Desde Rusia con amor

Mauricio Rubio
04 de agosto de 2022 - 05:00 a. m.
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Aunque parezca extraño, tanto de Putin como de la KGB se puede sacar una lección: el amor, sin distinciones de género, es más seguro y sostenible que el odio y la represión.

En los grupos armados ilegales colombianos, como las Farc y el Eln, ha existido una homofobia monumental. Queda abierta la posibilidad de que esa fijación extrema con la heterosexualidad haya llevado a la crueldad y total falta de compasión que caracterizaron por años esas guerrillas, así como su reticencia a dialogar mientras no haya gabelas inconcebibles en cualquier democracia seria. Los elenos han sido tan ambiciosos y soberbios que desaprovecharon todo lo que Santos les entregó a las Farc. La predicción más razonable sobre la nueva oportunidad de diálogo ofrecida por el Pacto Histórico es que la volverán a rechazar, sobre todo si el nuevo gobierno acepta también sentarse a negociar con grupos paramilitares o narcotraficantes.

A mediados de 1998 se realizó en Alemania una reunión entre líderes del Eln y representantes de la sociedad civil. Una vez firmado el llamado Acuerdo de Puerta del Cielo, los miembros de la Comisión Nacional de Paz, propuesta por el Eln, se reunieron con las Autodefensas Unidas de Colombia. Para retomar el diálogo, la administración Pastrana tuvo que arrepentirse de ese encuentro, casi negar la existencia de los paramilitares, y avalar la pretensión de que eran la continuación de fuerzas estatales. Poco después los implacables insurgentes secuestraron masivamente e hicieron explotar un oleoducto destrozando la población de Machuca.

¿Cómo explicar esa eterna reticencia del Eln a dialogar aunque el gobierno y la gauche divine sean incondicionales, acepten sus pretensiones y aguanten paros armados, secuestros masivos o ataques terroristas previos?

En cualquier organización castrense, legal o ilegal, en la que haya franca minoría femenina es válido suponer que además del abuso sexual se reprime la homosexualidad. A pesar de que en los grupos insurgentes se observa un marcado desequilibrio por géneros, de ese asunto casi nadie habla. En uno de los escasos trabajos disponibles, basado en entrevistas, se anota que “los ex miembros de las Farc reportaron sobre la extrema violencia motivada por la homofobia por parte de su grupo”. Ninguno de los entrevistados admitió un solo caso de homosexualidad. “Yo, en 8 años de militancia… nunca conocí un marica al interior de las filas. Nunca es nunca”. Gisela, sin embargo, recuerda un suicidio y rumores de que estuvo relacionado con la atracción entre dos compañeros de filas. La prohibición es contundente en el reglamento, se considera “una infracción grave con consecuencias extremas… automáticamente los llaman a consejo de guerra”.

En el Eln la cuestión parece más opaca: solamente lograron entrevistar dos reinsertados quienes mencionaron “la expulsión de un homosexual de dicho grupo”. Uno de ellos afirma que conoció varios gays pero el otro sostiene que eso nunca ocurre por estar expresamente prohibido. “A nosotros no nos gusta esa vaina... Entonces nosotros no permitimos esa vaina”. Pocos gays reprimidos convertidos en bárbaros despiadados bastarían para contagiar de odio extremo a los demás.

Cabe sospechar que la homosexualidad oculta ha sido mayor en el Eln, donde la proporción de mujeres es inferior a la de las Farc. Haber estado bajo el implacable mando del cura Pérez refuerza esa impresión. Otra razón para la conjetura es el entrenamiento que recibieron en Cuba sus fundadores así como la gran aceptación de las doctrinas del Che Guevara, reconocido homófobo que “cargó en repetidas ocasiones contra los homosexuales, contrarios a su ideal de hombre nuevo. Llegó a tildarles de pervertidos sexuales y, con Fidel Castro, les internó en campos de trabajo”. En el supuesto territorio libre de América la libertad para los gays ha avanzado poco.

A pesar de que el escándalo de la “Comunidad del Anillo” mostró que en la Policía Nacional colombiana existe homosexualidad secreta adobada con prostitución masculina, en los organismos de seguridad estatales persiste un manto de silencio similar. Es apenas sensato sugerir no sólo que se ventile el tema sino que se permita a los gays vivir su sexualidad sin que sean estigmatizados.

España es un ejemplo de tolerancia e inclusión en los cuerpos policiales. En 2017 se creó la Unidad de Gestión de la Diversidad especializada en delitos contra minorías. Rufino Arco, de 39 años, es policía madrileño y hace mucho hizo público que lo atraen los hombres. Durante la Marcha del Orgullo 2022 salió a la calle vistiendo la camiseta negra de LGBTPol, asociación para visibilizar sexualidades diversas. En el pasado le costó trabajo declarar abiertamente que era gay. “Aún había chistes, comentarios leves que te quitaban las ganas” y lo llevaban a esconder su orientación sexual. Las cosas cambiaron y pudo salir del armario incluso en su lugar de trabajo. “Desde entonces mi paso por la policía ha sido tranquilo”. Se puede agregar que, además, sin rabia visceral contra el mundo, como la de Putin o los guerreros irredimibles del Eln.

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