Gustavo Petro y Pedro Sánchez: dos formas de mentir para gobernar
Causó revuelo que Petro, declarándose perseguido, advirtiera que podría impulsar una constituyente para defender su gobierno de múltiples ataques.
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Causó revuelo que Petro, declarándose perseguido, advirtiera que podría impulsar una constituyente para defender su gobierno de múltiples ataques.
La réplica no tardó. La oposición colgó en redes una foto del entonces candidato, en junio de 2018, sosteniendo un símil de las tablas de Moisés. En una simbólica ceremonia, Petro había anunciado: “Me comprometo a no convocar una Asamblea Constituyente y a defender a fondo la constitución de 1991. (…) A manejar los recursos públicos como recursos sagrados y a mantener la disciplina fiscal. (…) A impulsar la iniciativa privada, el emprendimiento y la formalización de la economía”.
Aun este irrespeto por la palabra histórica, casi religiosamente empeñada, sigue siendo juego infantil comparado con las recurrentes y cínicas mentiras de Pedro Sánchez para aferrarse al poder. A diferencia del presidente colombiano, que se altera y regaña a quien sea para tapar falsedades, el maquiavélico español admite y hasta disfruta sus dotes de embustero. Sin inmutarse, incluso sonriendo, afirma cualquier cosa para después sostener lo contrario. Convirtió el engaño en rutina de su vida pública. Algunos ejemplos ilustran el calibre del farsante.
“No vamos a pactar con Bildu -partido vasco descendiente de ETA-; (…) si quiere se lo digo cinco veces o 20″, afirmó enfáticamente en una entrevista antes de las elecciones locales de 2015. “Bildu no tiene un proyecto de país, un proyecto de España como tiene el PSOE. Hemos demostrado nuestro compromiso en la lucha contra el terrorismo”. En 2016 reiteró que no se sentaría con Bildu ni “para decirles que no quería sus votos” en la investidura.
En noviembre de 2020, Arnaldo Otegi, coordinador de Bildu, anunciaba que su grupo aprobaría los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Pablo Iglesias, vicepresidente, celebraba ese apoyo.
En 2019, Sánchez afirmó que no indultaría presos del procès independentista, por razones de peso. “Un proceso judicial con plenas garantías y absoluta transparencia. Y como corresponde a un Estado social y democrático de derecho, el acatamiento significa su cumplimiento”. En junio de 2021, el gobierno aprobó los indultos a líderes catalanes para “abrir un nuevo tiempo de diálogo y archivar el enfrentamiento de décadas”.
Sobre el líder de ese intento secesionista, Carles Puidgemont, que huyó al extranjero, el candidato Sánchez afirmó que “yo me comprometo, hoy y aquí, a traerlo de vuelta a España para que rinda cuentas”. Por estos días se cree que, gracias a la ley de amnistía casi dictada por él a cambio de siete votos de su partido, el prófugo podría ser candidato a las elecciones catalanas.
“Aprobar los PGE es la principal obligación de un gobierno (…) sin presupuestos no hay nada que gobernar”, aseguró Sánchez en 2018. La semana pasada, tras la disolución del parlamento en Cataluña, renunció a presentar presupuestos este año.
- He tratado siempre de cumplir con mi palabra, dijo en una entrevista
- ¿Y por qué nos ha mentido tanto, presidente?
- He tenido cambios de posición política en algunos asuntos de Estado (…). He tomado decisiones muy difíciles, muy arriesgadas y muy complejas.
Insistió después que no es que el fin justifique los medios, sino que él “trata de resolver los problemas”.
La prerrogativa del criterio volátil debe ser exclusiva. Sánchez ha criticado “la deriva trumpista del PP”. Afirma que Feijóo “mintió y tiene una deuda con los españoles: la deuda con la verdad”. Así, lo invita a que “pida perdón por el odio que ha derramado y las mentiras que ha dicho (…). Hacer una cosa y decir la contraria, se llama hipocresía”.
Su relación con Pablo Iglesias también dio un drástico volantín. Cuando en 2019 rechazó la coalición con Unidas Podemos, subrayó la desconfianza que le causaría ese partido en su gobierno. “Por ejemplo que el ministro de Hacienda (…) o el que se encarga de las pensiones y la seguridad social fuera del círculo cercano del señor Iglesias, con poca experiencia política o de gestión pública. (Yo) no dormiría por la noche”. Tras su paso por el gobierno, Sánchez anotó que no soportaba las mentiras de Iglesias.
En Colombia habría que temerle menos al castrochavismo que a un contagio de sanchismo. ¿En qué se asemejan Petro y Sánchez? ¿Por qué el segundo es más eficaz para cooptar instituciones y adormecer opinión pública? La vocación de mártir le aporta poco a quien pretende ser líder global. Da más rédito jugar al superhéroe sin flaquezas, que ataca adversarios con golpes individuales certeros, que al gurú condenando hábitos grupales. Ambos se rodean de incondicionales, pero el tribuno pretendió iniciar gobierno con un gabinete pluralista, una concesión inconcebible para el sanchismo. Petro ha demostrado saber mentir y manipular, pero no le ayuda ser terco, buscapleitos, maleducado y huraño, taras imperdonables en la diplomacia doméstica, que es tanto de salón y coctel como de balcón. Sobre todo, cuando sólo se cuenta con RTVC y el periódico Vida en lugar de TVE y El País.