviar el foco mediático), igual los persas, los rusos o los árabes también deberían hacer examen de conciencia (esame di coscienza)... López Obrador, la has liado parda, igual lo mejor es que dejes de hacer el ridículo y pidas tú perdón a los aztecas, dado tu apellido es posible que fueran tus antepasados los que cortaron sus cabezas... aunque, claro, antes convendría que los descendientes de aztecas pidieran perdón a los descendientes de tlaxcaltecas, poco satisfechos cuando recuerdan que los aztecas se comían a sus antepasados de cuando en cuando...”.
Ese es el problema de exigir perdones: uno sabe dónde comienzan, pero no dónde terminan. Que la minga tome nota.
Apostilla: Cuando un libro se inicia con la siguiente frase: “El sol de la paz brilla, por fin, en el cielo de Colombia. ¡Que su luz ilumine al mundo entero!”, el dilema del librero es si colocar el libro en la estantería de “Ficción” o en aquella de “Humor negro”.