Publicidad

Dialogar con Eta y con las Farc

Mauricio Rubio
04 de noviembre de 2021 - 05:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

En Colombia siempre será útil recordar qué debe hacer una democracia con una organización terrorista.

“La clave fue mantener un contacto indirecto tras el atentado”. Esta lánguida frase, sobre el reflejo moderno de buscar negociar lo que sea y como sea con grupos armados que matan gente y provocan terror, parecería de algún iluminado colombiano. Pero no, se trata del titular de la entrevista hecha al ex jefe de gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que rememora “los diferentes momentos estratégicos que propiciaron el final de la violencia etarra”.

El titular está algo acomodado por el periodista, pues Zapatero precisa que ese “contacto indirecto” nunca fue tan condescendiente como han sido tradicionales los llamados “diálogos” con grupos guerrilleros nacionales. El antiguo primer ministro explica la diferencia con lo que hicieron en el país los santistas. “La singularidad del proceso respecto de otros, como los del IRA en Irlanda del Norte y las Farc en Colombia, radica en que en el caso español fue una decisión unilateral de Eta sin contrapartidas políticas” (subrayado propio).

Una condición para el diálogo con la banda terrorista era que “se comprometía a dejar las armas, con la limitación de que solo podía abordar la cuestión de los presos y el desarme. Dejaba por fuera las cuestiones políticas, competencia de los partidos” (subrayado propio).

Lo que más sorprende del abismo con la cascada de concesiones políticas, judiciales y electorales a las Farc es que el conflicto vasco se asemejaba más a una guerra civil que lo sucedido en Colombia. Los etarras tuvieron siempre una considerable proporción de seguidores, incluso votantes, entre la población. Nada que ver con las Farc o el Eln, más propensos a amedrentar y someter ciudadanos que a ganar su apoyo.

Zapatero está seguro sobre la efectividad del proceso de paz con Eta. “Fue unilateral, limpio y sin contrapartidas. Lo que evitó el riesgo de otros procesos que entran en crisis por denuncias de incumplimientos. Diez años después podemos decir que fue para siempre”. En Colombia se supo que la paz no sería estable ni duradera casi desde que se firmó el acuerdo.

Anotando que la decisión de Eta fue unilateral, el socialista español es generoso con los terroristas: la organización armada estaba derrotada por los organismos de seguridad estatales, apoyados por toda la ciudadanía y actuando coordinadamente con la Audiencia Nacional, una institución judicial especializada no en condonar, como la JEP colombiana, sino en investigar, perseguir y castigar criminales tal como exige la justicia penal de cualquier democracia.

Dos meses antes de la conmemoración Diez años sin Eta, con 79 años, moría, en San Sebastián, Mikel Azurmendi. Exetarra, antropólogo y escritor, había sido una de las primeras voces que se alzó en el País Vasco “para condenar públicamente el terrorismo de la organización criminal”. El fallecido criticó no solo a sus antiguos compañeros de armas sino, sobre todo, a sus apoyos políticos. Tras el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco en 1998, Azurmendi promovió la creación del Foro de Ermua, una asociación cívica de la que fue primer portavoz. Un año después participó en la fundación de ¡Basta Ya!, la iniciativa ciudadana para “oponerse al terrorismo, apoyar a sus víctimas y defender el Estado de derecho, la Constitución y el Estatuto Vasco”. Muchos de sus integrantes estuvieron amenazados varios años por Eta.

La claridad mental de Azurmendi, con respecto a la necesidad de aferrarse a la constitución y a la ley ante la amenaza de los violentos, la tenía a pesar de considerar que, en su tierra, la situación se acercaba a una guerra civil. En su ensayo La herida patriótica, publicado en 1998, afirmaba que los vascos “se consideraban en guerra” cuando hacía referencia a la izquierda abertzale que seguía apoyando el uso de las armas.

A Colombia le ha ido muy mal con la violencia política y, sobre todo, con una cínica élite intelectual que la disculpa, la justifica e incluso la ha apoyado desde la guerra fría hasta después de firmada una paz radicalmente distinta a la lograda con Eta. Primero, la aceptación ciudadana del proceso es relativamente unánime en España mientras que en el país sigue siendo motivo de agrios enfrentamientos. Segundo, dialogar con Eta no implicó cambiar, manosear y manipular el régimen constitucional, jurisdiccional y electoral como tranquila e impunemente hicieron los promotores de un acuerdo voluntarista y costoso. La tercera observación, simple e inobjetable, es que la paz santista generó nuevos motivos de confrontación fanática en lugar de consensos. Como lúcidamente anota Zapatero, las concesiones políticas, como las que obtuvieron las Farc -por ejemplo, acceso favorable al congreso e impunidad penal camuflada con recuerdos de la guerra-, o infinitas promesas incumplidas sobre desarrollo del campo, generaron reproches y señalamientos de saboteo mientras una violencia mal diagnosticada, que ya era marginal, continuaba.

Ver más…

 

Guillermo(10826)05 de noviembre de 2021 - 01:06 a. m.
Las razones de creación de los dos grupos resulta necesario para arribar a la solución que en cada caso es diferente casi que incomparables. Y, ¿Cómo estaba cada grupo cuando se negocio? diferente.
Hernando(58851)05 de noviembre de 2021 - 12:36 a. m.
Don Rubio conoce al dedillo la evolución de los etarras pero ignora u olvida (?) el origen de las Farc y seguramente aprueba los bombardeos oficiales; el acuerdo, en el fondo acepta y confiesa la paternidad de la clase política en el nacimiento de ese grupo guerrillero.
Pipo Solarte(exbqo)05 de noviembre de 2021 - 12:15 a. m.
Ignoras que el uribismo es de origen mafioso y amoldó al país tomándose instituciones, incluidas el DAS, fuerzas armadas e inteligencia militar, sin olvidar, procuraduría, fiscalía, contraloría, registraduría, la oficina de Envigado que además de sicarios le aporta testigos falsos, etc. Proceso de paz pretendió también que guerrilleros, empresarios y militares criminales confesaran y desmovilizan
ERWIN(18151)05 de noviembre de 2021 - 12:12 a. m.
supere lo del proceso con las farc ..hasta cuando con ese disco rayado? ..santos hizo lo que tenia que hacer ..lo de eta es diferente ..alla nadie sacaba reditos de esa confrontacion ..aqui si ..al matarife es lo unico que le sirve a sus fines ..impunidad total para el ..y mantener al pueblo pendiente de la giuerrilla,entre tanto ellos se roban al pais ..
Pipo Solarte(exbqo)05 de noviembre de 2021 - 12:07 a. m.
Comodamente ignoras el paramilitarismo, la parapolítica y la lucha por del control de las drogas, minería y economía ilegal en las que estuvieron implicados no sólo los guerrilleros. Recordá que las AUC eligieron más de un tercio del Congreso y ordenaron votar por Uribe en 2002. La JEP fue concebida para que copnfesaran los guerrilleros, pero también militares de falsos positivos y empresarios.
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar